El peor día de mi vida en un circuito

Se cumple un año de la muerte de Luis Salom en el GP de Cataluña 2016 y a pesar del vacío que nos dejó, su legado sigue vivo.

Chechu Lázaro

El peor día de mi vida en un circuito
El peor día de mi vida en un circuito

Para mí, Mugello es el circuito más bonito del Mundial. Sus 5,2 kilómetros y 15 curvas recorren las colinas de la Toscana, una de las zonas más bellas de Italia. Llegar al autódromo es un viaje entre praderas verdes y carreteras estrechas y sinuosas. A primera hora de la mañana te cruzas con muchos aficionados que se dirigen andando al circuito. Hoy es día de poles y hace un tiempo ideal para ver carreras. Hoy puede ser un gran día.

Así, hasta que te acuerdas (o te recuerdan) que hoy se cumple un año de la muerte de Luís Salom Horrach. ¡Bajón! Hace justo un año estábamos disfrutando como hoy de un fin de semana de carreras. Aunque jamás olvidaré aquel viernes en Montmeló, lo tengo un poco confuso en mi memoria. Lo recuerdo como un día muy triste. El peor día de mi vida en un circuito.

Había terminado la FP2 de MotoGP y tocaba hablar con los pilotos de la categoría reina, mientras los de Moto2 estaban en la pista. De hospitality en hospitality nos enteramos que había una bandera roja en la pista. Se había caído Luis Salom. Lo que parecía una caída más en aquella maldita curva 13 se acabaría convirtiendo en la noticia del fin de semana.

Cada minuto que pasaba la situación se tensaba. Hablaban los pilotos, los periodistas poníamos las grabadoras a funcionar, pero nadie estaba realmente en esa sala de prensa. Vivíamos pendientes de alguna novedad que nos tranquilizara. Había mucha preocupación en el ambiente y reinaba el desconcierto, hasta que llegó un mail que me heló el corazón.

Recuerdo perfectamente que la confirmación de su muerte (vía comunicado oficial por correo electrónico) nos llegó en mitad de la rueda de prensa de Jorge Lorenzo, mallorquín como él, que no pudo reprimir las lágrimas cuando se lo dijimos. Uno de esos hostiazos que te da la realidad.

Fue un día de lágrimas y abrazos. De muchas miradas entre compañeros y de recuerdos a Luis Salom, uno de los pilotos más nobles del paddock y con el corazón más grande. Intenté acordarme de la última vez que había hablado con él, había sido el jueves, pero sólo nos saludamos cuando nos cruzamos por el paddock. Pero en ese momento no me acordaba tanto de Luis como María Horrach, su inseparable madre. Una de tantas madres corajes que acompañan a sus hijos por el mundo.

Quizás no debería haberse corrido nunca ese GP de Cataluña. Pero él no habría querido que las motos se hubieran parado por él. Montmeló fue el mejor homenaje que pudimos darle a Luis Salom. Toda la familia del Mundial reunida en la recta junto a su moto guardando un minuto de silencio en su memoria.

Ha pasado un año y el legado de Luis Salom no para de crecer. El trazado del circuito se cambió de un día para otro y la tensión que se vivía en el paddock desde Sepang 2015 se esfumó, con el simbólico apretón de manos entre Valentino Rossi y Marc Márquez. Y sólo habían pasado dos días de su muerte. Después vendría el multitudinario funeral en Palma de Mallorca y todos los homenajes que recibidos Luis Salom hasta la fecha… y los que quedan. Hace unos días, el ayuntamiento de su Palma natal le dedicó una calle con su nombre.

Como te dije aquel día. DEP Mexicano. Ráfagas al cielo.