El jet lag, los horarios, la comida, el clima… es difícil saber cuál es el motivo, o si se trata de una concatenación de los mismos. El hecho es que, en cuanto MotoGP sale de Europa, tienen a suceder cosas extrañas. Pilotos que se crecen, otros que se diluyen, motos que de repente empiezan a ir bien, otras que súbitamente sufren un retroceso.
Si a todo eso se le suma el recorte de entrenamientos por las dificultades logísticas y la presencia de la lluvia durante el fin de semana, el resultado de la ecuación eran unas parrillas extrañas con pilotos fuera de sus posiciones habituales, con el añadido de tener que salir a carrera con la puesta a punto en seco cogida con pinzas.
Se abría así un abanico de posibilidades, empezando por Moto3, donde aproximadamente dos tercios de la parrilla se estrenaban en el renombrado Mobility Resort Motegi. Uno de esos neófitos en el trazado nipón no era otro que el líder Izan Guevara, que para colmo se fue al suelo en el warm up. A priori, un día para subsistir y rascar puntos.
El de GasGas salió a carrera casi a ciegas, a ver qué sucedía. Se puso primero para hacer su ritmo, que ni él mismo sabía cuál era. Pocos pudieron seguirle y ninguno pudo meterle rueda: en las últimas vueltas se agigantó, y Dennis Foggia y Ayumu Sasaki tuvieron que claudicar ante otra exhibición de un chaval de 18 años que empieza a oler a campeón.
Algo similar sucedió en la carrera de Moto2, donde Arón Canet se fue al suelo a las pocas vueltas cuando había abierto hueco, abriéndose un periodo de incertidumbre con un buen manojo de contendientes a la victoria. A partir de ahí, la carrera fue madurando poco a poco hasta quedar en un mano a mano en la distancia entre los dos candidatos al título.
Ante la alargada sombra de un Augusto Fernández que se encuentra en estado de gracia, el pequeño Ai Ogura se convirtió en un gigante ante su público para contener al español en la distancia y acabar con 16 años sin victorias locales en Japón. Más atrás, Alonso López entraba tercero para subir al podio por tercera vez en las últimas cinco carreras.
Tras dos carreras con podio para los pilotos más en forma, la anormalidad llegó en MotoGP. Tras pasar todo el curso a la sombra de su compañero, Jack Miller arrasó de inicio a fin para retornar a lo más alto, Brad Binder devolvió a la KTM al podio 15 carreras después y Jorge Martín se regaló un podio cuando más lo necesitaba.
Mucho más atrás, los gigantes del año se hacían pequeños por distintos motivos. El fiasco de Aleix Espargaró fue por mala suerte y Fabio Quartararo volvió a bregar como pudo con su Yamaha, quedando otro duelo más entre Pecco Bagnaia y Enea Bastianini donde el primero acabó por los suelos en la última vuelta cuando era noveno. Este fin de semana, Tailandia.