Juventud cargada de experiencia. Podría ser el resumen de la fórmula a la que se ha encomendado Suzuki en lo que a sus pilotos se refiere para afrontar la temporada 2019 del Campeonato del Mundo de MotoGP, donde concurrirá con la pareja española formada por Álex Rins y Joan Mir, que ya han enseñado la GSX-RR que llevarán este año.
Una mezcla que ilusiona a la casa de Hamamatsu, que cumplirá en este curso un lustro de su retorno a MotoGP. Un ciclo breve pero intenso y cargado de altibajos: llegando al podio, saboreando la victoria, retrocediendo a la zona media-baja y reencontrándose con el champán. Ahora toca atacar el salto final.
Desde el método heurístico hasta la última frontera
En el Gran Premio de la Comunidad Valenciana de 2014, Suzuki consumaba su regreso tres años después de su adiós en el mismo escenario. En aquella carrera, el entonces probador de la marca, Randy De Puniet –que había estado implicado en el desarrollo de la moto-, fue el encargado de hacer un wild card previo al retorno a tiempo completo. No acabó la carrera, pero durante el fin de semana ya dio muestras del potencial de la Suzuki GSX-RR.
2015: MIDIENDO DISTANCIAS
La marca de Hamamatsu se presentó en Qatar con una pareja de piloto realmente interesante, formada por los españoles Aleix Espargaró y Maverick Viñales, que suponían una mezcla de experiencia y talento. Espargaró venía de dominar la subcategoría: tras dos años ganando entre las CRT, había sido campeón Open con su primer podio y con el séptimo puesto en la general final, por lo que se puede decir que atravesaba su mejor momento.
Más de lo mismo para Viñales, que después de su increíble debut en Moto3 tuvo un periodo difícil, del que salió a tiempo para proclamarse campeón del mundo en 2013 y, con esa inercia, fue tercero en su único año en Moto2, lo que le valió para firmar por Suzuki y llegar a la categoría reina como piloto oficial.
Fue un año de sentar las bases de la GSX-RR y empezar a medir las distancias a las motos ganadoras. Su techo fue la sexta posición y en la general final se quedaron al borde del top ten, con Espargaró 11º y Viñales 12º. La mejor noticia fue la fiabilidad de la moto y los pilotos, sentando así unos cimientos sólidos para seguir con el crecimiento.
2016: CREER, SOÑAR, GANAR
Segundo año y mismo plantel. Con un año de desarrollo in situ y la experiencia acumulada de los pilotos, era el momento de creer en poder acercarse a los pilotos de cabeza. Ayudó empezar el año cercando ese top 5 y asomarse al podio con los dos pilotos en la tercera carrera transformó el creer en soñar.
Dos grandes premios después, en Le Mans, el sueño se materializó en el podio de Viñales, que después de un primera año de aclimatación e igualdad con su compañero, se convirtió en el número uno del box del Suzuki Ecstar. Mientras Espargaró combinaba buenas actuaciones con ceros, Viñales daba la sensación de que cualquier día podría ganar.
El día llegó en Silverstone. El escenario se adaptaba a la moto y Viñales puso el resto, liderando de principio a fin y logrando la primera victoria de Suzuki en su nueva era y la segunda en MotoGP (Chris Vermeulen en Francia 2007). Hizo otros dos podios más al ser tercero tanto en Motegi (con Espargaró cuarto) como en Australia, acabando el año en la cuarta posición final. Espargaró repitió el undécimo del año anterior.
2017: ENSAYO Y CRASO ERROR
Viñales firmó por Yamaha y Suzuki decidió no renovar a Espargaró, apostando por el fichaje de Andrea Iannone, procedente de Ducati, como piloto estrella, y con Álex Rins como joven talento intentado repetir la fórmula. Ya habían llegado a lo alto y creyeron que firmando a Iannone podrían seguir en la pelea por la victoria.
Sin embargo, con dos pilotos que no conocían la GSX-RR, llegó el retroceso. Rins se lesionó y se perdió parte del inicio de temporada, Iannone no daba con la tecla y empezaba a diluirse en la zona media de la parrilla. Para colmo, en ocasiones mostraba una desidia que no parecía hacer mucha gracia en la marca.
Estaba claro: se habían equivocado. Pensaron que su moto ya estaba en la élite de MotoGP y, al dejar escapar a los dos pilotos que la habían llevado, dieron un paso atrás tan evidente que Iannone sólo pudo acabar 13º y Rins 16º, su peor año desde el retorno. Aun así, a final de temporada aparecieron los brotes verdes y ambos llegaron a rozar el podio.
2018: VOLVER A EMPEZAR
Superado (y corregido) el error de 2018, Iannone y Rins encaraban 2018 como una reválida, tanto a nivel particular como de la Suzuki GSX-RR, que había pasado de asomarse entre Honda, Yamaha y Ducati a volver al barro con Aprilia y KTM, recuperando incluso las concesiones a nivel de test y motores que había perdido con los podios de Viñales. Tocaba volver a empezar.
Cualquier parecido con la temporada anterior fue pura coincidencia. Rins logró su primer podio en la extraña carrera de Argentina, y si había dudas sobre si Suzuki podría repetir en condiciones normales, Iannone encadenó dos en Austin y Jerez. Tres podios en cuatro carreras dejaban claro que estaban de vuelta, y Rins subió el nivel siendo segundo en la apoteósica carrera de Assen.
Después de aquello vino un breve periodo de dificultad, antes de acabar el año con cinco podios en las seis últimas carreras: tres a cargo de Rins, que con un total de cinco podios acababa el año quinto; y dos de Iannone, para un total de cuatro y la décima posición de la general. Aunque Rins no emuló el cuarto puesto de Viñales en 2016, en conjunto fue el mejor año de Suzuki. Al menos de momento.
2019: LECCIÓN APRENDIDA
De momento porque han aprendido la lección, al menos en lo que a la elección de pilotos se refiere. El método heurístico de ensayo y error ha hecho su efecto y no han caído en el error de dos temporadas atrás. Es cierto que han dejado ir a Iannone, que llegó como estrella y acabó relegado a número dos por un piloto más joven; dejando paso a otro joven talento como Joan Mir, que sigue en la línea de apuestas de futuro como Viñales o Rins.
La diferencia es que en esta ocasión han podido mantener a Álex Rins, optando por una solución intermedia donde cuentan con un equipo jovencísimo pero con un número uno que ya tiene dos años de experiencia con la moto. El plan es claro: consolidar su estatus de cuarta marca en MotoGP sin perder la vista de la última frontera. La que les separa de meterse de lleno y de forma habitual en las victorias para poder convertirse, a corto plazo, en candidatos al título de MotoGP.