Los problemas de neumático de Pecco Bagnaia dejaron la carrera del Gran Premio de Emilia-Romaña en un mano a mano entre los otros dos pilotos que estaban consiguiendo exprimir las Desmosedici GP24 al máximo en el segundo paso por Misano: el español Jorge Martín y el italiano Enea Bastianini.
Dos pilotos cuyas trayectorias recientes se han cruzado de forma figurada durante los últimos años: ya hace dos años la ‘Bestia’ ganó la carrera por la Ducati oficial a ‘Martinator’, y el pasado curso consiguió mantenerla pese al subcampeonato del madrileño. Sin embargo, los caminos de ambos se bifurcarán totalmente en 2025: uno rumbo a Mattighofen y otro a Noale.
La elección de Marc Márquez como compañero de equipo de Bagnaia en 2025 propició que ambos optasen por volar lejos de Bolonia en busca de nuevas aventuras y, sobre todo, de uno de esos intangibles tan importantes: sentirse deseados después de haber visto cómo Ducati se convertía en el meme del chico que, mientras pasea con la novia, se queda mirando fijamente a otra con la que se acaba de cruzar.
Ambos se mostraron muy seguros de su decisión, pero lo cierto es que son dos saltos al vacío. Aunque la RC16 y la RS-GP sean muy buenas motos, que lo son, la realidad es que a septiembre de 2024 solamente hay una moto que garantiza poder luchar por el título: la Ducati Desmosedici GP24 que ambos llevan.

Seguramente, con el paso del tiempo, se han ido dando cuenta de que tanto la Aprilia como la KTM mezclan buenos fines de semana con algunos realmente discretos. No sería extraño que haber visto a un talento como Pedro Acosta sufrir para entrar en los puntos en Austria o el descalabro de las Aprilia en San Marino haya aumentado su preocupación por su futuro y, al mismo tiempo, su urgencia en el presente.
La realidad es que Martín y Bastianini no pueden saber a ciencia cierta cuándo volverán a tener una moto potencialmente campeona o, incluso, si volverán a tenerla. Dicho de otra forma: no saben cuándo volverán a tener la oportunidad que tienen en este 2024, o si volverán a tenerla.
Hasta ahí llegan los lugares comunes. La diferencia es obvia: Jorge Martín lidera MotoGP 2024 -y ahora con más distancia tras la caída de Bagnaia- y tiene en su mano irse a Aprilia como campeón del mundo de MotoGP, hasta el punto de poder permitirse enlazar segundas posiciones: de hecho, lleva seis en las últimas nueve carreras, de las que no ha ganado ninguna. Claro que, al mismo tiempo, tiene mucho más que perder.
La película de Enea Bastianini es realmente distinta: tras un 2022 inolvidable se ganó el puesto en el equipo oficial, pero una grave lesión arruinó su primer año y también le hizo empezar a pie cambiado este 2024, especialmente en las carreras sprint. Al fin y al cabo, la GP24 es una evolución de la GP23, por lo que tanto Bagnaia como Martín partían con cierta ventaja, ya que habían conseguido llevar dicha moto al límite y partían de esa base con la nueva versión.

Una experiencia que, sobre todo, les hace casi intocables tanto en qualy como en Sprint, donde son capaces de retorcer la creación de Gigi Dall’Igna hasta niveles de momento inalcanzables para el resto; lo que al mismo tiempo les ha permitido escaparse en la general y postulares como grandes favoritos al título.
En el segundo escalón, junto a Marc Márquez, está Enea Bastianini. Evidentemente, el matiz es enorme: el octacampeón no solo ha tenido que experimentar un proceso de adaptación mucho más difícil tras once años en Honda, sino que su fichaje por el equipo oficial para 2025 le permite tomarse el presente curso como una enorme pretemporada.
Eso deja a Bastianini como el piloto con más urgencias de los cuatro de cabeza; ya que es el único que ni está metido de lleno en la lucha por el título de 2024 ni seguramente pueda pelearlo en el próximo 2025.
De momento, ha conseguido mantenerse relativamente cerca del liderato gracias a su exquisita regularidad en carrera, donde ha terminado 13 de las 14 carreras en el top 5, quedando solamente fuera en Catalunya por aquella polémica sanción.
No solo eso: dentro de esa regularidad, sus resultados han ido mejorando hasta el punto de haber subido al podio en seis de las últimas ocho carreras (tras haber logrado solo dos en las seis primeras); y, al mismo tiempo, ha progresado en el sprint al punto de haber finalizado entre los cuatro primeros en seis de los siete últimos.

Su problema es que mientras él adquiría y perfeccionaba esa regularidad, los dos primeros han ido poniendo tierra de por medio en la general, hasta verse a 64 puntos antes de comenzar la carrera dominical del GP de Emilia-Romaña.
Lo sucedido en esa carrera es bien conocido: Bagnaia se quedó fuera de la lucha -y después de la carrera- lastrado por un problema de neumáticos; y Bastianini consiguió pegarse a Martín, convirtiéndose en su sombra durante muchos giros hasta entrar en la última vuelta sin haber conseguido ni tan siquiera meter la moto al madrileño. No encontraba el hueco.
Solo Bastianini sabe a cuántos pensamientos por segundo bullía su cabeza. Quizá incluso recordó que, en su título de 2020, saldó las citas de Misano con un tercer puesto y una victoria. Estaba en casa, en el único trazado done había repetido triunfo mundialista y, para colmo, tenía delante al líder de la general, por lo que la diferencia de puntos en juego era de 10.
Podía reducirla a 59 o irse hasta los 69 con 222 todavía en juego. Por eso se lanzó al ver el más mínimo hueco libre, en una dura maniobra que bordeó los límites de la legalidad. Porque ese hueco no era solo el que había entre Martín y la curva. También podía ser el último hueco para engancharse al tren del título.
Y quién sabe si será su último tren.