¿Alguien más tiene la sensación de estar experimentando un deja vù? Hace 12 meses, redes, webs, periódicos y televisión no hablaban de otra cosa: el incidente entre Valentino Rossi y Marc Márquez. Estaremos de acuerdo en que aquel día cambió radicalmente la atmósfera que se vivía dentro y fuera del paddock.
Este año, con paces por medio, fotos dándose la mano, espíritu deportivo y profesional y sin salidas de tono se consiguió calmar la situación para llegar al último Gran Premio, el de Valencia. Y con él, el vídeo que suma ya más de dos decenas de millones de reproducciones en el que se ve cómo Valentino Rossi se “quita de en medio” a Ana Cabanillas, la aficionada que intentaba sacarse una foto en el paddock de Ricardo Tormo y que denunciará al piloto italiano.
Situación previa
Antes de criminalizar la acción o pasar a opiniones extremistas, lo primero que hay que entender es la situación que se vive en el paddock de un evento como el de Cheste. Se respira un ambiente de fiesta, de celebración y de admiración: los aficionados tienen allí la oportunidad de ver y tocar a sus ídolos.
El problema surge cuando esta zona, que tiene un espacio limitado, no puede dar cabida a tantísima gente y, por tanto, los profesionales que tienen que utilizarla se encuentran con un movimiento limitado y ciertamente molesto.
El comportamiento del aficionado es adecuado y respetuoso, aunque hay excepciones.
Aunque el comportamiento general del aficionado es adecuado y respetuoso, también existen personas que se echan encima de sus héroes y estrellas sin importar las consecuencias (ojo, que no digo que sea éste el caso). Esto, sumado al hecho de que se desplazan con scooters, se traduce en situaciones de verdadero riesgo para ambos y un cabreo de aúpa para un tipo, el piloto, que sólo intenta hacer su trabajo. Yo mismo he presenciado decenas de enfados entre pilotos y aficionados por pasarse con el ímpetu de sus peticiones (se suben a la moto, tocan los mandos, les agarran de los hombros en marcha…)
Esa es la situación que se vive en estos grandes premios; centenares de personas y un grupo de profesionales intentando hacer su trabajo y, a la vez, atender a sus fans. Y recordemos, que el aficionado es de quien vive todo este negocio montado en torno a las dos ruedas.
El acto
Mal. No hace falta darle muchas vueltas; el acto de Valentino Rossi está mal, por muy pesada o irresponsable que fuera la chica o cualquier otra persona. ¿Es comprensible? También, es muy difícil ponerse en la piel de Valentino o imaginar, como decía ayer mismo, qué ha pasado los segundos antes al acto.
Las consecuencias
Y este punto puede ser muy importante. Este nuevo incidente puede marcar otro antes y después en la forma que se organizan los Grandes Premios. ¿Permitirá Dorna la próxima temporada tantos aficionados paseando por la instalaciones? ¿lo harán más exclusivo a través de entradas mucho más limitadas/caras? Eso es algo que Rossi también ha pedido a la empresa organizadora y de lo que podemos tener noticias en breves.
Bien administrado, el incidiente se podría haber usado para mejorar su imagen.
Y por último, ¿no tenéis la sensación de que se le ha ido de las manos? Lo cierto es que el alcance de todo este lío podría haber sido mínimo (sin denuncias por medio) o haber sido utilizado para mejorar su propia imagen. Lo más sencillo era disculparse, sin poner “peros”, inmediatamente después a través de Twitter o Facebook con esta aficionada y ofrecer, ya que estamos, algún tipo de detalle como puede ser una visita a su motorhome o al box de Yamaha. Y sólo entonces, aprovechar la presencia de los medios para pedir que cambie la situación que se vive en el paddock. ¿No era más fácil así?