Desde 2016, GoPro y Valentino Rossi alcanzaron un acuerdo para que el nueve veces Campeón del Mundo de MotoGP fuera imagen y embajador de la marca alrededor del mundo. Esto no sólo significaba disfrutar de pequeños clips de sus entrenamientos con más o menos regularidad, sino participar en los pequeños documentales que el fabricante americano de cámaras de acción comenzó a producir en las últimas temporadas, dando un acabado más profesional y serio a sus vídeos promocionales.
Hace sólo unos días, GoPro publicaba otra de las piezas realizadas con Il Dottore. En ella, viajamos hasta las instalaciones que Rossi, familia y amigos tienen en Tavullia y que se han convertido en centro neurálgico de los entrenamientos de Valentino y la tropa de pilotos italianos que siguen sus pasos bajo el escudo de la VR46 Riders Academy. Hablan con talentos como Niccolo Bulega o Franco Morbidelli y con personas tan importantes en el intorno de Vale como Uccio o su padre Graziano, que de paso muestra sus dotes al volante de un Audi R8.
Es precisamente Graziano el que nos explica de dónde surgió la idea de lucir el 46 en su moto: "¿El 46? Una noche, cuando Valentino era pequeño, estuvo viendo una carrera en Japón en la que un piloto que salía último ganó la carrera. Él admiraba mucho a este piloto, que llevaba el 46, y me dijo que si algún día se hacía piloto, llevaría ese número". El dorsal coincide también con el que su padre llevó al lograr su primera victoria en dos y medio.
Repasando su trayectoria en la categoría reina del motociclismo, Uccio recuerda perfectamente la primera vez que su fuel amigo se subió a la Yamaha M1 en los test de Sepang: "Un momento muy emocionante es cuando Valentino probó por primera vez la M1. Todavía lo recuerdo, todavía lo tengo guardado en el corazón. Después de la primera vuelta en Sepang, se baja de la moto, me mira a los ojos y me dice: "Lo podemos hacer". Me acuerdo de los japoneses mirándome e intentando entender qué acababa de decir. Llegamos a la primera carrera y ganamos".
Valentino se bajó de la M1, me miró y me dijo: podemos conseguirlo.
Pero no todas las temporadas de Rossi en MotoGP pueden contarse como éxitos. Sus dos años en Ducati no fueron precisamente un éxito, pese a que el proyecto, en la cabeza de todos por aquel entonces, parecía el sueño que todos querían ver hecho realidad: leyendas italianas conquistando el deporte que más aman. Valentino y la fábrica de Borgo Panigale anunciaban su acuerdo para las temporadas de 2011 y 2012, en una temporada pésima en la que sufría una fractura de tibia y peroné.
"Después de 2009 comenzó un período muy complicado en mi carrera", cuenta el propio Vale. "Antes de eso había encadenado cinco títulos en MotoGP y vuelto en 2007 y 2008. Entonces decidí ir a Ducati. En el papel, era un reto increíble. Especialmente porque hablé mucho con Ducati y el programa, en esas palabras, parecía muy bueno. Por desgracia nunca tuvimos esa relación, en primer lugar con la moto. Nunca fui competitivo".
Con Ducati nunca encontré 'esa relación' con la moto.
Graziano va un poco más allá en lo que pudo haber significado la apuesta por Ducati al final de las dos temporadas que pasó vestido de rojo: "Era un sueño suyo que tenía mucho sentido. A mí me gustaba la idea de verle correr con Ducati y hacer resultado con Ducati hasta que nos dimos cuenta de que la moto de entonces no era competitiva. El riesgo que Ducati planteaba a Valentino podría haber significado en aquel momento: dejarlo".
En 2013, Rossi volvía a subirse a "su M1" y, aunque las victorias no llegaron de forma inmediata, Vale volvió a la lucha por el título y logró tres subcampeonatos de 2014 a 2016.
"Creo que Ducati y yo teníamos ideas distintas. Dos años increíblemente díficiles en los que no puedes ganar o llegar al podio. La gente decía que Valentino estaba acabado, que había ganado mucho pero que ya había dado todo. Pero yo sabía que tenía energía y fuerza para volver a ganar, pero necesitaba mi moto, necesitaba la M1. Cuando Yamaha dijo que vale, que podía volver, fue magnífico".
Tenía la energía para ganar pero necesitaba mi moto: la M1.
Uccio también recuerda la vuelta a la fábrica de los diapasones con una sonrisa en la cara pero recuerda que volver a estar al máximo nivel no es tarea fácil: "La vuelta a Yamaha fue preciosa, a nivel humano. A nivel técnico y deportivo no es tan fácil. Después de dos años con una moto que no era competitiva, después de dos años en los que no estás peleando con los pilotos de arriba, incluso si estás sobre la máquina correcta, no vuelve a estar a ese nivel de forma inmediata. No tenía duda alguna que volveríamos a ganar".
2018 no está siendo la mejor de sus temporadas en Yamaha, pero Valentino Rossi ha encontrado nuevas fuentes de felicidad, nuevas ocasiones de devolver lo que el motociclismo le ha regalado:
"Creo que he tenido una buena influencia sobre los nuevos pilotos. Intento hacer lo mejor por mi deporte. La academía es lo que creo que más felicidad me da. Intento compartir mi experiencia pero al mismo tiempo ellos también me dan mucho. Tenemos todos estos jóvenes pilotos que llegaron de ninguna parte y ahora están luchando por campeonatos del mundo. Es algo que queremos que continúe, si encontramos dinero, sí (risas)".
A estas alturas nadie puede poner en duda la grandeza de Valentino Rossi, un icono que promete estar mucho más años con nosotros ya sea como piloto o al frente de la formación de los próximos talentos italianos.