Por Roberto Ruiz
Tierra, árboles, agua, barro, piedras, ramas, subidas, bajadas... un verdadero desafío. La primera edición del «Desafío GS» se celebró en pleno prepirineo leridano y resultó un auténtico éxito, las instalaciones del SIP acogieron a participantes de todo el país. Los circuitos y actividades dejaron boquiabiertos hasta al más pintado.
Desde las enormes Adventure hasta las novísimas Challenge, pasando por GS 1100, 1150 y sobre todo 1200, alguna que otra HP2, varias GS 650 e incluso GS 100, ningún modelo quiso faltar a la cita.
Planteado como un raid amateur, el Desafío reunía tres tipos de pruebas puntuables, y el ganador se llevaría a casa una BMW G650X-Challenge. Por grupos las actividades comenzaron desde el sábado a primera hora.
Una prueba de orientación, con brújula, mapa y GPS suministrado por la organización, demostraría la habilidad de encontrar el mayor número de «waypoints» en un total de tres horas por los más diversos caminos de la zona. Absoluta libertad para «perderse» y disfrutar a lo grande de la naturaleza, pues conociendo estos parajes de Basella, seguro que a más de uno no le hubiera importado apagar el GPS...
Un buen momento en el que demostrar la habilidad y control sobre la moto fue otra de las pruebas puntuables más exigente. Primero tres zonas denominadas «trial», donde penalizaba el número de pies y en las que el buen tacto y finura fueron imprescindibles. Curvas cerradas, estrecheces, equilibrio... Y para los más rápidos un circuito con obstáculos de diversa dificultad con barro, montañas, troncos, arena y todo lo que puedas imaginar donde el cronómetro decidía el ganador.
Pero BMW tenía preparadas más cosas. Además de montar en moto y disfrutar del campo, también hubo lugar para el trabajo en equipo, una prueba donde la toma de decisiones y la participación podía ayudar a ganar algún puesto en la clasificación general. El equipo debía superar un cortado y ser capaz de cruzar una R1200GS por una tirolina. Tal como lo oyes. Con cinchas, cables y poleas, las BMW volaron por el campo y demostraron que no hay obstáculo imposible. Pero la actividad más refrescante aún estaba por llegar. Con cuatro bidones, seis tablones y varias cuerdas, los participantes debían construir una balsa, atravesar un pequeño lago y además montar y desmontar un neumático. Por suerte en este caso las motos no debían flotar de un lado para otro y se quedaron en la orilla viendo remojarse a sus dueños.
Cuesta imaginar una actividad con la que disfrutar tanto en plena naturaleza con nuestras motos, aprendiendo y, sobre todo, divirtiéndose tanto como en este Desafío GS. El buen ambiente y las ganas de hacer trail y enduro fueron las claves del evento. No hay duda de que el año que viene... más.