Nada escapa a los ojos de Dios o, al menos, así lo entiende el Vaticano. Cualquier tipo de comportamiento es susceptible de recibir orientación espiritual. El último colectivo sobre el que la jerarquía católica ha puesto su interés pastoral es el de los conductores. Para ellos ha publicado un documento de 36 páginas, titulado “Pautas para el cuidado pastoral de la carretera”. En él, el Vaticano aconseja sobre los aspectos morales de la conducción y cual es la conducta adecuada que, desde un punto de vista católico, deben observar los propietarios de coches y motocicletas. Y lo acompaña de un nuevo decálogo, especialmente adaptado a los conductores.
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Aunque el énfasis esta puesto en los automovilistas, los motoristas también están invitados a cumplir con estas orientaciones. De hecho, el documento, además de avisar sobre los efectos de una conducción “furiosa”, cita, como otros problemas de tráfico, “el imprudente uso de motocicletas y ciclomotores”.
El Vaticano advierte, específicamente, sobre el “comportamiento desequilibrado” al volante de un coche o a los mandos de una moto, el cual puede resultar en “descortesía, gestos groseros o blasfemia”. Para ello, los conductores deben apelar a las “tendencias nobles” del espíritu humano, recurriendo al autocontrol y evitar así lo que la jerarquía católica denomina “regresión psicológica” asociada a la conducción.
También, bajo un apartado denominado “Vanidad y glorificación personal”, el documento sugiere a los conductores no ser jactanciosos, ya que esa actitud causa la envidia en otros. “Los coches [y las motos] son usados por sus dueños para ostentar y para sentirse superiores a los demás. De este modo, despiertan en el resto de conductores un sentimiento de envidia”.
Ante tal situación, el Vaticano exige la estricta observancia de diez mandamientos, diseñados para los conductores de coches y motos.
- No matarás.
- La carretera debe ser para ti un medio de comunión con la gente y no un daño mortal.
- La cortesía, la rectitud y la prudencia te ayudarán a afrontar acontecimientos imprevistos.
- Sé caritativo y ayuda al prójimo en caso de necesidad, especialmente a las víctimas de accidentes.
- Los coches no deben ser un medio de expresión de poder y dominación, ni una ocasión para pecar.
- Convence desinteresadamente a los jóvenes y a los no tan jóvenes de que no conduzcan cuando no están en condiciones para hacerlo.
- Apoya a las familias de víctimas de accidentes.
- Junta a los conductores culpables y a las víctimas, en el momento apropiado, de tal modo que puedan afrontar la liberadora experiencia del perdón.
- En la carretera, protege a la parte más vulnerable.
- Siéntete responsable ante los demás.