Carlos Checa: "Ducati me quería… pero el equipo no tenía presupuesto"

Dos semanas después de ganar el título mundial de Superbike, para Carlos Checa todavía estaba en juego uno de los pilares de su éxito, continuar con el equipo Ducati Althea.

Venancio Luis Nieto

Carlos Checa
Carlos Checa


Carlos Checa es, sin duda, uno de los pilotos más queridos del motociclismo español. Tras Álex Crivillé y Alberto Puig, fue el tercero de los nuestros en ganar en 500 a mediados de la década de los 90 y, cuando éstos se retiraron, para el de Sant Fruitós continuó una larga carrera deportiva en MotoGP. En el Mundial participó con los equipos de fábrica de Yamaha y Ducati. Después se mantuvo varias temporadas más en activo con escuadras satélite de Yamaha y Honda hasta 2007, con una incursión final con Ducati en 2010. Sin embargo, para entonces el español ya se había ganado su propio sitio en el Mundial de Superbike, aunque sería en 2011, al final de su larga trayectoria deportiva, cuando el piloto español alcanzó con el equipo privado Ducati Althea el ansiado título mundial que había perseguido durante tantos años.

Aunque Carlos ganó el título en la penúltima carrera del año pasado en Francia, confiesa que su recuerdo más intenso pertenece a la última cita de la temporada en Portugal. Siendo ya campeón, en Portimao Checa conseguiría la victoria en la primera manga y sería cuarto en la segunda, pero su elección tiene más que ver con motivos personales que deportivos. Al fin y al cabo, a lo largo de una temporada con 26 carreras -13 eventos con dobles mangas-, Carlos había conseguido 15 victorias, estuvo en el podio en 21 ocasiones, marcó la pole position en seis eventos y se llevó la vuelta rápida en 10 circuitos: «Para mí aquella fue una temporada inolvidable», comienza Checa mientras se refresca después de bajarse de la Ducati. «La vivimos muy intensamente de principio a fin. Todas las carreras fueron importantes, trabajamos muy bien en todas ellas y estuvimos muy acertados en momentos concretos, ya fuera a nivel técnico, mental o en la toma de decisiones.

Eso vino por un excelente trabajo acumulado en las temporadas anteriores y por la experiencia de todos en el equipo. En lo que a mí respecta, creo que estuve a mejor nivel que nunca y muy compenetrado con la moto y el equipo. Todo eso me permitió hacer una temporada tan completa. La verdad es que muchas carreras fueron especiales, pero elegí la de Portugal por motivos muy concretos».

«Pero antes de llegar a Portimao, en la penúltima carrera del año en Magny Cours solo tenía que conseguir un punto para ganar el campeonato. Entonces pensé simplemente en terminar, pero teníamos tanto margen que creíamos que era mejor salir al ataque. Ésa era la mejor manera de celebrar este campeonato, haciendo lo que sabíamos hacer. Para todo el equipo fue algo especial porque sabíamos que íbamos a cumplir y lo conseguimos ganando las dos mangas».

«Después de una fantástica celebración en Francia, empecé a preparar la carrera de Portugal, pero en esos días se complicó la cosa porque yo tenía que continuar en Ducati, pero el equipo no contaba con el presupuesto necesario. Ducati, como fábrica me quería, pero tampoco podían involucrarse demasiado en el equipo porque le faltaban patrocinadores. Yo estaba en medio de todo y con una situación económica que tenían que resolver, pero no quería llegar a Portugal sin saber cuál iba a ser mi futuro. Entonces también estaba la oferta de BMW y los alemanes no se creían que yo aún no hubiera firmado».

Ducati me quería pero el equipo no tenía presupuesto

«Ese fin de semana fue intenso porque yo había ganado ya el campeonato y celebraba mi cumpleaños ese mismo día, el sábado de los entrenamientos, y al equipo técnico le dijeron que no continuaba porque Ducati no podía asumir el coste y el equipo tampoco. La oferta de BMW estaba ahí y era interesante como proyecto, aunque seguramente no para ganar, pero para mí lo importante era continuar con el mismo equipo».

«Algunos estaban llorando de pena en un fin de semana que teníamos que celebrarlo, así que había una gran mezcla de emociones. Entonces yo le dije al jefe de Ducati que sí tenía que continuar con ellos, me debía a mi equipo, independientemente de que Ducati me guste como marca, y que no entendía por qué la situación no se podía solucionar. La opción de Ducati era que continuara en el equipo Effenberg y no nos poníamos de acuerdo. Yo no encontraba ético irme a otro equipo Ducati después de todo lo que habíamos conseguido. Entonces les dije: “O continúo en Ducati con el mismo equipo, o me voy con BMW. Lo solucionáis como queráis, pero ésas son mis condiciones porque no me veo en otro equipo Ducati que no sea éste". Pero me fui a dormir el sábado pensando que iba a correr con BMW al año siguiente. Para mí era una situación tan complicada que pensaba en subirme a la moto el domingo y no me apetecía nada. Técnica y deportivamente todo estaba a punto en el equipo, pero para mí fue el fin de semana más duro de todos».

Le dije: o continúo con Ducati en el mismo equipo, o me voy a BMW

«El domingo, antes de salir a la carrera, mi mánager me despertó y me dijo: “Creo que las cosas se han arreglado, han aceptado las condiciones y dicen que ya encontrarán el presupuesto, pero quieren que continúes en Ducati y, si quieres que sea en ese equipo, de alguna forma será en ese equipo"». «Después de una noticia tan buena como ésa, salí a la carrera sin saber dónde tenía la cabeza».

«Era una carrera complicada», continúa Checa, «pero en la salida me fui con el grupo de delante. Estaban Rea, Laverty y creo que Melandri también. Rodábamos en ese grupo cuatro o cinco pilotos y llegó un momento en el que pensé en acercarme para aprovechar un rebufo en la recta para intentar pasarles al final. Pero en la última curva, al acelerar, la moto me hizo una derrapada como creo que no he tenido otra en toda mi vida, de casi 30 metros en cuarta marcha y a casi 200 km/h. Se me puso de lado y aguanté de milagro», explica Carlos entre onomatopeyas para ayudar a comprender la verdadera dimensión del susto.

Después de este lance, Checa alcanzaría al grupo de cabeza compuesto por Sylvain Guintoli, Jonathan Rea, Marco Melandri, Eugene Laverty y Joan Lascorz. A partir de entonces se fue deshaciendo de todos ellos hasta que por delante solo quedaba Guintoli: «En el momento del susto creo que perdí alguna posición y me llevó una vuelta poder calmarme», sigue explicando entre risas. «Entonces empecé a buscar otra vez el “feeling" con la moto y el neumático, me centré un poco y a partir de ahí comencé a pasar pilotos. Guintoli se había escapado un poco y yo me puse segundo, pero al final bajó su ritmo y también le pude pasar cuando faltaban dos vueltas».

«Así gané aquella carrera, y no solo fue por la victoria en sí misma», puntualiza Carlos mientras su mirada se pierde al rescatar el momento. «También sentí que había ganado conservar unido a mi equipo y, en definitiva, todos nos alegramos porque teníamos la sensación de que había prevalecido el sentido común. De alguna manera, fue una situación en la que el “business" no pesó más al final. Aquélla también era una victoria moral».

«Llegué al box y allí me esperaban todos los mecánicos. Ellos estaban fuera el sábado porque les dijeron que el proyecto se acababa, y el domingo todo volvía. Allí nos abrazamos todos muy felices porque también habíamos ganado la continuidad de lo que para nosotros había sido un sueño, la forma en la que habíamos hecho juntos la temporada y poder seguir adelante en 2012. Por eso todo tenía tanto valor».

«Después nos hicimos unas fotos todos juntos en el podio y también estaban mi padre, mi hermano, Karlos Arguiñano y un montón de gente, y otra en la que estaba todo el equipo técnico. La carrera de Portugal debía haber sido muy tranquila, pero realmente fue una de las más complicadas del año. Creo que tuvimos buena suerte y también contó que habíamos llegado a Portimao con el campeonato decidido. La carrera en sí fue muy bonita porque el circuito es sensacional. En total hice seis o siete adelantamientos, me salvé en el momento de la derrapada y además habíamos conseguido ganar nuestra posición en este paddock. Seguramente el tema económico impedía a Ducati apostar a fondo de nuevo», finaliza Checa, «pero creo que al final fue un acierto para todas las partes. Está claro que en las carreras no todo es amor al deporte».