El sueño de Corey

¿Estarías dispuesto a irte al otro lado del mundo y dejar todo lo que tienes para que tu hijo pueda correr en moto y cumplir el sueño de toda una familia?

David Gómez. Fotos: Photoclick Agencia/Neil Turner.

El sueño de Corey
El sueño de Corey

Cuando piensas en un piloto australiano que ha ido en busca del sueño de correr en moto, a todos nos viene a la mente el nombre de Casey Stoner. Un fuera de serie al que su familia le llevó a Europa para poder correr en moto allá por el año 2000. El resto es historia, 2 títulos de MotoGP en 2007 y 2011 y una precipitada e incomprensible retirada cuando estaba en lo mejor de su carrera. Por ello, al hablar de Corey Turner, uno no puede evitar compararle con Casey. Australia siempre ha dado buenos pilotos, y quién sabe si no estamos ante un nuevo fuera de serie del motociclismo.
Corey nació en la ciudad australiana de Bendigo, en el estado de Victoria. Su padre fue piloto de motocross, y tanto su hermano como su hermana, lo fueron de dirt-track. No fue ninguna sorpresa que con tan solo dos años se pusiera a los mandos de un pequeño quad. A los tres años y medio ya controlaba una Yamaha PW de 50 y su familia le construyó una pista cerca de casa para que entrenara, ya que con esa edad no podía competir. Cuando cumplió los 5, estaba listo para correr, y todos se desplazaron a Queensland. Durante 2 años compitió con una KTM 50 ganando 58 carreras de las 62 en las que compitió. Después ganó tres veces el campeonato estatal de Qeensland en pista de tierra, una el de Nueva Galés del Sur y ha sido campeón de Australia de dirt-track dos veces. Pero no fue hasta que cumplió los 13 años, cuando pudo subir legalmente a una moto de carretera, una Metrakit 80 cc que le enviaron desde España y con la que logró sus primeras victorias antes de dar el salto a Moto3, donde batió records de vuelta rápida y siguió ganando carreras.


El decisivo paso de volar a Europa


En ese momento, Neil Turner, el padre de Corey se da cuenta de que si quieren seguir progresando, deben ir al país con el campeonato nacional más competitivo del mundo, por lo que ponen rumbo a España para disputar el CEV de 2013 en Moto3 y se mudan a Barcelona. «Contactamos con varios equipos para correr en España y finalmente nos decidimos por el Larresport» nos cuenta Neil, «pero la moto era una Honda con chasis FTR, casi de serie y con la que apenas podíamos clasificarnos para la carrera. Fue muy frustrante para todos, pero sobre todo para Corey, ya que no pasaba del puesto 40». En ese año era fácil ver en cualquiera de las citas del CEV dos mangas de entrenamientos para la categoría de Moto3, debido al gran número de inscritos. «La verdad es que no teníamos mucho presupuesto y en el equipo nos insistían en que para mejorar había que invertir mucho dinero. Total, que desde la segunda carrera de Albacete decidimos ir por nuestra cuenta», continúa Neil. «Aquel año solo sirvió para que Corey aprendiera los circuitos en los que se disputaba el campeonato, y cada día se nos pasaba por la cabeza el dejarlo todo y volver a Australia. Teníamos una moto que era muy lenta y nada de dinero». En esa época aparece Frank Beaton, el importador de la marca Rock Oil para España, un británico amante de las motos y que se interesa por la historia de esta familia. La primera temporada de Corey en España acaba en Jerez, y la desilusión hace mella en todos ellos. El joven piloto se va a Inglaterra unos meses y su padre habla con Frank de la posibilidad de correr en Moto2 al año siguiente, una categoría que sobre el papel parece más igualada. Durante el invierno consiguen un trato con la gente de FTR y cambian la FTR/Honda por una Moto2 del año 2011. El propio Frank alquila una furgoneta y pone rumbo a Buckingham, donde está la sede del fabricante británico de chasis. De camino recoge a Corey en Londres, y ambos se presentan a recoger su moto para 2014. Pero la moto no estaba ni montada, y lo único que pueden hacer es cargar todas las piezas en la furgoneta y volver de regreso a España. «Yo tengo un amigo que tiene un terreno cerca de donde yo vivo y les conseguí una caravana para que se pudieran instalar», nos cuenta Frank, «no tenían dinero para seguir en Barcelona y era la única opción disponible en ese momento». Todos se pusieron manos a la obra para montar la moto, pero a pesar de los esfuerzos no llegan a la primera carrera, en Jerez. Pero eso no desanima a Corey, que sigue entrenando duro gracias a la ayuda desinteresada de un preparador físico dueño de un gimnasio cercano. «La moto tuvimos que montarla casi de cero», recuerda Neil «no traía ni las estriberas puestas. Estuve cerca de una semana trabajando a destajo para poder montarla. Teníamos lo básico, y ni siquiera nos sobraba un juego de llantas para poder montar otros neumáticos, por lo que si teníamos la mala suerte de que lloviera, no podríamos cambiar las ruedas». El año fue bastante duro, ya que también era la primera experiencia para Corey con una moto de 600 cc y a pesar de los esfuerzos, la moto no daba mucho más de sí. Además, Corey notaba también la responsabilidad de pilotar al máximo, pero siempre con el pensamiento de que si surgía algún problema gordo en la moto, podría ser el final, no solo de esa carrera, sino de toda la temporada. Eso afectó bastante al pilotaje del joven australiano, que a pesar de todo logró su primer punto en una de las dos carreras de Portimao. «Lo más difícil de todo era conseguir el dinero para ir a entrenar, ya que los test oficiales nos suponían mucho dinero, sobre todo el viaje» comenta Frank. «Fue entonces cuando conseguimos la ayuda de Mike Dickinson, y gracias a su experiencia logramos poner a punto la Moto2 sin grandes costos, aprovechando rodadas y tandas libres». Mike es un ex piloto sudafricano que vive cerca de Alicante y que tiene una empresa con la que organiza cursos de conducción para extranjeros aprovechando el buen clima de nuestro país, además asesora a varios equipos del BSB.


El inicio del Champi Team


Al término de la temporada, Corey y su padre se mudan a la casa de Frank, donde pasan el invierno tratando de planificar una nueva temporada. El abuelo y uno de sus hermanos les envían regularmente algo de dinero con el que intentan mejorar la moto. La envían de nuevo a la fábrica, con la esperanza de que puedan ponerla a punto de cara a un nuevo año. Y es entonces cuando se ponen en contacto con Manuel «Champi» Herreros. «Yo venía de colaborar los dos últimos años con el equipo de Aspar en Moto3», nos explica Champi, «y llevaba todo el año dándole vueltas a la cabeza, para ver cómo podía montar algo propio, un equipo en el que poder volcar mi experiencia. Y de repente me encuentro con Corey, y con una familia entera volcada en el sueño del chico. Desde el primer momento la historia me atrapó, y buscamos la manera de poder colaborar». El presupuesto sigue siendo muy limitado, pero la familia logra reunir el dinero suficiente para comprar un motor en Inglaterra, con lo que pueden empezar la temporada con algo más de recambio. «Nosotros hemos puesto toda la parte logística para que pudieran desplazarse de la mejor manera posible», continúa Champi, «pero no cabe duda de que con algún patrocinador habrían mejorado mucho los resultados. Lo que más me gusta del chico es que nunca se ha quejado, pilota lo que tiene y da lo mejor de sí mismo. Siempre tiene una sonrisa y transmite alegría a todo el equipo».
Esa sencillez hace que sean muy apreciados dentro del paddock, y no era raro ver a lo largo de la temporada a miembros de otros equipos echando una mano a Neil para poner a punto la moto. «Con la FTR estábamos al límite de prestaciones, por lo que cuando surgió la opción de tener una Suter nos terminamos de gastar lo poco que nos quedaba», dice Neil. «Pudimos vender la otra moto y compramos la que llevó Andrea Iannone en 2011, que es con la que hemos acabado la temporada. Pero tras cada carrera teníamos una reunión en casa. Tratábamos de buscar el dinero necesario para disputar la siguiente». Y no todo eran malas noticias, ya que el equipo JP Dog-fight invita a Corey a viajar a Japón para disputar las 4 horas de Suzuka, una de las carreras que se realizan con motos SuperSport durante el gran evento de resistencia de las 8 horas. Corey se puso a los mandos de una Yamaha R6. «Esa ha sido una de las mejores experiencias del año», recuerda Corey. «Poder ir a disputar esa carrera fue muy bonito, y a pesar de que no conocía ni la moto, ni los neumáticos y por su puesto, ni el circuito, logré el 5º mejor puesto en la clasificación. Además, durante la carrera llegué a rodar en segunda posición. El equipo quería que siguiera corriendo con ellos en el campeonato japonés, pero queríamos volver a España para acabar el campeonato».
Con la Suter mejoraron las prestaciones, pero no dejaba de ser una moto antigua, muy lejos de las Kalex o Tech3 que han dominado este año. «El motor más rápido de los que tenemos es precisamente el que montaba LaMoto2 el año pasado con Bonastre», dice Frank, «está siempre entre los diez o doce más veloces en cada circuito». La tercera temporada en España llega a su fin, y Corey vuela a su país por primera vez en dos años, un merecido premio y que le servirá para pasar las navidades con su gente. Unos días después volará también su padre, Neil, que aún tiene dinero por cobrar de la venta de su casa allí en Australia. Todavía no saben qué harán en 2016, pero el buen hacer del piloto, que no se queja nunca de su moto, que se adapta a pilotar lo que tiene de la mejor manera posible, le ha abierto algunas puertas. «Yo sé que con un poco más de dinero podríamos haber estado regularmente en el top10 en cada carrera», sentencia Champi. «Suelo ir a pie de pista a ver al chico y realmente tiene mucho talento. Pero es mucha responsabilidad para alguien tan joven el saber que si tienes una mala caída no solo te puedes hacer daño, sino que además puede que no tengas dinero para reparar la moto. Y eso se nota a la hora de dar gas…».