Comparativa BMW C 600 Sport y Yamaha T-Max 530

Llevan más de un año en el mercado y ya hemos hecho pruebas y comparativas, pero la pregunta seguía en el aire: en pilotaje al límite en carretera, ¿cuál es más eficaz, el BMW C 600 Sport o el Yamaha T-Max 530? Hagan sus apuestas…

Josep Armengol. Fotos: Lluís Llurba

Comparativa BMW C 600 Sport y Yamaha T-Max 530
Comparativa BMW C 600 Sport y Yamaha T-Max 530

Hacía mucho tiempo que teníamos pendiente hacer esta prueba, realmente desde que llegó al mercado el BMW nos rondaba por la cabeza enfrentarlo al T-Max sin intermediarios y sin contemplaciones. No se trataba de hacer una comparativa como uno podría esperar en la prueba de un scooter, analizando sus aspectos prácticos, más bien queríamos rememorar aquellas comparativas que hacíamos a principios de los años 90, cuando el mercado de las motos deportivas estaba en efervescencia… No era solo curiosidad nuestra, muchos han preguntado eso de «¿y qué tal aguanta el BMW frente al T-Max si vas rápido?». Hay que tener claro que los tiempos han cambiado: las carreteras están llenas de radares (¡hasta hay por el aire!) y según cómo y dónde puedes convertirte en un criminal solo por estar disfrutando de tu vehículo con margen de seguridad. Pero todavía quedan zonas en las que escapar de esa vigilancia, zonas en las que precisamente estos dos scooter estarán como pez en el agua si de lo que se trata es de ver de qué son capaces «pilotándolos».

A estas alturas ya conocerás las credenciales de nuestros dos protagonistas: el T-Max que desde el año pasado es «530» (antes 500) es un scooter deportivo con un motor de 46 caballos que pesa 218 kg con gasolina. El BMW sube la cifra de potencia hasta los 60 CV (el motor cubica 647 cc) pero también la del peso llega hasta los 249 kg lleno… Y los dos rondan los 11.000 euros, que no es poco.
Por terminar con las cifras está el manido tema de la relación «peso/potencia». Es algo que, si se hace, debe hacerse bien, porque no conozco ninguna moto que acelere sin piloto: al peso de la moto tendremos que sumar el de un piloto (pongamos 80 kg equipado) y -ya sí- dividirlo por la potencia disponible. De esta forma descubrimos que a pesar de los 30 kg de más del BMW, el alemán compensa con su mayor potencia: 5,5 kg/CV frente a 6,5 kg/CV para el Yamaha. Como sabe cualquiera que haya probado los dos, o puedes comprobar tú mismo pasando a las páginas finales de esta comparativa y repasando las cifras de aceleración o velocidad máxima, el BMW corre más que el Yamaha. Punto.Pero eso es en línea recta...

En línea recta, incluso en zonas de curvas a poco que éstas sean rápidas, todos teníamos claro que el BMW sería prácticamente inalcanzable para el Yamaha, porque la estabilidad de ambos en zonas rápidas es impecable (aunque son las dos excepciones en el mundo scooter), y ahí mandan las prestaciones. Pero ¿qué pasa cuando las curvas se van cerrando y las rectas desaparecen? ¿Llegaríamos a un terreno en el que se inviertan las posiciones y sea el Yamaha quien saque la cabeza? Parece que todo el mundo tiene claro que así es, en foros y tertulias de bar se da por hecho que el BMW corre mucho, pero que es el Yamaha el que tiene mejor chasis y tacto de rueda delantera y por lo tanto el rey de las curvas.
Yo también pensaba eso. Pero durante las últimas semanas, en que he tenido la suerte de tener la llave de los dos en el bolsillo y he ido alternando de uno a otro, dándome las tardes de vuelta a casa paseos por territorios habituales y por otros que lo eran menos últimamente, recordando viejos tiempos… poco a poco esa idea cambió. Conozco muy bien el T-Max en todas sus variantes y a los mandos de este «fácil» 530 redescubrí puertos por los que hacía años no pasaba, como si la última vez hubiera sido la semana anterior. Pero una y otra vez el BMW me sorprendía positivamente… así que, cuando ya tenía mi opinión formada, aproveché la sesión de fotos «con mono de cuero esta vez», para enredar a mi compañero Sergio (Romero) y nuestro colaborador Manolo López: ellos son a quienes ves en las fotos y pasaron por algunos de los puertos previamente probados, cada uno con una hoja y bolígrafo en el bolsillo para ir puntuando y opinando después de cambiarse de moto: a ver qué les parecía el enfrentamiento, en vivo y en directo.

Dicho y hecho: mono de cuero, espaldera, botas, guantes y cascos «de foto» pero también «de trabajo», revisión de presiones y… al lío, saliendo de nuestra redacción en Madrid haciendo un poco de ciudad y un mucho de autovía. Ya en situación, la carretera que sube desde la A6 hacia Navacerrada y hasta el puerto de dicho nombre (CL-601) forma un puerto rápido aunque no sin cierta dificultad, que en estas motos es prácticamente gas a fondo quitando algún punto concreto. Los fines de semana suele ser un atasco permanente (por la estación de esquí en invierno y el paisaje dominguero en verano) pero entre semana y sin mucho tráfico, no es difícil hacerlo un par de veces de subida y bajada para poder cambiar de moto y comparar.
Tanto C 600 como T-Max se adaptaron muy bien al terreno, con la precisión y estabilidad necesarias para hacer el puerto a fondo sin sobresaltos. Subiendo y como era de esperar, la superior potencia del BMW le daba clara ventaja al germano, pero también se sentía mejor asentado de suspensiones, sensación que se confirmaba de bajada: aquí el motor importa menos pero la suspensión trasera del Yamaha (poco firme) no daba tanta confianza como la del BMW, y los frenos del T-Max también se fatigaban antes, de forma que la maneta bajaba de forma alarmante, mientras los frenos del BMW aguantaban perfectamente.
El tema de los frenos, que se repetiría, nos sorprendió: el T-Max monta mejores componentes y tiene mejor tacto… hasta que abusas. El BMW utiliza de serie latiguillos inextensibles, su tacto es peor de entrada (maneta dura y poco mordiente inicial) pero en uso intensivo la cosa cambia y se pone a su favor. Además, el ABS del BMW (de serie, opcional en el T-Max) solo entra delante en frenadas muy al límite y es rápido, frente al más intrusivo (y lento de reacciones) del T-Max. En cualquier caso y frenada aparte, en el puerto rápido hubo victoria (esperada) de BMW subiendo, pero no tan esperada también bajando.

Desde lo alto del puerto de Navacerrada tomamos la M-604 hacia Rascafría donde ya se disfruta de un buen número de curvas bastante lentas. Ese tramo, y sobre todo desde Rascafría hacia Miraflores de la Sierra por la M-611 (puerto de La Morcuera), es donde el Yamaha debía poner las cosas en su sitio: curvas «de primera» (primera marcha quiero decir, aunque aquí no tengamos de eso…) donde aquella famosa frase de Mick Doohan de «prefiero un kilo de menos que un caballo de más» podría, junto al proverbial tacto de tren delantero del T-Max, dar ventaja al japonés sobre el alemán...
Pues como supongo ya te estás imaginando, el BMW nos volvió a sorprender. El tren delantero es más rígido y esto ya sí lo notas en este tipo de curvas, de forma que tienes más y mejor información de cómo pisa la rueda delantera. La suspensión trasera se muestra de nuevo claramente más infatigable y precisa, y por ningún lado aparecen debilidades de chasis. Además, el BMW permite inclinar mucho más que el Yamaha y esto, que ya habíamos apreciado en el otro tramo, en este puerto es más  importante porque llega un punto en que sobre el T-Max tienes que «rendirte»…

Yo sospechaba lo que se habrían encontrado Sergio y Manolo así que estaba esperándoles en el garaje a la vuelta de la sesión de fotos y subida/bajada de puertos. Les había adelantado que se iban a llevar una sorpresa con el BMW, aunque Sergio no lo creía y Manolo menos: su moto de diario, como yo, es un T-Max... Pero solo hizo falta un intercambio de miradas para saber que el BMW había ganado claramente.
Por supuesto que en moto hay algo más que ir a fondo, aunque esta comparativa «iba de esto». Está lo que llamamos el «agrado de conducción» en el que sí gana el Yamaha: nuestro T-Max era la unidad de pruebas del año pasado y acumulaba ya 15.000 kilómetros pasando de mano en mano (un duro castigo, créeme). Pese a ello, por tacto, ruidos o acabados parecía nuevo: Yamaha lleva muchos años refinando su producto y ha sabido darle un altísimo nivel.
En el BMW algo ha cambiado: iba mucho más suave y estaba mejor acabado que ninguno de los que probé el año pasado. Luego nos confirmaron que efectivamente se han cuidado ciertos detalles, tenía que ser eso o nuestra unidad estaba muy bien elegida y rodada. Aún así su motor sigue «gruñendo» (el Yamaha «ruge») y en vías rápidas la pantalla vibra provocando turbulencias en el casco (perfecta en este sentido la del T-Max).