Suzuki Endurance Racing Team y Dominique Meliand, cuando el final es irrelevante

Si no es un final feliz, es porque no es el final. La frase bien podría estar sacada de una taza de Mr. Wonderful, pero en el caso de Dominique Meliand y el Suzuki Endurance Racing Team –SERT para los amigos- es una realidad.

Cuando el camino es tan largo y exitoso, la meta es casi lo de menos. Como si fuese un libro de Haruki Murakami, el recorrido por sus cientos de páginas es tan intenso, tan cargado de enseñanzas y emotividad, cerrar la tapa del mismo deja una sensación de desazón, de historia inacabada.

Esto se debe a un hecho muy sencillo: el final del libro no supone el fin de la historia. El final de la era Dominique Meliand no supone el final del SERT. “Ha llegado el momento de pasar las responsabilidades a la próxima generación", dice el hombre que pasó de ser un trabajador de Gas de Francia a convertirse en el hombre más laureado de la historia de la resistencia.

Es cierto que el epílogo de la historia alcanzó unas cotas de drama realmente injustas para la historia más grande jamás contada en la modalidad. Los últimos pasajes han sido realmente duros, especialmente el trágico 2017 en el que falleció Anthony Delhalle. El mismo día de su funeral, Meliand tuvo que someterse a una cirugía cardiovascular que duró siete horas.

Aunque Meliand regresó un año después, parecía cada vez más claro que su adiós al SERT se acercaba, y hace unos meses confirmó que se produciría al término de la temporada en Suzuka. Por momentos, la historia se encaminó hacia un final feliz, acariciando un último título en un sueño que se rompió junto al motor de la Suzuki GSX-R1000 a tan solo seis minutos del final.

El desasosiego se apoderó del box del SERT, que no daba crédito al cruel epílogo del libro de Meliand. Las caras en el podio –al que subieron como terceros clasificados de la temporada- lo decían todo. Sin embargo, y como sucede con Murakami, la sensación inicial que produce el cierre del libro va desapareciendo poco a poco, y lo que queda es el poso de todo lo anterior.

En el SERT, lo que quedó fue un ambiente de fiesta. Cuando se dieron cuenta de que lo urgente les había empañado la visión de lo importante, se percataron de que antes de perder el título de 2019, con Meliand habían celebrado 15. ¡Quince títulos mundiales!

Que cuarenta años de historia acaben con un motor roto no es sino la prueba de la extrema crueldad de la resistencia, y de la dificultad de conquistar un solo título mundial. Meliand lo hizo en 1983, en su cuarta temporada tras la creación del equipo en 1980. Después de eso, ganó otros 14 más, el último de ellos en 2016.

Meliand estuvo en el sitio adecuado en el momento justo. El cuándo fue ese 1980, año de comienzo del Campeonato del Mundo de Resistencia. El dónde fue entre Suzuki y el campeonato. La marca de Hamamatsu quería entrar al certamen tras haber vencido en Suzuka en 1978 de la mano de Yoshimura; y Meliand puso a su servicio sus diez años de experiencia desde que se dio cuenta, en el Bol d’Or 1970, que ser piloto no era lo suyo.

Fue el prólogo de la relación más exitosa y constante de la resistencia. La conexión franco-japonesa se ha mantenido inamovible desde entonces, y más allá de los éxitos numéricos (desgranados al final del artículo), el SERT consiguió un intangible que desborda el enrase matemático: convirtieron la victoria en rutina y el título en el desenlace más probable.

Si bien Honda y Kawasaki tuvieron épocas de grandes éxitos, y en los últimos años el GMT94 Yamaha ha llegado a sostenerles la mirada antes de la irrupción a nivel mundial del F.C.C. TSR Honda y la consumación del SRC Kawasaki; la realidad es que cuando se habla de motociclismo de resistencia las iniciales SERT infunden temor y respeto a partes iguales, y Suzuki es la marca puntera como lo es Honda en las últimas décadas de 500cc y MotoGP o Ducati en el Mundial de Superbike. Con épocas cuasi hegemónicas (nueve títulos de once posibles entre 2005 y 2016) y sequías de títulos de casi una década, siendo siempre la constante.

Si hubiese que hablar de pilotos, nombres como los de Vincent Philippe, Hervé Moineau, Keiichi Kitagawa, Anthony Delhalle, Mathieu Lagrive, Christian Lavielle, Richard Hubin, Bruno Le Bihan o Pierre-Etienne Samin serían alguno de los que merecerían capítulos propios. Ya se invierte tinta cada día en escribir sobre pilotos, y se trufan artículos con espectaculares fotos de motos en pista. Hoy no. Hoy se trata de la historia de Meliand, del otro lado del muro.

Del hombre que, consciente de sus limitaciones encima de una moto, decidió cambiar de vida y encauzar su pasión de la mejor forma posible para, desde la humildad que se requiere para apartarse del papel protagonista del piloto, alcanzar la grandeza como jefe. “Nada de esto hubiera sido posible sin Dominique", decía Toshihiro Suzuki en la fiesta en su honor. Todo dicho.

Ante semejante historia, ¿qué importa el final? Solamente se puede decir: Merci pour tout, Monsieur Meliand.

PALMARÉS SERT CON DOMINIQUE MELIAND (1980-2019)

• 15 títulos mundiales:

• 66 victorias internacionales en resistencia