Afrontamos la última pero no por ello menos interesante etapa de las ya disfrutadas. El sistema montañoso se asienta y nos descubrirá más de un secreto en perfecto estado de conservación. El verde paisaje de la abundante vegetación será la antesala a la recompensa del azul del Mare Nostrum.
La Seo de Urgel, nuestro anterior final de trayecto marca ahora el punto de partida para afrontar la última etapa de la Travesía de los Dos Mares. Continuamos por la N-260 con dirección a Puigcerdá para recorrer el eje pirenaico a este lado de la frontera hasta nuestro destino portuario. ¡Atento! porque su nombre cambia al alcanzar Puigcerdá. El inicio es rápido y en ascensión con curvas amplias pero ciegas, sin prisas, en un rato ganaremos 1.100 metros de altura. Dejamos Lérida para adentrarnos en Gerona, que no abandonaremos hasta el final de nuestra ruta. Sin entrar en la vacacional y fronteriza Puigcerdá, la vía ahora pasa a llamarse N-152, la ascensión sigue ahora ya en forma de puerto de montaña y las cercanas estaciones de esquí de Masella y La Molina nos recuerdan que en la época más fría del año quizá no sea buena idea recorrer esta zona por el riesgo de hielo o nieve. Pero ahora no es un problema, todo lo contrario, y nos muestra la otra peculiaridad intrínseca de las estaciones invernales: la belleza alpina de su entorno nos acompaña deleitándonos a medida que ganamos cota. Ojo porque el asfalto se resiente de las condiciones meteorológicas extremas, y ondulaciones o alguna grieta nos pueden sorprender en alguna de las ahora más cerradas curvas. Coronamos el puerto del Collado de Toses, estamos a 1.800 metros de altura y empezamos el descenso hacia Ripoll, dejamos atrás la Baja Cerdaña para adentrarnos en la comarca de El Ripollés.
La villa condal de Ripoll ampara la que fue la cuna de la cultura catalana, «el bressol de Catalunya». También acoge al río Ter, que nos acompañará durante el siguiente tramo, y su afluente el Fresser, que lo hizo desde Ribes de Fresser al bajar por la N-152, y que confluyen en la misma población tomando rumbo al mismo Mediterráneo que nosotros también buscamos, aunque a una latitud inferior.
La N-260 vuelve a aparecer en Ripoll, pero la dejaremos para más tarde. A pesar de que la salida por la C-26 nos traslada en sus primeros kilómetros por la zona industrial de la románica ciudad, la recompensa no se hará esperar. Para ello nos desviamos también de esta carretera una vez pasado San Juan de las Abadesas, donde su monasterio del siglo IX –único femenino hasta el siglo X- tal vez te invite a hacer un alto en el camino. Estamos en el Valle de San Juan y un cruce señala la C-38 y Camprodón más adelante. No hay pérdida, el Ter nos escolta aunque en sentido inverso. En Camprodón, con sus múltiples puentes –alguno de índole incluso privada- toma más fuerza gracias a la aportación del Ritrot. Las solariegas e impresionantes mansiones de la población llaman nuestra atención, evocando pasados más que acomodados de algunos privilegiados que decidieron fijar su residencia de verano en tan fresca zona.
Más arriba, desviándonos por la carretera de Setcasas llegamos al pueblo del mismo nombre, más modesto que el anterior pero no falto de encanto. Nuestro compañero de ruta, el Ter, nace no lejos de aquí y en la búsqueda de su inicio probablemente continuaremos la carretera hasta la Estación de Esquí de Vallter 2000, alcanzando esa cota tras un repertorio de curvas a cual más retorcida.
Deshacemos camino hasta el cruce donde encontramos la C-38, retomando la C-26 hasta Olot, capital de La Garrocha y asentada sobre una zona volcánica ya extinguida, que compone el Parque Natural del mismo nombre. Mucho más moderna que las anteriores ciudades, cuenta con la plaza de toros más antigua de Cataluña (1859) y una curiosa industria escultórica, donde «El Arte Cristiano» es su máximo exponente. Si tienes ocasión no dejes de probar las patatas de Olot, encuadradas dentro de la «cocina volcánica».
Volvemos sobre la N-260, que, cosas del progreso, ahora pasa a llamarse A-26 y está desdoblada. No permitas que la comodidad de la vía te impida hacer un alto en Besalú, en magnífico estado de conservación, y busca la foto de su puente amurallado así como de sus rincones medievales. Al salir, la autovía vuelve a su origen como N-260 y nos llevará ya hasta Figueras, capital de Alto Ampurdán, donde encontramos el Teatro-Museo de Dalí. Si te topas con él sin querer lo reconocerás inmediatamente. Llegamos al final de la etapa, y de la ruta, pero antes la carretera se tornará sinuosa y nos acercará a la costa, amoldándose al relieve de ésta y alertándonos de que Portbou está ya cercano. Una vez allí la primera impresión es que el tiempo hace mucho que se detuvo, no tanto como en las plazas recientemente descubiertas, pero como para que nos llame la atención. A pesar de esto cuenta con puerto deportivo, donde descubrirás la recompensa de ver el Mar Mediterráneo con todo su esplendor.