Después de alcanzar el mes pasado el ecuador de la Ruta de la Plata, iniciamos la tercera etapa en Hervás y con la mirada puesta en Salamanca, otro de los atractivos más destacados del recorrido. Pero antes nos encontraremos con paradas obligadas a pie de carretera. La N 630 continúa guiando nuestros pasos tras abandonarla de forma transitoria para conocer Hervás; de vuelta a ella nos topamos con Baños de Montemayor y su calzada romana, que sigue aquí su camino desde Emérita Augusta –Mérida–, hasta Asturica Augusta –Astorga–. Originalmente atravesaba la población y, durante la Edad Media, sirvió de infraestructura a los caminos de la trashumancia, coincidiendo en parte con la cañada ganadera vizcaína.
Poco después abandonamos terreno extremeño para adentrarnos en la más fría comunidad castellano-leonesa, ganando altura hasta llegar a la bella localidad de Béjar. A medida que nos acercamos al centro contemplamos, a lo lejos en el margen izquierdo de la carretera, las murallas que rodeaban antiguamente la ciudad y de la que, en la actualidad, sólo se conserva el tramo occidental. La imponente presencia de la torre de Santa María del Pilar nos sirve de referencia para girar a la derecha y tomar rumbo a Candelario. Un corto pero intenso tramo de rallye nos lleva hasta esta localidad entre rasantes y curvas de buen asfalto. Lástima que el frío intenso y la nieve derretida que cruza de un lado a otro el firme, nos corte las ganas de estirar el bicilíndrico nipón. ¡Como para pensar en subir a La Covatilla! No descartes un acercamiento a la estación de esquí… siempre que el clima acompañe. Mientras tanto, disfrutamos del conjunto histórico artístico del lugar, su esbelta iglesia parroquial, sus empinadas calles empedradas o los curiosos balcones y batipuertas de madera.
Una vez finalizado el pequeño escarceo hacia Candelario, volvemos por nuestros pasos bajando por la retorcida carretera hacia Béjar y la N 630. Como viene sucediendo durante la práctica totalidad de la ruta desde Sevilla hasta aquí, el tráfico en la Nacional es tan escaso que pasarán kilómetros y kilómetros sin encontrarte a nadie. La V-Strom sigue poniendo de su parte para que, rodando sobre una carretera salpicada por placas de hielo, sigamos en pie abusando del ABS y con la moto bajo control gracias a una posición a los mandos que lo facilita al máximo. Vienen curvas, incluso revueltas de segunda a muy bajo régimen, pero las temperaturas negativas no ofrecen margen de maniobra.
A medida que nos aproximamos a Salamanca se anima el ambiente. Hay más tráfico y movimiento de furgonetas y camiones. Sin duda nos estamos acercando a una localidad con una gran actividad económica, en este caso, impulsada por la explotación y artesanía chacinera del cerdo ibérico… ¡hasta la cuerda! Encontramos a nuestra derecha, nada más entrar en Guijuelo, el Consejo Regulador de la Denominación de Origen y, más adelante, las diferentes empresas y comercios que nos sirven tan preciado manjar, capaz de dar a conocer en todo el mundo esta localidad. Pocos kilómetros nos separan ya de la capital salmantina, una joya patrimonial capaz de reflejar con excepcional fidelidad nuestra historia.
Así, Salamanca nos recibe poniendo a nuestro servicio cualquiera de sus puentes sobre el Tormes, cada cual con más raigambre y estilo, para adentrarnos en las entrañas de una ciudad mágica. Desde la Plaza Mayor, pasando por la Casa de las Conchas, la Catedral o la Universidad, conventos y palacios, cada edificio, cada rincón desprende el aroma del pasado y, gracias al bullicio estudiantil, la energía del futuro que refleja un presente lleno de vida.
Dejamos atrás Salamanca por el Norte. Su plaza de toros nos indica lo próximo a la salida de la ciudad con la presencia del Estadio Helmántico de la Unión… ¡Qué grandes jornadas en Primera y cómo se celebró el último ascenso! Dicen que la vida transcurre por ciclos y el del equipo de fútbol debe estar en uno de esos que deberían pasar al olvido cuanto antes.
Pasamos Cazada de Valdunciel a nuestra izquierda, El Cubo y Corrales en tramos más o menos rectos y cada vez con más tráfico sobre la Nacional. Así, cambiamos las aguas del Tormes por las del Duero en nuestra llegada a Zamora. Como sucediera en Salamanca, sus puentes de acceso al centro son protagonistas, con el añadido de la férrea muralla en la capital zamorana y las vistas, a los pies del río, de la Catedral de la Magdalena, peculiar y hermosa como pocas. Nos dicen que justo aquí, con la llegada del buen tiempo, los zamoranos se acercan a bañarse en las aguas del Duero. La arena a los pies del cauce, las sombrillas y el chiringuito a pocos metros de la orilla así parecen atestiguarlo.
El río Esla nos acompaña en el trayecto que nos conduce desde Zamora hasta Benavente, toda una señora ciudad con nada menos que 20.000 habitantes y una comarca adscrita que suman 50.000 en total. Encontramos mucha vida en sus calles principales, mientras disfrutamos de su riqueza arquitectónica reflejada en las iglesias de Santa María del Azogue y de San Juan del Mercado, la curiosa Torre del Caracol a los pies del Parador Nacional o el edificio consistorial. No son más que excusas para detenernos momentáneamente en nuestro periplo, recobrar fuerzas y tomar aire pensando en afrontar el último tramo de la Ruta de la Plata.
1 Salamanca
Como buena ciudad universitaria, Salamanca aporta al viajero ese toque jovial y lleno de vida que le otorgan los estudiantes en cada rincón de sus calles. Si a ello le unes la enorme riqueza artística que atesora, nos encontramos con un entorno idílico de obligado descubrimiento. No en vano, en 2002 fue declarada Ciudad Europea de la Cultura, una celebración diversificada en forma de exposiciones, representaciones callejeras y unión de tendencias de todo tipo que enriqueció aún más el día a día de una capital tan inquieta como bulliciosa y acogedora.
2 Valparaíso
A la altura de Corrales, sobre el margen izquierdo de la carretera, encontramos un torreón que nos recuerda la existencia, en estas mismas tierras, del Imperial Monasterio Cisterciense de Nuestra Señora de Valparaíso. Fundado en 1143 por Alfonso VII, cambió de ubicación bajo el mandato de Fernando III el Santo. Dicen que fueron los ermitaños que ejercían su espiritualidad en una serie de cuevas excavadas en el monte, los que originaron la creación del templo. Un torreón nos recuerda el viejo esplendor de sus claustros y las obras de arte que se alojaban en su interior.
3 Zamora
La Catedral de la Magdalena es referente obligado en la vista panorámica de la ciudad de Zamora. Forma parte del abundante románico tardío que atesora la ciudad, y como particularidad cabría destacar la curiosa unidad de estilos dado el corto período de tiempo empleado en su construcción. Tal vez en parte por ello se consagró desde sus inicios como una de las catedrales más vanguardistas del siglo XII. Impulsada por Alfonso VII el Emperador y su hermana Doña Sancha, muestra la afinidad de la época a los cánones clásicos mezclados con influencias cistercienses y orientales.
4 Barcial del Barco
La llegada al pueblo de Barcial del Barco se encuentra presidida, a nuestra izquierda, por la sorprendente imagen de una torre octogonal en la parte superior, ya que desde abajo parte en forma cuadrangular. Pertenece a la iglesia de Santa Marina y además de sus formas, llaman la atención sus largos y esbeltos arcos de medio punto, confiriendo una notable elegancia al conjunto. El interior guarda un retablo con interesantes pinturas que muestran diferentes escenas religiosas, algunas de ellas de tremenda belleza, aunque como el exterior, necesitan una restauración por fortuna ya impulsada.
Denominación: Ruta de la Plata (III)
Origen: Hervás
Destino: Benavente
Recorrido: 230 km