Ruta del Cid (III)

En nuestra tercera etapa siguiendo los pasos del Cid a través del Cantar, nos adentramos en la comunmente denominada «Tierras de frontera», la extensión donde los dominios musulmanes y cristianos se encontraban… y luchaban.

Luis López. Fotos: Juan Sanz

Ruta del Cid (III)
Ruta del Cid (III)

Cuenta la historia, y más en concreto el Cantar, que la compañía del Cid cabalgaba de noche y descansaba durante el día para evitar ser avistados por fortalezas enemigas. Así, se refería al castillo de Atienza como «una peña fuerte». Aquí comenzamos el recorrido en tierras de Guadalajara, bien pertrechos para recordar las vicisitudes de Rodrigo Díaz de Vivar en su periplo de destierro y reconquista; qué mejor forma de hacerlo que con una moto de suspensiones largas y alta de asiento… ¡a caballo! Perdón, a los mandos de la nueva F 800 GS Adventure, nuestra «Babieca» particular.

Dejamos Atienza para abordar la CM-1001 en busca de Naharros, al que atravesamos, y Robledo de Corpes, del que encontramos el desvío a nuestra izquierda. Desde el inicio y hasta Hiendelaencina el asfalto es de buena calidad y apenas serpentea el trazado a su paso por Naharros. Ancho decente y muy poco tráfico predominan, tal y como sucederá durante la mayoría de kilómetros que nos esperan rodando por «lo negro»… a diferencia del Cid, cuyo trote discurría por caminos no muy alejados del dibujo impuesto por la negra linde asfáltica de la ruta sobre la que estamos dando los primeros pasos.

Así pasamos Hiendelaencina sin que nos sorprendan otros elementos aparte de las casas pastoriles y los cultivos que las rodean. ¿Cuál será la próxima construcción que nos deje boquiabiertos?

Una fortaleza impresionante, después de haber dejado atrás la de Atienza, será la que encontremos en Jadraque, no sin antes haber circulado por una carretera que, poco a poco, va estrechándose en relación directa con el estado del firme. Baches, gravilla suelta y hasta pequeñas piedras en plena trazada ponen en aprietos, o al menos lo intentan, a la parte ciclo de la BMW. Por fortuna, finalmente gana ella. Su apellido Adventure no se le otorgó en vano… Así, Congostrina y La Toba nos acercan, después de atravesar el río Henares, a Jadraque entre un mar verde entremezclado con el amarillo manto de un sinfín de altivos girasoles. Una tónica que también nos acompañará en la práctica totalidad del recorrido.

El curso del Henares nos servirá como referencia y compaña que guiará nuestros pasos tras su encuentro, poco antes de llegar a Jadraque. Las vistas del castillo son preciosas y, sin duda, toda una referencia para conocer desde cualquier perspectiva nuestra posición geográfica. Sabían lo que hacían cuando lo construyeron: la visión desde el cerro cubre muchas leguas alrededor…

Abandonamos Jadraque y su popularmente conocido como Castillo del Cid para dirigir nuestros pasos hacia Bujaralo por la CM-1003, en un tramo de calzada estrecha y revirada; nada que ver con la CM-1101 que nos acercará más adelante a Sigüenza. Aunque la anterior se trate de una carretera con menos entidad, más modesta y de asfalto peor conservado, sin lugar a dudas el entorno es más propicio para rodar entre vegetación y tan relajado como quieras, ya que no faltan curvas enlazadas que amenizan el recorrido.

Como te digo, el enlace con la CM-1101 cambia las tornas. Comenzamos a pisar mejor firme y con la anchura suficiente como para hablar de una vía de entidad, también con más movimiento de tráfico y, según nos dicen, con vertiginosas apariciones de animales autóctonos atravesando el asfalto, lo que termina por obligarnos a calmar el ritmo por mucho que los largos curvones antes de llegar a Sigüenza nos inciten a hacer precisamente lo contrario.

Después de disfrutar del pueblo y las vistas del insigne castillo, hoy convertido en Parador, volvemos por nuestros pasos para, he de reconocerlo, aprovechar más a fondo los primeros compases del trazado de la CM-1101. ¡Irresistible! Cambiamos por otra vía de similares características, la CM-110, haciendo esfuerzos para no rodar demasiado deprisa hasta llegar a Alcolea del Pinar entre estepas de matorral bajo y cultivos que dan colorido al entorno

La Calle Real de Alcolea ha terminado siendo un auténtico cruce de caminos que nos comunica con toda la zona de influencia. Un punto neurálgico que nos obliga a cruzar la autovía de Zaragoza para rodar por la N-211 en dirección a Maranchón. Antes dejaremos a nuestra izquierda Aguilar de Anguita. Situado en un alto entre campos de cereal y colinas yermas, sus empinadas calles acaban culminando en la iglesia parroquial de origen medieval, actualmente en obras. Más adelante y con la proximidad del río Tajuña a nuestra derecha, sin embargo no ha sido óbice para que se haya deforestado el entorno instalando un extenso parque eólico. Una vez llegado a Maranchón tal vez la inercia nos haga seguir hacia delante… pero no. Motorland merece una visita en otra ocasión. Es tiempo de volver hacia nuestros pasos y girar a la derecha en la GU-411, tas tierras sorianas. Nos espera Medinaceli y su precioso casco urbano. Desde aquí, lo más recomendable es evitar la autovía todo lo posible, buscando los tramos que todavía quedan de la antigua N-II por Somaén o el impresionante entorno de Arcos de Jalón, a los pies del río que nos lleva en volandas hasta el final de esta tercera etapa del Camino, Ateca.