En realidad, el dicho que da pie al título de esta ruta se relaciona con obrar de forma libre, sin cortapisas. Y es que Castilla, enlos tiempos de la Reconquista, era el lugar perfecto para que floreciesen los negociosentre amplios y desolados campos donde la vigilancia obraba por su ausencia. Así descubrimos hoy día muchos de los vestigios que ofrecieron gloria a un pasado ya lejano, y que nos recuerdan cómo vivieron los habitantes de estas tierras de cultivo, vientos y férrea defensa haciéndose valer de las prominentes atalayas que encontramos a nuestro paso. Tal es el caso de Escalona, nuestro punto de partida. La población, fuertemente amurallada, se erige en un promontorio a los pies del río Alberche. Allí abajo fluyen sus aguas dejando, en ciertas épocas del año, un lugar de recreo donde improvisadas playas dan pie a que muchos lugareños y visitantes se refresquen a su costa.
Los vestigios que todavía hoy encontramos nos muestran cómo vivían sus habitantes
Tras un breve recorrido intramuros, nos desplazamos por la Nacional que nos llevará a Maqueda. Nos rodean en el camino campos verdes acompañándonos durante gran parte del recorrido de oeste a este de Toledo, aportando nosolo colores, sino también olores y sabores peculiares de una época del año que, sin duda, será la más recomendable para descubrir a los mandos de una moto.
ATALAYAS VIGILANTES
Desde tiempos inmemoriales, la vigilancia en la lejanía se ha tornado como una empresa fundamental para el bienestar de la población. Qué mejor ejemplo que los que encontramos a nuestro paso. Después de haber descubierto la fortaleza de Escalona, otra atalaya se convierte en "garita de largo alcance". En Maqueda, muy cerca de la autovía de Extremadura, se erige el castillo de origen musulmán reconstruido por los Cárdenas-Enríquez; así lo atestigua la imagen de su escudo heráldico en la puerta principal, de orientación norte. Curiosidades del destino, ha sido empleado como cuartel de la Guardia Civil hasta no hace mucho tiempo. La vigilancia no conoce de tiempos ni fronteras...
Continuamos nuestro periplo por el corazón de Toledo hacia La Puebla de Montalbán, lugar que vio nacer a Fernando de Rojas, por lo que la visita al Museo de la Celestina resulta obligado. Cambiamos rumbo en dirección Norte hacia Torrijos, donde nos espera una parada más que recomendable en La Salve. Estés o no cansado, una jornada en las instalaciones recomendadas por Ruralka te permitirá cambiar el paso y relajarte a tope.
Rodamos por las calles que vieron nacer a Fernando de Rojas
La siguiente parada necesaria debe situarse en la capital. Toledo no merece una mañana o una tarde para ser descubierta, sino un tiempo ilimitado para "cansarte" de caminar por sus tortuosas y, a menudo, empinadísimas calles donde el tiempo se detuvo siglos atrás. En cualquier caso, y antes de abandonar el horizonte de sus centenarias edificaciones, merece la pena recorrer la ronda que circunvala el cauce del Tajo. Sus vistas y la carretera que serpentea a una altura considerable, llaman la atención del viajero en moto por diferentes motivos. Sus miradores te permitirán elegir la perspectiva más bella.
Continuamos dirección sur hacia Sonseca y Orgaz, donde su castillo también merece su dosis de protagonismo poco antes continuar camino en dirección a Los Yébenes. Aquí ganamos altura. Arriba, son sus molinos, actualmente en proceso de rehabilitación, los que quedan grabados en nuestra retina. Poco antes, el sinuoso trazado de la vieja Nacional, bastante abandonada y descarnada, nos ha permitido disfrutar de otra de esas vistas desde lo alto, ofreciendo una extraordinaria panorámica de los campos de Castilla. Más tarde, cambiamos de vía para dirigirnos a Urda, Consuegra y Madridejos, para poco después toparnos con Alcázar de San Juan, ya en la provincia de Ciudad Real. Sus numerosos museos, parroquias, iglesias o de nuevo los molinos de viento, merecen sin ánimo a equivocarnos, un nuevo alto en el camino.
La vieja Nacional, hoy descarnada, nos ofrece preciosas vistas antes de llegar a Los Yébenes
Poco nos queda ya antes de llegar a Tomelloso, nuestro punto de descanso final, aunque encontrándonos tan cerca del Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, sería un descaro no acercarnos a su entorno, situado a medio camino entre tierras de Ciudad Real y Albacete. Las curvas que preceden a la llegada de Ruidera son solo un presagio de las posteriores "redondas" que encontramos, antes de disfrutar en cualquiera de sus lugares de descanso situados a pie de carretera; algunos de ellos han tomado forma de playa, chiringuito incluido, donde el bullicio es moneda de uso común durante los meses más calurosos del año. Mientras tanto, resulta obligado disfrutar de estos parajes en días en los que las gentes trabajan y viajan de un lado a otro. La paz y quietud que aquí se respiran son un bálsamo para nuestra salud. El retorno a la civilización lo realizamos por Ossa de Montiel, desde donde retomamos el camino a Tomelloso para disfrutar de otro momento de relax en el Hotel Altora. Y mañana será otro día.
El Hotel La Salve nos espera en Torrijos.
RURALKA ON ROAD: HOTEL LA SALVE
El concepto "descanso" se eleva aquí a la enésima potencia. En Torrijos, La Salve ofrece un amplio programa de "recuperación" perfecto para nuestras necesidades motociclistas: un parking en la misma puerta de acceso, un completo spa y un restaurante a la altura de las circunstancias. Aquí podremos degustar los platos más típicos de la provincia, mientras elegimos un vino acorde con las viandas de entre su extensa oferta, fruto de una bodega que colma cualquier paladar por muy exquisito que sea. Es, en definitiva, el mejor espacio para un reposo más que merecido.
El Hotel La Salve nos espera en Torrijos.
Muy cerca del centro de Tomelloso encontramos el Hotel Altora.
RURALKA ON ROAD: HOTEL ALTORA
Situado a menos de cinco minutos a pie del centro de Tomelloso, el hotel Altora nos sorprende con una acertada mezcla entre lo clásico y múltiples detalles cargados de contemporaneidad, como puedes comprobar nada más rebasar la doble puerta de madera que da acceso al hall. En este espacio encontramos mobiliario de siglos pasados, mientras que justo enfrente nos toparemos con un restaurante minimalista, donde lo cálido del trato consigue crear un ambiente de máximo relax. Mientras tanto, las habitaciones muestran ese toque cercano que entremezcla aires de ayer y de hoy.
Muy cerca del centro de Tomelloso encontramos el Hotel Altora.