El Levante español no solo da cobertura al típico turismo de "sol y playa”; puedes llegar a encontrarte con algún lugareño que se sienta ofendido por dicha afirmación, dando fe a una ignorancia manifiesta. Demos, pues, “luz y curvas” a un entorno que aporta bastante más que lo dicho arriba. Qué mejor forma de comenzar a demostrarlo que visitando una de esas playas atestadas de bañistas durante el verano. Cierto es que su fama, en ocasiones infundada, le precede, pero no lo es menos que la costa gandiense es merecedora de los más ilustres galardones otorgados a las mejores costas del litoral español. Su fina arena, las aguas generalmente calmas, el largo paseo marítimo, su coqueto puerto o los numerosos espacios hoteleros disponibles, consiguen dejar el listón turístico muy alto. Entre los hoteles disponibles, destaca por su forma de entender lo reparador del descanso después de haber rodado en moto durante horas y kilómetros, La Gastrocasa. ¿Qué te parece la idea de degustar un menú exclusivo, obra de uno de los chef locales con mayor imaginación culinaria? ¿Y acompañarlo con una cerveza artesanal o el mejor vino valenciano con Denominación de Origen? No solo resulta muy tentador, sino también más que recomendable.
Así, después de esa necesaria “cura de espíritu” en La Gastrocasa, dejamos atrás su espléndida playa y el propio pueblo de Gandía, donde el Palacio Ducal de los Borgia obliga a acercarnos al centro urbano, convertido en zona peatonal para un mayor disfrute de sus sorprendentes fachadas. Es momento de conocer, que de todo hay que ver en esta vida, los sinsabores que sufren los pueblos que siguen la Nacional hacia Alicante: Daimuz, Bellreguard, Miramar, Piles. Alquería… y para rematar, Oliva, donde cada semáforo concentra a más camiones que la hora punta de Mercamadrid. Cerca de Javea comenzamos a respirar, donde las vistas desde lo alto al Mediterráneo desde el faro del Cabo de San Antonio, y al interior con el Mongó muy presente, nos dejarán un melancólico recuerdo de la costa.
TIERRA ADENTRO
Enlazamos el mar con la montaña dirigiéndonos hacia Pego, desde donde comenzamos a ganar altura a través de la CV-715 por Sagra, Tormos y Orba, momento en el que las vistas del mar ya serán desde la lejanía. Así nos sirve de soporte para inmejorables vistas la altura del afamado Coll de Rates, al que llegamos entre curvas de asfalto variado, anchura ajustada y un sinfín de ciclistas en ruta, muchos de ellos profesionales, que eligen estas carreteras para entrenar en equipo. Las cumbres de la Sierra del Alfaro nos guían hacia el destino, mientras a nuestras espaldas, o justo enfrente de cualquier mirador como el de Rates, todavía veremos las aguas del mar entre una densa bruma invernal, aunque la temperatura suele mantenerse suave siempre que el viento no acaricie las paredes de las montañas.
Bajamos hacia Taberna manteniendo el patrón de curvas anterior, aunque con un asfalto ciertamente mejorado… al menos con un número inferior de parches. Tras rebasar el río Bolulla y el pueblo del mismo nombre nos acercamos a Callosa, donde las señales nos indicarán el camino que deberemos seguir para alcanzar El Castell de Guadalest. ¡Quién nos hubiera dicho que el temporal que azotó las carreteras por las que circulamos, haya destruido parte de su recorrido! Como bien nos dijo Agustín en La Gastrocasa, “aquí llueve poco, pero cuando lo hace va muy en serio". Y tanto que sí.
Alcanzamos la cima entre curvas de asfalto variado y anchura ajustada
Donde el asfalto todavía conserva su nombre, puede continuar diciéndose que mantiene todo el esplendor de la típica carretera de curvas ancha, con ángulos de todo tipo que dan confianza para avivar el ritmo si es lo que te apetece en ese momento. Guadalest suele encontrarse con un turismo muy vivo, incluso entre semana. Su encanto, paseando por las estrechas y empinadas calles de su casco histórico, lo certifica. La continuación por la A-70 nos llevará al Puerto de Cofrindes hasta Alcoy, pero nuestra intención es dejar la gran ciudad a un lado para descubrirla más adelante. Todavía nos queda por recorrer la vecina Sierra de Mariola, donde un asfalto estrecho pero con buen firme permite adentrarnos en este Parque Natural, para volver por Bocairent y Cocentaina hasta el último plato fuerte de la ruta: el Puerto de la Carrasqueta, en un recorrido de ida y vuelta hasta Jijona. La autovía permite encontrarnos con un auténtico trazado de “Road Races” tan despejado de tráfico que nos lleva a disfrutar, un poco más, de la F800GS en su vertiente más asfáltica.
De regreso a Alcoy, visitamos finalmente el Parque Natural de la Font Roja, un bello paraje rico en fauna y flora donde ya toca descansar, justo a las puertas del mismo en la Masía La Mota, donde sus dueños y moradores permanentes nos acogerán entre los muros de una casa con una historia de más de 300 años a sus espaldas. Durante la noche, el sonido del silencio llena de paz el espíritu.
Atardecer desde el Cabo de San Antonio.
Atardecer desde el Cabo de San Antonio.
La Gastrocasa: descanso y buen yantar en Gandía.
RURALKA ON ROAD: LA GASTROCASA
Agustín nos acoge con los brazos abiertos en la que es su casa y la de su familia, ofreciéndonos lo mejor de dos mundos: el entorno marítimo del Levante con una de las mejores playas de todo el litoral, así como la creatividad de su chef, Juanvi Más; de sus manos y su ingenio salen platos que no figuran en la carta... simplemente porque no disponen de ella. Es la creatividad de Juanvi la que sorprenderá a nuestras papilas gustativas a través de la interpretación, muy particular eso sí, de una gastronomía local más rica y variada de lo que podrías imaginar. Encontrarás además una sorpresa cuando llegues a la habitación; además, no faltan detalles dignos de ser aplaudidos, como la colaboración del establecimiento con el Centro de Rehabilitación e Inserción Social ce La Safor, encargados de la fabricación del surtido de jabones disponibles en su baño, donde dominan los aceites esenciales y aromas naturales. En pocas palabras, nos encontramos ante el lugar perfecto para descansar y reponer fuerzas.
La Gastrocasa: descanso y buen yantar en Gandía.
La Masía La Mota queda mimetizada en el Parque Natural de la Font Roja.
RURALKA ON ROAD: MASÍA LA MOTA
Apartado del centro de Alcoy, junto al Parque Natural de la Font Roja, sus moradores permanentes y dueños en propiedad del complejo rural nos reciben poniéndonos a nuestra disposición, si así lo requerimos, las instalaciones de su restaurante, a unos metros de los muros de la casa en una edificación independiente. Llaman la atención los espacios exteriores, desde cuyos miradores se dominan tanto la sierra de la Font Roja como la próxima sierra de Aitana. Alcoy también se divisa allá a lo lejos, ofreciéndonos una estampa nocturna digna de postal. Si te gusta disfrutar de largos paseos serranos, pocos lugares aportarán tanto a tu afición como este, donde las rutas disponibles te ofrecerán una visión cercana y directa de una fauna y flora rica como pocas. En cualquier caso, si después del paso de los kilómetros lo que persigues es relax y descanso, sin duda quedarán aquí garantizados.
La Masía La Mota queda mimetizada en el Parque Natural de la Font Roja.