Turismo: Río Ebro (I)

El río más caudaloso de España nace en la cornisa Cantábrica para cruzar la Península por la zona noreste hasta su desembocadura en el Mediterráneo. Antes cincela el terreno a su paso además de regar la próspera Rioja alavesa.

Fotos: Juan Sanz

Turismo: Río Ebro (I)
Turismo: Río Ebro (I)

Su mismo nacimiento ya suscita polémica al demostrarse, recientemente, que el vecino río Híjar alimenta las emergentes aguas del turístico nacimiento. Éste no es otro que Fontibre, en el término municipal de Hermandad de Campo Suso y muy próximo a la industrial Reinosa. La misma carretera que llega al nacimiento continúa y asciende hasta el cercano Pico Tresmares (2.175 m.) que, además de ofrecer unas vistas privilegiadas del entorno, incluida la del Mar Cantábrico, cuenta con la particularidad de que en él nacen tres ríos que, como afluentes, llegan a desembocar en las diferentes aguas que abrazan la Península Ibérica: Cantábrico, Mediterráneo y el Atlántico. Aquí podríamos situar, con la máxima precisión posible, el nacimiento del Ebro en el mencionado Híjar. Por cierto, en este espacio también encontramos la Estación Invernal de Alto Campoo.

El Ebro atraviesa Reinosa y enseguida se atora en sus inmediaciones mediante el embalse del mismo nombre, donde una entretenida carretera lo recorre por la margen derecha. Su aparente buen asfaltado invitan a disfrutar de las prestaciones de nuestra montura, ¡pero ojo!, porque sucesivas e imprevistas ondulaciones nos pueden llegar a sorprender de la manera más traicionera. Al llegar a Arroyo nos desviamos a la derecha hacia Montesclaros. La carretera ahora se estrecha pero no pierde calidad, característica común en toda la red viaria de la cuidada Comunidad Autónoma. Sin duda, una de las más privilegiadas atendiendo a sus paisajes.

De hecho, aquí encontramos un bosque húmedo que nos evoca el de la añorada maqueta de Ibertren de nuestra infancia; con su idílica ordenación y donde no falta hasta el trazado ferroviario. Éste, en concreto, de vía estrecha −FEVE− tan típico por estos septentrionales lares. El Ebro aparece enseguida por nuestra izquierda con un caudal atemperado por la próxima presa del embalse.

El siguiente desvío a la derecha nos dirige al elevado Real Santuario de Montesclaros, lugar de recogimiento y oración. Tras pasarlo, un mirador nos permitirá despedirnos del vasto pantano. Llegamos a la C-272 y nos desviamos a la izquierda hacia Polientes. Es ahora el río Polla quien nos acompaña, por la derecha, hasta alimentar a nuestro original guía al llegar a Bárcena de Ebro.

Hoces del Alto Ebro y Rudrón

En Polientes la carretera pasa a denominarse CA-274, que en breve será CA-275 cuando se estrecha y degrada de manera considerable; luego cambiará por BU-643 al entrar en la provincia castellanoleonesa. Avanzamos por el Valle de Sedano, un espacio encajonado entre la media ladera y el río Ebro, y con la visión del horizonte limitada por la colindante sierra, ésta de origen kárstico y que un poco más adelante adquiere unas formas caprichosas cual muro almenado, al llegar a las inmediaciones de Orbaneja del Castillo. Además, éste no pasará desapercibido ya que, tras hacer una curva ciega que rodea la pequeña localidad, una esbelta cascada que divide el pueblo, nos sorprende a nuestro paso y motivan la obligada parada para su disfrute visual.

Más adelante, pasado Escalada, alcanzamos la N-623 y giramos a la izquierda en dirección a Santander. Serán unos breves kilómetros de esta desdeñada nacional pero los suficientes para ganar una considerable altura en uno de los muchos accidentes de este terreno kárstico, a modo de gigante escalón, y que se solventa con un par de pronunciadas «paellas», motivo, entre otros, del desdén de la vía.

Un estrecho desvío a la derecha hacia Pesquera de Ebro nos adentra en el Parque Natural de las Hoces del Alto Ebro y Rudrón, de espectaculares vistas sobre el desfiladero cincelado por el río. Tras cruzarlo por el puente medieval de Pesquera, nos dirigimos al Valle de Manzaneda donde encontramos otro impresionante desfiladero, el de Los Tornos, entre Tudanca y Cidad de Ebro, pero sin comunicación por carretera.

Al llegar a Incinillas nos deviamos a la derecha por la N-232 hacia nuestro destino, Logroño. Enseguida recorremos el desfiladero de Los Hocinos, donde el río y la pared labrada marcan el camino. Más adelante el paisaje se suaviza, degradándose la carretera por momentos; el Alto de la Varga marca el punto más alto de la vía de esta boscosa zona, por cierto, de solo 735 metros. Nos desviamos por la N-629 y tras cruzar el Ebro de nuevo iremos junto a él por el desfiladero de La Horadada. Al llegar a Trespaderne nos desviamos a la derecha por la BU-530 en dirección a Miranda de Ebro.

Valle de Tobalina

Un poco más adelante y a nuestra derecha vislumbramos, dominante, el pueblo medieval de Frías, donde se conserva y en muy buen estado un perfecto ejemplo de puente fortificado. Merece la pena el breve desvío. A continuación, el Ebro se embalsa en el pantano del Sobrón, ofreciendo un espectacular paisaje junto a los túneles de la ahora A-2122, una vez adentrados en esta esquinita de la provincia de Alava. De vuelta a Burgos, la BU-535 nos lleva hasta Miranda de Ebro, donde buscamos la N-124 que conecta con Haro, ya en La Rioja; y un poco más allá con nuestra vieja −nunca mejor empleado− compañera N-232, que llega hasta Logroño.

Pero estamos en La Rioja y el paisaje ha tornado al ordenado y fructífero de los viñedos. Donde también encontramos la famosa Rioja alavesa, en la que, además de sus excelentes caldos, parece que haya competición entre sus bodegas, y su recorrido resulta obligado al encontrarnos en esta próspera zona. Al llegar a Cenicero nos desviamos por la LR-211 con dirección a Elciego. El mismo Ebro ejerce de frontera natural entre ambas regiones con idéntico denominador común, sus caldos. En Lapuebla de Labarca un nuevo cruce sobre el río nos devuelve a La Rioja, donde un poco más allá alcanzaremos nuestra particular meta de etapa en su capital, Logroño. Creo que nos hemos ganado una buena copa de Rioja.

No te puedes perder...

Fontibre: A pesar del discutido origen del río Ebro, su nacimiento ''oficial'' bien merece la pena su visita y descubrimiento. Entre otros motivos por su fácil acceso, así como ser un área de esparcimiento de tamaño considerable. No te pierdas el brotar de sus aguas que alimentan el estanque que compone dicho nacimiento

Parque Natural Alto Ebro y Rudrón: Paisajes salvajes formados por los desfiladeros de ambos ríos.. Su flora y fauna son todo un reclamo, así como la abrupta morfología de sus colindantes cimas, donde percibimos las diferentes capas de su composición. Dentro del Parque se encuentran, entre otras poblaciones, Pesquera de Ebro, donde su muy bien conservado puente medieval es de por sí otro reclamo

Rioja alavesa: El Ebro ejerce de frontera natural entre las regiones de La Rioja y la parte vasca denominada Rioja alavesa. Esta próspera zona de reconocida fama internacional por la alta calidad de sus vinos es, además, una referencia por el cuidado y ordenado paisaje de sus viñedos, presididos por los edificios de sus bodegas, que según la corriente actual, además compiten en originalidad. Como mayor exponente, encontramos el hotel ''deconstruido'' localizado en Elciego. Una rota específica nos permitirá no perder detalle de la riqueza arquitectónica, además de la gastronomía que caracteriza a la zona. No te pierdas el pueblo de Laguardia.

Logroño: La capital de La Rioja es una recogida y moderna ciudad a la que no le faltan referencias históricas. Además de ''nuestro'' Ebro, el famoso Camino de Santiago tiene aquí uno de sus puntos de paso. La concatedral de Santa María la Redonda es el mayor exponente de arte histórico de la ciudad, con sus torres gemelas como particularidad. Dentro del casco histórico y tras la visita cultural, resulta obligado dejarse llevar por placeres más mundanos, aunque necesarios, ofrecidos en la animada y concurrida calle Laurel.

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