En 2019, Leon Haslam afrontará el mayor reto de su vida: competirá en el Campeonato del Mundo de Superbike en el Kawasaki Racing Team con Jonathan Rea como compañero. Una manzana envenenada para un piloto de 35 años que hace tres decidió volver al British Superbike ante la ausencia de montura competitiva en el paddock mundialista, y que por fin ha conseguido proclamarse campeón del British Superbike.
Una decisión que sólo tenía un objetivo en mente: ganar un título. Acabar con la maldición. Dos décadas en la élite del deporte de las dos ruedas han visto a Haslam ganar muchas carreras tanto a nivel nacional como mundial, y terminar tanto subcampeón como tercero en numerosas ocasiones. Pero el título le era esquivo.
No conseguía un título desde que fuese campeón junior de motocross. Y eso que su precocidad fue poco habitual. En 2001, a punto de cumplir los 18 años y sin más experiencia mundialista que un año sin pena ni gloria con la Italjet en el octavo de litro –categoría en la que llevaba tres años en el BSB-, Haslam disputó la temporada del Mundial de 500cc, puntuando ya en el inaugural Gran Premio de Japón.
Acabó el año 19º con 13 puntos y bajó a 250cc, donde tampoco le fue bien. Y tras intentar empezar la casa por el tejado, volvió al BSB a poner los cimientos. Empezó por hacerlo en la categoría de Supersport en 2003, donde llegó a hacer un podio antes de saltar a mitad de año a Superbike, debutando también el Mundial de Superbike.
2004 fue su primer año completo en el mismo de la mano de Ducati, logrando su primer podio mundialista y un meritorio octavo puesto final, que sin embargo no le permitió seguir al año siguiente. Más maduro volvió al BSB, donde estaría cuatro años y se convertiría en uno de los grandes referentes del campeonato.
En 2005 lograría sus primeras victorias y acabaría cuarto, cogiendo experiencia pero lejos del mano a mano por el título entre Gregorio Lavilla y Ryuichi Kiyonari que se llevó el español. Al año siguiente fue él quien se jugó el título con el nipón y llegó a Brands Hatch a ocho puntos de ‘Kiyo’, que le dejaría con la miel en los labios. Primer subcampeonato.
Un año más tarde tendría que conformarse con acabar tercero tras el propio Kiyonari y un incipiente talento llamado Jonathan Rea, que le arrebataría el subcampeonato. En 2008 se fue a Honda tras varios años en Ducati, y con la marca del ala dorada llegaría su segundo subcampeonato, aunque en esta ocasión lo hizo muy lejos del ganador: Shane Byrne. Tras él, nombres como Cal Crutchlow, Tom Sykes y Leon Camier completaron el top 5 final.
Con Honda volvió al Mundial de Superbike y lo hizo con una gran sexta posición final, lo que le valió una oferta de Suzuki para 2010, su mejor año a nivel mundialista. Su gran regularidad le llevo a finalizar segundo sólo por detrás de Max Biaggi y por delante de Carlos Checa. Tercer subcampeonato, primero a nivel mundial.
Dos años en BMW y otros dos en Honda resultaron un periplo difícil, con unos pocos podios pero sin ganar y con las dos victorias en las 8 horas de Suzuka de 2013 y 2014 como bálsamo. El reencuentro con la victoria sería en 2015 al fichar con Aprilia. Ganó en la cita inaugural de Australia y en la última carrera en Qatar, cuajando su segundo mejor año mundialista y acabando en la cuarta posición en el que fue el primer título mundial de Rea.
Pero Aprilia dejó el WSBK y Haslam también. Aceptó la oferta del JG Speedfit Kawasaki con el cartel de candidato al título del BSB. No tardó en quedar patente que había llegado para convertirse en el gran rival del gran favorito, ‘Shakey’ Byrne. Así fue: ambos llegaron a Brands Hatch con claras opciones, pero Byrne se llevó el gato al agua y Haslam un nuevo subcampeonato: el cuarto.
Con todo, la derrota más dolorosa no había llegado todavía. Fue el pasado 2017, cuando estaba siendo el mejor de la temporada, llegando a Brands Hatch con una renta de 32 puntos sobre Josh Brookes y 33 sobre ‘Shakey’. En la última carrera todo estaba entre Byrne y él, y fue cuando la maldición de Brands Hatch se volvió más cruel. Un durísimo accidente cuando tenía el título en la mano le hacía salir en camilla mientras Byrne se hacía con el título y Brookes le arrebataba hasta el subcampeonato.
En este 2018 ya no podía fallar. La terrible lesión de Byrne le dejaba como gran favorito, estatus que él corroboró durante la temporada regular, y refrendaba en el Showdown, donde el fallo mecánico de Jake Dixon le permitía llegar con 61 puntos a la triple cita de Brands Hatch. Esta vez, los fantasmas no han podido ni presentarse: la victoria de Glenn Irwin hacía que su sexto puesto fuese suficiente para, por fin, proclamarse campeón del BSB.
Espantada la maldición, le toca embarcarse en el reto más difícil: compartir box con Jonathan Rea en el Mundial de Superbike. Ya todo lo que venga será un extra. Por fin es campeón.