Prueba rápida de la Triumph Bonneville orientada la mercado de segunda mano. Una moto que mantiene la estética del modelo original pero moderna en su interior.
La Bonneville actual nació en 2001, a la vez que la firma británica renacía de la mano de John Bloor. Se intentó respetar al máximo la estética del modelo original de los años 60, para ello también se utilizó un chasis muy similar y un motor también bicilíndrico en línea pero lógicamente con tecnología moderna.
Empezó siendo de 800 y carburadores para subir más tarde a 900 e inyección electrónica, esto ya en la última versión de 2009. Desde ese momento hubo tres versiones que se han mantenido hasta el día de hoy: la estándar, con llantas forjadas de 17’’; la SE, con asiento algo más bajo y retoques estéticos; y la T100, con llantas de radios (la delantera de 19’’) y diferentes detalles como los escapes o los guardabarros.
Las tres comparten motor y parte ciclo. En común también tienen que son motos agradables y fáciles de llevar, para todos los públicos. Las soluciones técnicas tradicionales funcionan bien siempre y cuando la conducción sea relajada y sin demasiadas exigencias. Recomendable optar por las últimas versiones con inyección y ¡ojo! aunque parezcan carburadores, no lo son, solo es la carcasa del inyector.
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