Un diseño clásico pero con fuerza y sin aditamentos innecesarios protagoniza el nuevo modelo de Harley-Davidson, la Softail Slim. La marca estadounidense tiene el potencial y la habilidad de hacer nuevos en interesantes modelos con los estilos y componentes que han aparecido a largo de su historia. Así, la Slim ofrece algo diferente según por dónde la mires.
Su parte delantera tiene un toque «Iron» y destaca también el ancho manillar tipo Hollywood, muy retro. El faro, con la tapa negro brillante remata con gusto la zona delantera. Es muy llamativo lo estrecha y baja que es cuando te subes a ella, además hay un espacio entre el final del asiento monoplaza y el depósito, en el que se ve el chasis y la parte superior del propulsor. La viga del bastidor está recubierta de cuero con lo que crea un efecto llamativo.
Desde el puesto de conducción tienes una buena visión de la consola «Cat Eye», clásica como es de esperar, pero con un pequeño cuadro donde dispones de variada información que puedes ir cambiando desde la piña izquierda. Harley ha conseguido combinar la tecnología con su estética y las novedades quedan perfectamente integradas en el diseño, como también sucede con el ABS. El sistema antibloqueo que la moto incorpora de serie pasa totalmente desapercibido.
Al look de nuestra protagonista hay que mencionar la parte trasera, que es donde está su toque diferenciador. El neumático estrecho, de 140 mm en llanta de 16", la hace más ligera a la vista y al tacto. Sobre él termina un recortado guardabarros en el que los intermitentes integran también las luces de posición y freno, consiguiendo una enorme limpieza de líneas y el estilo de las Bobber.
El bastidor «Hardtail» esconde los amortiguadores, colaborando en esa estética minimalista que tiene la moto. Los acabados están muy logrados, la pintura también es de primera, tan solo desentonan los tornillos Allen que fijan el manillar.
La nueva Slim te seduce antes de subirte y es que su estilo la hace diferente sin caer en excesos. Lo mejor para conocerla es dar un paseo sin prisa y disfrutar de la esencia Harley-Davidson.
Lo primero que te llama la atención es lo cerca del suelo que te sitúas sobre ella, y es que tiene el asiento más bajo de la gama. De modo que te manejas bien circulando a baja velocidad en la ciudad. Su ancho manillar no te fuerza la postura, aunque puede resultar algo ancho cuando giras a tope la dirección para dar la vuelta. Tampoco tienes la mejor postura para largas tiradas, dado que queda un poco alejado, pero hay un kit opcional que lo acerca cinco cm.
En trayectos normales, te sientes cómodo y los pies quedan a una distancia razonable sobre las plataformas de media luna. Éstas, como es habitual, rozan pronto, incluso dando la vuelta, así que hay que cogerles la medida para no hacerlo en exceso. Sus 321 kg con el depósito lleno pasan desapercibidos en marcha, dado que la moto es neutra y se maneja con facilidad.
El neumático, más estrecho, juega a su favor en este aspecto, al incrementar la agilidad sin por ello perder tracción. Tampoco es «normal» el neumático delantero, y es que se utiliza el MT90B-16", equivalente a un 132 mm, tan sólo 8 mm más estrecho que el trasero (140 mm).
En curvas ofrece un buen tacto y te da buena información. Para detenerla tampoco hay problemas, ya que si usas los frenos de ambos trenes al mismo tiempo, la reacción es rápida. Además, si te pasas, el ABS hace bien su papel: es rápido y tarda en entrar.
Su «alma» es el «Twin Cam» 103B de 1.688 cc. Este bicilíndrico en V a 45º se ancla al chasis de manera rígida, pero dispone de un eje de equilibrado. A la vista, se ha dotado de un acabado en polvo negro en cilindros y culatas, también se han pulido las tapas, mientras que se utiliza una redonda para la caja del filtro. El conjunto se remata con la caja de cambio de seis velocidades «Cruise Drive», que tiene una sexta muy larga para viajar a bajo régimen.
Una vez los dos enormes cilindros cobran vida los escapes emiten el sonido que tiene que ir unido a una Harley-Davidson y no se transmiten demasiadas vibraciones, especialmente si la comparamos con algún otro modelo de la marca. En marcha se nota su gran cantidad de par y es que con sus 11,8 kgm supera a muchas deportivas de 1.000 cc.
Así, puedes cambiar de marcha tan pronto como quieras, dado que ya a 2.000 rpm tiene una respuesta contundente pero agradable. Donde mejor se encuentra es entre las 2.000 y las 3.000 vueltas, ya que por encima no hay mucha potencia y vibra más. Sus 73 CV medidos en nuestro banco son más que suficientes para su estilo de vida.
Por la ubicación de las palancas de cambio, de tipo puntera-tacón, no es tan cómodo utilizar el tacón para subir de marcha, y es que, a pesar de su posibilidad de regulación, siempre queda muy alta. Tampoco es fácil encontrar el punto muerto en los semáforos, pero quitando esos pequeños detalles lo demás funciona como debe.
La Slim engancha en cuanto te das una vuelta en ella, ya que es suave, tiene buena respuesta y su parte ciclo cumple con los cánones del segmento. Pero lo más importante es que te cautiva con sus líneas de top model.