El ser humano es un inventor por naturaleza, su ingenio e inteligencia es la diferencia principal con el resto de los seres vivos que habitan nuestro planeta. Si nos remontamos en la historia de los tiempos, la rueda fue ¡¡un inventazo!! Estudios recientes aseguran que fue una idea de los mineros del neolítico que extraían cobre en los Cárpatos hace 6.000 años. En la antigua Mesopotamia, unos 4.000 años antes de Cristo, los antiguos sumerios usaban carros con ruedas hechas de madera y se han encontrado evidencias de la utilización de la rueda en otros lugares como en Mesoamérica y Asia en el subcontinente indio.
El filósofo griego Demócrito de Abdera, en el 500 A.C., fue el primero en dar una definición de átomo: la parte más pequeña constituyente de la materia. Átomo proviene del griego y significa “no-divisible”, aunque muchos siglos después se demostró que es posible la fisión nuclear. El 2 de diciembre de 1942, un grupo de físicos europeos, emigrados a los Estados Unidos y dirigidos por el italiano Enrico Fermi, ponían en marcha la primera reacción nuclear en cadena.
El 20 de julio de 1969 la misión Apolo XI colocó a los primeros humanos en la Luna: el comandante Neil Armstrong y el piloto Edwin F. Aldrin. Las imágenes en vivo las seguimos unos 600 millones de personas, un servidor entre ellos.
Lo que pretendo dejar bien claro es que el ser humano ha logrado inventos increíbles desde el principio de su historia. Y mi pregunta es, ¿cómo es posible, que en pleno siglo XXI, en las carreras de MotoGP con la tecnología más sofisticada se lleven años empleando unos trozos de papel film de plástico pegados a la visera del casco, para tirarlos al suelo cuando se ensucian con mosquitos espachurrados?
Recuerdo en mi época de carrerista, que también había mosquitos, no se estrellaban a 300, pero sí a 200 y pico… entonces algunos fabricantes de guantes ponían un trozo de suave gamuza en el dedo pulgar o en el dorso de la mano y mal que bien podíamos limpiar la pantalla, pero si el estrellado era un abejorro gordo y rechoncho… mal asunto.
En mis entrenamientos de motocross y enduro, recuerdo unas gafas que me compré, que tenían dos carretes, uno a cada lado y un rollo de papel film, que salía de un lado y se enrollaba en el otro. El sistema se sigue vendiendo actualmente, tiras de un cordoncito y sale un trozo de film limpio y el sucio se enrolla en el carrete vacío. También hay un sistema más sofisticado con una pila, un motorcito y un pulsador que hace la misma función. Yo solo tuve la cuerdecita, era más sencillo y funcionaba muy bien.
Los tear off no los termino de entender, yo nunca los he utilizado, pero me he informado y me han dicho que no puedes llevar más de tres o cuatro, pues al ir pegados uno sobre otro, si llevas más te pueden distorsionar algo la visión y al tirar de ellos, también puedes arrancar más de uno. Por otro lado, en cada carrera son 24 pilotos desechando films y en un momento dado puede haber casi cien por el suelo, con el peligro que ello entraña. En el 2020 Pecco Bagnaia, cuando lideraba cómodamente la carrera de Misano, se fue al suelo y echo la culpa a que piso un tear off en plena trazada y perdió adherencia de golpe. En otra ocasión Jack Miller rompió su moto y al desmontarla encontraron un tire off de Fabio Quartararo (llevaba su dorsal) que lo había aspirado y taponado la admisión. Y seguro que hay muchos casos más. Además, hay que tener en cuenta la imagen incívica que provoca ir tirando plásticos por todo el circuito.
Pero bueno, dejemos los tear off por el momento y hablemos de mi viejo enemigo Murphy y mi buen amigo Márquez y lo que pasó en el último Gran Premio de Australia. Personalmente me encanta Phillip Island, el trazado es increíble y el marco donde se encuentra es espectacular y me encantan los australianos y australianas, pero en ese circuito siempre ocurren cosas, y en esta ocasión, a parte de las gaviotas, las ocas y los marsupiales, también tuvieron su protagonismo los tear off.
Todo comenzó cuando Marc, decide deshacerse de su primer tear off, le había impactado un mosquito gigante australiano en la vuelta de calentamiento, llega a su lugar en parrilla, se lo quita y lo tira al suelo (como hacen todos) y ve como el viento soplado por Murphy lo lleva debajo de su moto. Marc se agacha para intentar apartarlo y cuando sus dedos están a punto de cogerlo, Murphy sopla un poquito más para colocarlo justo debajo de su rueda trasera. Ya no puede atraparlo sin bajarse de la moto. La salida es inminente y el resultado fue inmediato: la rueda patina sobre el plástico, la tracción desaparece y la moto empezó a quemar rueda y dar bandazos hacia los lados mientras sus rivales se alejaban, ajenos a la pequeña catástrofe transparente que estaba ocurriendo detrás.
En este Gran Premio Marc había realizado unos buenos entrenamientos, consistente y rápido en todas las sesiones de entrenos, solo cedió ante Martín, consiguiendo el segundo lugar en la parrilla de salida. En la carrera al sprint del sábado salió bien, pero en la curva uno cometió un error, se fue un poco largo y perdió siete u ocho posiciones, quedaban 13 vueltas por delante. La carrera fue un espectáculo, fue adelantando uno a uno a todos sus rivales hasta llegar a la cola de Jorge Martín ya sin tiempo material para rebasarle acabó segundo a 1,5 seg del ganador.
La verdad es que visto lo visto, para la carrera larga del domingo, pintaba bien para Marc, pero esta vez en la salida ocurrió el incidente del tear off, en principio me cabree un poco, pero con 27 vueltas por delante y verle pasar sexto en la primera vuelta, me tranquilicé. Marc no se rinde y si su moto esta lista para pelear, él también lo está. Me gusta mucho cómo piensa encima de la moto y su manera de gestionar las carreras últimamente, pone toda su experiencia y me tranquilizaba mucho. Solo espero que Murphy no este escondido en algún sitio y le quiera jugar otra mala pasada. Su actuación no me sorprendió, mantuvo la calma, fue cazando nuevamente a sus rivales, les adelantó en el momento preciso aprovechando la mejor oportunidad y llegó hasta Martin, que se resistió un poco, pero comprendió que luchar hoy contra Marc era difícil y dada su situación en el campeonato eran mejor 20 puntos que nada.
En definitiva, Marc volvió a firmar no solo una gran carrera, sino una carrera "de las suyas”, en las que luchó contra todos, incluso contra Murphy, un rival casi imposible de vencer, pero para él “impossible is nothing”.