Seguro que has escuchado alguna vez la frase que inmortalizó Kevin Schwantz en su día, «montar en moto es lo más divertido que puede hacerse con la ropa puesta». Llevo años disfrutando de la cara A de la moto: viajes, salidas domingueras, vehículo anti atascos y pro aparcamiento... Me faltaba, sin embargo, saborear la cara B, la que te permite conocer tus límites y los de tu moto. Después de un día dando vueltas sin parar en el Jarama puedo asegurar que no le faltaba razón al bueno de Schwantz. La próxima oportunidad será el 13 y 14 de julio en el circuito de MotorLand Aragón.
Para empezar te diré que todos llevamos un piloto en nuestro interior y si no, haz la prueba y mete tu moto en circuito. Cada vuelta tratarás de frenar más tarde, dar gas antes y tratar de rebajar décimas al crono. Pero eso sería empezar la casa por el tejado, así que vayamos al principio. La primera vez en un circuito es imprescindible hacerla con un monitor. Por muy «quemado» que seas, es muy difícil hacer la trazada buena a ciegas, porque las manías de la carretera las trasladas al circuito. Por ejemplo, es muy habitual en las primeras vueltas no aprovechar todo el ancho del circuito y salir de las curvas por la mitad del carril, como si hubiera una raya blanca que lo delimitara... Parece fácil la teoría, pero cuesta en la práctica. Los monitores (casi todos del equipo de pruebas de MOTOCICLISMO) harán las funciones de tu Team Manager. Te marcan las zonas de frenada y aceleración y atienden tus dudas en los boxes. Incluso te ayudan a poner tu moto a punto.
En mi caso, la mañana del domingo empezó con un gusanillo en el estómago que hacía tiempo que no sentía. Los mismos nervios que tiene un niño al que le llevan al parque de atracciones. Había entrado muchas veces en el circuito del arama, pero en el otro lado: ésta era la primera vez que era yo el que me ponía el mono y salía a pista (con una Street Triple R... ¡gracias Triumph!). Lo primero que hay que hacer cuando llegas es confirmar tus datos con el Action Team, ver en qué grupo ruedas (varios niveles que van de iniciación a avanzado) y pasar revista a la moto. ¡Esto está chupado! La cercanía de una urbanización a la pista del Jarama, obliga a todas las motos a pasar una prueba de ruido, ya que hay un tramo de 100 metros en los que está limitado el nivel de decibelios. Después, técnicos de la Escuela de Monlau (los mismos integrantes del equipo del MotoGP) supervisan tu moto para que sea apta en circuito. Mayormente, que no haya pérdidas de algún líquido, ni elementos demasiado gastados y que la moto tenga las presiones correctas. Lo siguiente es el briefing previo de los monitores, con las normas básicas del cursillo y algún consejo más. Después, unos ejercicios físicos para estirar el cuerpo y ¡listo!
Todo pasa muy rápido y sin darte cuenta estás en la fila del pit lane, con el semáforo en rojo y esperando para salir a pista. Las primeras curvas se hacen suaves hasta que el neumático coge temperatura, aunque es una primera toma de contacto con el asfalto del Jarama. Acaba la primera vuelta y doy gas a fondo en la recta, aquí no hay radares, así que exprimo hasta el límite el acelerador de la Street Triple R. Es una sensación indescriptible. Conforme avanzan los minutos, el ritmo se incrementa y la adrenalina sube, hasta que una bandera roja te indica el camino de boxes. Los descansos entre tandas están para explicar tus sensaciones a los monitores. Coges el plano del circuito y ya no solo ves líneas en un papel, ahora conoces las curvas, el desnivel y hasta los baches del asfalto. También es el momento de recuperar fuerzas porque el esfuerzo y el calor pueden pasar factura, sobre todo si no estás acostumbrado a llevar un mono de cuero de unos cuantos kilos. Cuando trazas a rueda del monitor todo es más fácil y te das cuenta de por qué se quejan muchos pilotos sobre los «chuparuedas». Aunque al final del día quedan dos tandas libres, que puedes hacer por tu cuenta. Ahí te das cuenta de que sin enterarte te has aprendido cada metro del circuito y empiezas a memorizar puntos de frenada. No es cuestión de llegar a tus límites y mucho menos superarlos, pero ya eres capaz de hacer la rampa Pegaso sin cortar gas. Aunque lo más gratificante es la sensación de tocar rodilla en el asfalto por primera vez y comprobar como acabas haciéndolo con naturalidad. Eso sí, no hay que obsesionarse con ello, lo más importante es ser consciente de que esta experiencia te hace ser mejor piloto de motos en el circuito y, sobre todo, en la carretera
Las fotos hablan por sí solas: empecé a rodar por la mañana nervioso y tieso sobre la moto, inseguro y lento, pero acabé la jornada mucho más suelto y ¡rozando rodilla! No hay un sitio más seguro para rodar en moto que en un circuito: los errores se suelen saldar con una ligera salida de pista o de trazada, sin el peligro de encontrarte con un vehículo en el sentido contrario o cualquier elemento rígido con el que chocar. La única manera de conocer realmente donde están tus límites y los de tu moto (que normalmente están mucho más lejos de lo que nos imaginamos) es en un circuito y eso sin duda te convertirá en un mejor piloto, más eficaz y sobre todo más seguro. Además de todo esto, está la parte lúdica y es que en ningún sitio como en un circuito podrás sacar todo el partido a tu moto, sin poner en peligro tu integridad ni tu carné. Si te gusta conducir por una carretera revirada, imagínate lo que disfrutarías en un lugar donde en unos pocos kilómetros tienes decenas de curvas de derechas e izquierdas; rápidas y lentas. Hacerlo con un monitor te servirá para realizar la trazada correcta y comprobar como vuelta a vuelta tu pilotaje mejora.
Para poder participar en el cursillo, lo primero que necesitas es ser socio de nuestro Action Team e inscribirte. Después, deberás sacarte un seguro específico para circuito, que te cubre a ti en caso de accidente (pero no a la moto). El seguro lo puedes sacar por tu cuenta o te lo pueden gestionar desde el Action Team. Una vez que te has apuntado es obligatorio ir con el equipamiento adecuado. Nada específico que no deberías llevar cada vez que montas en moto: Casco integral, guantes, botas y traje que te cubra todo el cuerpo (y si utilizas espaldera mejor). No es imprescindible un mono de cuero, puedes apuntarte con chaqueta y pantalón de cordura. Lo que sí deberás llevar son guantes y botas de caña alta que no dejen ninguna parte de tu cuerpo descubierta. De la misma forma que puedes alquilar una moto para hacer el cursillo, también te puedes alquilar el equipamiento. Cada vez que salgas a pista asegúrate de que tienes todo en su sitio y que no te dejas una cremallera que subir.
La moto y el equipamiento adecuado son los únicos elementos imprescindibles. Pero no creas que si no tienes una RR estos cursos no son para ti. Aunque las deportivas son mayoría, hay mucha variedad: naked, trail, turismo... En este último curso del Jarama compartieron pista una Ducati Desmosedici RR y una BMW R 1200 RT. Antes de hacer la primera tanda, los técnicos de Monlau revisan cada moto y comprueban las presiones antes de darle el «OK». Puedes traer la moto de serie, tal y como la llevas en la calle. De hecho, la mayoría llega al circuito en moto. Lo que sí tienes que comprobar es que no tengas componentes muy gastados, como los neumáticos o las pastillas de freno. Y muy importante, trae la moto llena de gasolina. En el Jarama completé 250 km con la Triumph, evidentemente con un consumo mucho más alto que el habitual, y tuve que llenar el depósito antes de las dos tandas libres de últimas hora. Si traéis combustible extra en un bidón, mejor, pero siempre podréis salir del circuito en un descanso e ir a llenar la moto en la gasolinera.
Como su propio nombre indica, se trata de un curso de conducción en circuito. Pero no pienses que formamos a los futuros «pedrosas» o «lorenzos», de lo que se trata es que la experiencia que adquieras en el cursillo puedas aplicarla en la carretera. Hay distintos niveles, desde el que nunca ha entrado en un circuito, al que ya ha rodado muchas veces y busca mejorar tiempos. Antes de salir a pista, cada alumno se le asigna un grupo que va del 1 (iniciación) al 5 (avanzado), todos ellos con monitor. Lo más importante es que los grupos no son cerrados y puedes ir cambiando en función de cómo se adapte a tu pilotaje. Cada grupo tiene una media de 6 alumnos más un monitor que siempre va delante. Rodando detrás del monitor es la mejor manera de aprender, por eso en cada vuelta un alumno se sitúa justo detrás suyo: Así, en la recta de meta (que no se pasa a fondo) se aprovecha para reagrupar el grupo y para hacer la rotación: el que va justo detrás del monitor se retira y pasa al final de la cola y así sucesivamente. Todo este proceso, así el qué hacer y qué no en la pista, se le explica al cursillista en el briefing previo. El curso en total consta de varias tandas con monitor y periodos de descanso entre tandas para que, una vez te bajas de la moto, cada monitor reúna a su grupo y dé una charla o aproveche para comentarnos nuestro pilotaje y en qué debemos mejorar. Según el curso, también hay charlas técnicas comunes en un aula, donde compartir dudas. Una vez que acaban estas tandas con monitor, podrás disfrutar de varias tandas «libres», es el momento de poner en práctica lo aprendido hasta el momento, aunque también puedes pedir que te acompañe tu monitor durante estas vueltas, eso ya queda a tu elección.