La moto la compramos en Hanoi, pero el viaje desde Barcelona hasta el sudeste asiático lo hicimos en avión. Salimos desde Barcelona y volamos a Düsseldorf, por la tarde salimos dirección Bangkok con LTU. Eric, Yago, Chema y yo nos dirigimos hacia Kaosan Road (las ramblas) de Bangkok. Nos encontramos con Pau, Sergio y Ricard, luego nos dirigimos hacia Kho Tao y, desde allí, salimos hacia Kho Phi Phi.
De vuelta en Bangkok, pasamos un par de días allí y luego nos fuimos hacia Manila, Filipinas. Allí estuvimos todo el mes de octubre, visitamos Palawan, llegando a Puerto Princesa (capital de la isla) y desde allí, alquilamos unas motos y recorrimos todo el norte de la isla, pasando por Sabang, El Nido y Port Burton, toda esta ruta, plagada de caminos embarrados e inaccesibles. David la hizo con el paramotor a cuestas. La idea de cargar el paramotor marca muchas diferencias con cualquier viaje en moto convencional. En cada aldea que parábamos, despegábamos y a volar, lo veíamos todo desde el cielo y hacíamos la toma de vídeo correspondiente.
Me fui con Yago, Eric, Claudio y Sebastián a visitar Laos y Camboya durante tres semanas. Volvemos a Bangkok y nos reencontramos con Chema y David, pasamos en la ciudad una semana, la cual dedicamos a hacer visados y pasarlo bien. El 9 de diciembre volamos dirección Hanoi (Vietnam).
Ya sabíamos que queríamos volver hasta casa por tierra, aunque aún no teníamos decidido en qué tipo de vehículo, al ver a nuestro amigo Gavi con una Minsk decidimos todos juntos, y sin discusiones, comprar tres de segunda mano. Al día siguiente nos fuimos con Gavi a ver a Quong, un amigo suyo mecánico el cual nos ofreció 30 Minsk que tenía en el garaje. El precio era de 400 $ (300 €) cualquiera de ellas incluyendo una garantía de 15 días, alforjas, seguro vietnamita, etc. Estuvimos un día eligiendo cada uno su moto, y una vez escogida, nos dedicamos durante dos días a repasar y arreglar todos los posibles fallos que encontrábamos. Una vez tuvimos las motos en perfecto estado, decidimos probarlas por Vietnam y para ello, recorrimos 1.000 km durante una semana por todo el norte del país.
El día 27 de diciembre salimos desde Hanoi dirección oeste, y durante los primeros 50 km pudimos comprobar que no hay tráfico más caótico en todo el mundo que ése. Es una sucesión de motos, triciclos, camiones, tractores, mulos… compitiendo por pasar antes que el otro. Con mucho esfuerzo y concentración salimos del extrarradio de Hanoi y llegamos a Thank Hoa, a unos 160 km de distancia. Seguimos dirección Cao Treu (frontera entre Vietnam y Laos), pasamos por algún puente de bambú y tuvimos que comprar gasolina en el mercado negro ya que allí no hay muchas gasolineras. Alcanzamos el paso fronterizo (muy mal día con lluvia, frío…) pero no nos dejaron pasar porque no habíamos pagado la aduana. Tuvimos que regresar a Vietnam, pagar y volvimos. Finalmente nos abrieron la frontera y conseguimos nuestro primer objetivo: cruzarla. Hay que tener presente que en Laos no tienen cajeros excepto en la capital, con lo que se debe tener en cuenta llevar $ o «kips» (moneda local). Estuvimos dos noches en Luang Prabang, y al tercer día nos subimos con las motos a la barcaza, donde pasamos otra noche hasta llegar a la frontera con Tailandia. Conseguimos pasarla con la condición de que teníamos un mes para sacar la moto del país (con la amenaza de pagar 1.500 $ de penalización si no lo hacíamos).
Metimos las motos en un tren dirección Bangkok ya que desde Chang Mai hasta allí hay casi 1.000 km de un país que ya conocíamos. Con lo cual, decidimos pagar 8 € para ir en tren y ahorrar mecánica y físico para más adelante. Llegamos a Bangkok, sabiendo que Birmania tiene las fronteras cerradas y es el único país por el cual se puede seguir nuestro camino a casa por tierra. Decidimos mandar las motos en barco hacia Calcuta por 140 $ cada una. Pasó más de un mes y medio hasta que retomamos las motos (debido al retraso del barco que llevaba las motos, y por supuesto la lucha que mantuvimos con las aduanas en Calcuta, al fin el día 6 de marzo prosiguió la aventura. Durante el mes que las motos navegaban desde Bangkok hasta Calcuta, Chema y yo decidimos conocer China, Tíbet y Nepal.
El 24 de marzo llegamos a Atari a la hora de comer, y no sin dificultades pudimos salir de India para entrar en Pakistán, donde nos pidieron los mismos papeles (que no teníamos) que en India Carné De Pasaje. Con lo cual pasamos una noche en la frontera, y al día siguiente nos dieron dos opciones: o metíamos las motos en un tren con dirección Irán, o, volvíamos hacia India. Nuestra decisión fue obvia: metimos las motos en un tren dirección Tafftan (frontera entre Pakistán e Irán) y nosotros por nuestra parte fuimos a Islamabad para hacernos el visado iraní y aprovechamos para ver el norte de Pakistán, el Himalaya. ¡Increíble! El visado iraní tardaó unos 15 días en ser efectivo, y una vez lo tuvimos en nuestras manos, salimos dirección Quetta para buscar nuestras motos. Una vez en Quetta nos dijeron que sería imposible pilotar por Pakistán sin el carné de pasaje, con lo cual desistimos y continuamos en tren hasta Taftan (frontera con Irán), y tras día y medio de papeleo y discusiones, nos dejaron salir dirección Turquía.
Comenzó nuestro periplo iraní con el primer control militar que encontramos, nos pusieron un escolta por seguridad, lo malo era que lo tuvimos que llevar con nosotros durante 90 km de desierto hasta Sahedan. El pequeño problema que tiene Irán es que no hay aceite de 2T a la venta, con lo cual, nos pensamos que tendríamos que enviar las motos a otro lugar donde sí hubiera. Al final nos decidimos y le pusimos aceite de 4T, y continuaron funcionando bien.
20 de abril, Kerman Yatz, 380 km, 12 horas de moto y por fin sin escolta. Vimos algún accidente de camión, rodamos un poco por la arena del desierto, también nos pusimos a rebufo de los camiones para avanzar más deprisa, y llegamos a Yatz, donde colocamos la tienda y a dormir.
Zanjan-Tabriz, 280 km, David decidió salir un poco antes que nosotros, y Chema y yo nos quedamos durmiendo un rato más, lo que supuso perderlo durante unos tres días hasta que volvimos a coincidir con él en la frontera. Se me rompió la cadena de transmisión y eso fue el principio de una avería que duraría tres días más, hasta que encontré al mecánico adecuado. En Tabriz localicé a varios mecánicos, y uno de ellos tenía la pieza que a mí me faltaba y que compré por menos de un euro. Tabriz-Bazargan (frontera Irán-Turquía), podemos decir que este día fue el más bonito en Irán gracias a sus paisajes, ríos, túneles, puentes y cambios de altitud…. Llegamos a Bazargan, donde encontramos a David cenando, lo recogimos, nos dirigimos al paso fronterizo y entramos sin problema en Turquía.
Herzurum-Trabzon, 320 km, por fin llegamos al Mar Negro. Un día precioso en lo que a moto se refiere, pudimos ver que Turquía es uno de los mejores países para disfrutar sobre dos ruedas. Por la tarde, tras subir puertos de hasta 2.700 metros con la Minsk, llegamos al monasterio de Sumela y desde allí hasta Trabzon nos cayó un diluvio, por lo que decidimos meternos en una pensión por siete euros para poder ducharnos con agua caliente y dormir con sábanas relativamente limpias.
1 de mayo, Biresum-Samsun, 250 km. Realmente uno de los momentos más bonitos sobre la moto transcurrió por una carreterita que bordeaba el mar, pequeña y destrozada que nos hizo disfrutar y saborear una de las jornadas más auténticas del viaje. Llegamos a Samsun cuando empezaba a anochecer, y montamos las tiendas en un prado de cebada donde pasamos la noche. En Estambul encontramos a David y nos pusimos a buscar una pensión barata, al final encontramos una por cinco euros por persona y, por fin, pudimos ducharnos y dormir en una cama.
Estambul-frontera búlgara. Por la tarde alcanzamos el paso fronterizo donde nos pidieron la carta verde y nos preguntaron de dónde eran las motos, a lo que David respondió que eran españolas y no nos pusieron ningún problema. Hemos llegado a Europa.
Plovnik-Serres (Grecia), 320 km. Volvimos a perder a David (al cual ya no vimos más) y nosotros fuimos tirando dirección Grecia, esquivando tormentas y disfrutando de la gente local y el paisaje. Alcanzamos la frontera entre Bulgaria y Grecia, donde solamente nos pidieron el pasaporte y pudimos cruzar sin problema. Nos adentramos en territorio griego y empezamos a buscar un buen sitio para acampar. En Serres encontramos unos olivares y decidimos dormir allí, donde disfrutamos de una de las mejores puestas de sol. Tras una breve búsqueda encontramos una pensión llamada Zeus en la que el encargado era un chico de Madrid que nos ayudó en todo lo posible y se portó muy bien. Hoy dormimos por 12 € cada uno pero lo amortizamos haciendo limpieza de ropa y varias duchas de agua caliente.
13 de mayo, Atenas-Patras, 220 Km. Es el cumpleaños de Chema. Nos despertamos y rezamos para que haya gasolina, y al llegar a la primera nos dicen que no habrá hasta la hora de comer. Un cliente de la gasolinera nos invita a su casa a pasar el día (allí comimos, nos duchamos y seguimos).
Pasamos el día en la playa y a las 17:00 sale el ferry, el cual dura unas 15 horas, y llegamos a Bari a las 10:00 de la mañana. Hemos alcanzado Italia pero el clima no acompaña. Dormimos en la tienda de campaña, acompañados de un poco de lluvia.
En Roma a la hora de buscar alojamiento nos dimos cuenta de la realidad de Europa, con lo que decidimos irnos fuera de la capital a buscar un lugar donde dormir. Llegamos a Civitavecchia, donde dormimos en un descampado al lado del aeropuerto.
En Grosseto encontramos una concentración de unos 30 Ferrari y cuando nos vieron llegar se interesaron por nosotros, y al conocer la historia decidieron invitarnos a comer y a beber vino. Por la tarde, nos despedimos de ellos y decidimos echarnos una buena siesta.
Niza nos recibe por la noche tras haber recorrido la costa del Mediterráneo durante todo el día. Salimos a tomar algo y conocimos un poco de la pija Niza. Beziers-Llavaneres. Último día de viaje, en el que hicimos unos 350 km. Nos despertamos muy pronto debido a los nervios y despegamos dirección Perpignan, luego cruzamos la frontera y ya estamos en la Costa Brava por la cual bajamos poco a poco hasta llegar a Arenys de Munt, donde decidimos acabar nuestro viaje recorriendo los 12 km que separan Arenys de Munt de Llavaneres.