Fallece Josep María Folch, corazón de la resistencia en España

Ha fallecido Josep María Folch a los 78 años de edad, dejando tras de sí un legado único, impulsado por una pasión desmedida por el motociclismo en general y la resistencia en particular, especialidad de la que fue, sin duda, el gran referente en España.

Juan Pedro de la Torre

Josep María Folch, el gran señor de la resistencia.
Josep María Folch, el gran señor de la resistencia.

La noche del 3 de julio de 1959, Josep María Folch apenas pudo dormir. Se revolvió en su cama, inquieto, esperando ansioso las primeras luces del día. Su padre lo despertó y él se desperezó de un salto. Desayunaron ligero, y cogieron sus bicicletas pedaleando a buen ritmo de Montbrió a Reus, donde tomaron el tren a Barcelona. Mientras su padre se adormilaba en el incómodo asiento de tercera, el joven Josep María se acodó sobre la ventanilla, contemplando desde la atalaya del ferrocarril del litoral el esplendor de un Mediterráneo de espumas relucientes bajo el brillo del sol.

Llegaron a la estación de Francia, y aún les quedó una animada caminata hasta alcanzar Montjuïc. El sonido de los motores retumbaba por el parque, y palpitaba en el corazón de ese niño, ese buen hijo de doce años, al que su padre premió con su sueño: ir a ver las 24 Horas de Montjuïc. Una vez allí vio colmadas sus ilusiones.Se entretuvo en el parque de corredores, desojado contemplando aquellas máquinas: las siempre efectivas Montesa 125, la poderosa BMW 600, y quedó prendado de las rugientes Ducati Sport 175. Josep María vivió aquella carrera con absoluta intensidad, recorriendo todos los rincones de Montjuïc, sin perder detalle, subiendo y bajando desde La Rosaleda al Ángulo las veces que fueran necesarias, pateándose el parque hasta poder ver San Jorge desde el exterior, para apreciar su complejidad. Pasaron la noche al raso, durmiendo entre los parterres, protegidos de la fresca brisa marina que llegaba desde el puerto, acunados por los estridentes rugidos de unas motos que nunca se detenían. Terminada la carrera, todavía impresionado por la avería sufrida por la Ducati de Villa-Balboni, que lideró la carrera durante 23 horas hasta que el encendido de la moto sucumbió, padre e hijo desandaron el camino hasta regresar a Montbrió, cuando la noche del domingo ya se echaba sobre el pueblo. Durmió soñando con Montjuïc y la resistencia, pensando que, algún día, él estaría allí, pero no como espectador.

Su amor por el motociclismo, que había despertado en esa noche mágica barcelonesa, creció con él. Aunque era paisano de Josep María Busquets, su gran ídolo fue Ramón Torras, y junto a sus amigos no dudaba en seguirlo de carrera en carrera, disfrutando de sus éxitos, y fue triste testigo de aquella infausta carrera en Comarruga, un recuerdo que lo emocionaba, entrecortaba su voz y llenaba de lágrimas su mirada.

Desde su pequeña tienda de Reus, que fue creciendo, Folch se convirtió en el mayor referente español de la resistencia, especialidad en la que se adentró de lleno desde 1980, cuando puso en marcha Folch Endurance, preparando una Montesa Crono 350 MS para Fernando Prous. Por la mañana atendía a los clientes y por las noches, calladamente, se retiraba a su modesto taller, una antigua granja que había acondicionado junto a su casa. Allí trabajaba sin descanso afinando y mimando sus motos. Regresó a Montjuïc, con sus pilotos, pero nunca ganó la carrera. Amasó un palmarés envidiable, en velocidad y en resistencia, y los colores de Folch Endurance vistieron a lo más granado del motociclismo nacional. Y cuando las 24 Horas llegaron al Circuit de Catalunya, Folch Endurance se convirtió en amo y señor de la carrera, que ganó once veces.

David Checa, con la moto de Folch Endurance en las 24 Horas del Circuit de 2011
David Checa, con la moto de Folch Endurance en las 24 Horas del Circuit de 2011

Folch llevaba ya tres temporadas alejado de la resistencia, de las 24 Horas, aunque su presencia seguía latente en la carrera precisamente porque se le echaba de menos. Que Josep María Folch haya fallecido precisamente ahora, en vísperas de su carrera, no deja de ser un guiño del destino, que nos recuerda que él sigue siendo el protagonista de la resistencia en España.

Folch llevaba ya unos años recuperando y restaurando sus viejas motos. Había localizado algunos de los ejemplaras originales que pasaron por sus manos, y cuando no daba con uno, construía una réplica completamente fiel del modelo. Y todas las guardaba como preciosas joyas en su pequeño taller, unas joyas que gustaba de enseñar, con orgullo, desde la mítica Yamaha XJ 900 Proto que puso en manos de Prous, Rosa y Garriga en las 24 Horas de 1983 –cuartos absolutos- a la FZR 600 con la que Gregorio Lavilla ganó el Open Ducados en Supersport en 1994. Su colección de Yamahas de resistencia, de la YZF a aquella R71 –chasis R7, motor R1- que se inventó en 2002 siempre lucían con orgullo en su colección.

Folch guardaba algunas reliquias con cariño, como esa hoja con la parrilla de salida del Mundial de SBK en Monza, en 1991, con Sagardogui en segunda línea, plantando cara a los Polen, Roche, Phillis, Mertens, Pirovano… todos con auténticas motos de fábrica y él sobre aquella FZR 750 preparada en su taller. O aquel el mano a mano que sostuvo en Calafat, en el Europeo de SBK, frente a Davide Tardozzi y la Ducati 888 de fábrica. Folch se acordaba mucho de Sagardogui.

Pero lo que colmaba su satisfacción fue su aventura en el Mundial de Resistencia, cuando Folch Endurance logró la tercera posición del campeonato de 2008 –segundo en las Ocho Horas de Losail-, y aquella primera visita a Suzuka, con Vallcaneras y Ribalta, impresionando a los fabricantes japoneses con su 13ª posición, un resultado impensable para un equipo modesto y sin apenas recursos, porque todo salió del bolsillo de Josep María. Las carreras se comían los beneficios de la tienda. “Me la jugué y me arruiné”, confesó recordando su última participación en Le Mans, en 2012.

Folch se nos ha ido, y nos quedamos sin un referente imprescindible. Nos quedamos con su ejemplo, en pista, pero también fuera de ella. Tenemos su cordialidad y su cariño, su buen humor y su temple, esa forma suya de hablar, emocionada, su entrega en todo lo que hacía, con toda su alma. Tengo muy presentes sus palabras en una visita que le hice años atrás, una frase que resume la esencia de su vida, mientras recordábamos aquellos días duros y embriagadores en el Mundial de Resistencia: “Imagínate –me decía- dónde llegan las ganas y la ilusión de un equipo de personas. No es saber, es querer. Esto se hace por pasión. Su vida fue toda pasión. En el momento duro de la despedida, celebremos la pasión de Josep María Folch.

Folch con Javi Rodríguez (segunda por la derecha), su último título nacional
Folch con Javi Rodríguez (segunda por la derecha), su último título nacional

 

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24 Horas del Circuit de Catalunya

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