Cada título internacional que conquista el motociclismo suizo es la consumación de un pequeño milagro. Es un país sin circuitos modernos a raíz de más de medio siglo de prohibición de carreras de velocidad, pero del que han salido dos leyendas como Luigi Taveri y Stefan Dörflinger, junto a otros grandes pilotos como Bruno Kneubühler, Gyula Marsovszky o el reciente Thomas Luthi.
Sin embargo, desde finales de los años ochenta -cuando Dörflinger apuraba sus últimos años en 80cc y Jacques Cornu lograba tres victorias en el cuarto de litro-, atravesaron un desierto con Luthi como oasis: suyas fueron 17 de las 18 victorias helvéticas en los últimos 33 años. La otra la consiguió Dominique Aegerter en el Gran Premio de Alemania de Moto2 2014, celebrado en Sachsenring.
Por aquel entonces era la gran apuesta para seguir la estela de Luthi. Todavía no había cumplido 24 años y su progresión era claramente ascendente, finalizando quinto dos años seguidos con la precisión de un reloj: había logrado puntuar en 33 carreras consecutivas entre 2012 y 2013. Era difícil imaginar que esa progresión estaba a punto de truncarse de forma drástica.
Mugello 2015 fue su último podio en una categoría en la que permaneció hasta 2019. Se acercaba a la treintena y su futuro parecía totalmente incierto, encontrando acomodo en MotoE, que arrancaba su segunda temporada de existencia. Su adaptación a la Energica fue inmediata, logrando dos victorias en cuatro carreras. El doble de las que había logrado en casi década y media.

Ser tercero en su primer año no fue suficiente para cumplir su objetivo de volver a Moto2, así que para 2021 aceptó la oferta del Ten Kate para compaginar Supersport con la copa eléctrica; firmando un año fantástico en el que se proclamó campeón del mundo de la segunda categoría del WorldSBK y subcampeón de MotoE, rozando un doblete histórico.
Para este 2022 optó por repetir la fórmula. Haberse quedado tan cerca de la hazaña fue la mejor motivación posible, porque eso significaba que era capaz de hacerlo. En Supersport se mostró más superior que el año anterior, hasta el punto de que pudo ‘permitirse’ echar por tierra un fin de semana en Most, donde fue descalificado por una acción muy antideportiva.
Eric Granado le hizo sudar más en MotoE, donde tuvo que rozar la perfección acabando todas las carreras en el top 4 para convertirse en el último campeón de la era Energica y entrar en la historia del motociclismo antes de saltar al Mundial de Superbike, un nuevo reto que encarará con 32 años, en plena madurez deportiva y a su máximo nivel.
Pase lo que pase a partir de 2023, está claro que lo conseguido en las dos últimas temporadas han convertido a ‘Domi’ en el último pequeño gran milagro del motociclismo helvético. Un milagro que en este 2022 ha resonado por partida doble; porque Aegerter ha hecho suya esa frase del mítico anuncio de los deliciosos Petit Suisse (los pequeños suizos): “A mí me daban dos”.