Álvaro Bautista necesitaba sumar tan solo dos puntos de los 62 que repartía la cita final de temporada en el Circuito de Jerez – Ángel Nieto para ser campeón del mundo. Consiguió 62. Seguramente eso resume mejor que cualquier otra cosa lo que ha sido la temporada 2023 del Campeonato del Mundo de Superbike para el piloto manchego y su Ducati Panigale V4R.
En 2019 fue insultantemente superior y perdió el título. En 2022 consiguió proclamarse campeón gracias a su consistencia de inicio a fin de temporada, ya que en diversos puntos de la misma no fue netamente superior. En 2023 ha sido insultantemente superior a la par que sonrojantemente consistente, convirtiendo los errores en meros lunares que sirven para poner en valor sus triunfos.
El fin de semana, más que nunca, tenía dos partes. El objetivo del sábado era evidente: cumplir con el trámite final para ser campeón y enfundarse -no sin problemas- el mono dorado preparado para la ocasión. Todo ello después de una victoria marca de la casa, en la que logró abrir un hueco en la segunda mitad de carrera para entrar en meta en solitario.
El sábado era un día para él. Para refrendar el número 1 que adorna su carenado y para escalar otro pasito más en los libros de historia, donde ya aparece como el décimo bicampeón de la historia del Mundial de Superbike y como el quinto que logra enlazar dos títulos seguidos, algo que solamente Jonathan Rea había hecho en este siglo.

Y si el sábado pasó del rojo al dorado, el domingo su Ducati apareció vestida de amarillo, que siempre ha sido el color de su número. Ganó la carrera Superpole, donde le acompañaron en el podio sus dos grandes rivales con Jonathan Rea logrando su último podio con Kawasaki, ya que en la carrera final se marcó un all-in de farol que salió mal.
Quedó entonces servido el duelo entre Álvaro Bautista y Toprak Razgatlioglu como perfecto cierre del curso. Campeón y subcampeón no se jugaban nada en términos clasificatorios, lo cual solo podía significar una cosa: no iban a estar pensando en ninguna otra cosa que no fuese ganar. Uno para cerrar el año perfecto, el otro para despedirse en lo alto de Yamaha.
Si para los fans de Bautista el sábado fue el delirio, para la afición de unos y otros el domingo fue la apoteosis. Un sinfín de adelantamientos cruzados que solamente podía acabar en la última curva, donde Razgatlioglu salió derrapando para entrar primero en meta… tras haber metido la rueda trasera en el verde, una cruzada espectacular que le dejó sin victoria.
Aunque daba casi igual el ganador, estaba claro que era el año de Bautista y hasta esa moneda le salió cara porque, además, la sanción a Razgatlioglu daba el título de equipos al Aruba.it, completando el doble triplete de Ducati, que ha conquistado los tres títulos tanto en Superbike como en Supersport, donde Nicolò Bulega firmó otro doblete para hacer la fiesta perfecta.