Gerard Farrés, brillar a la sombra de los mitos

El piloto del Himoinsa es el ejemplo de cómo la perseverancia da sus frutos.

Nacho González

Gerard Farrés, brillar a la sombra de los mitos
Gerard Farrés, brillar a la sombra de los mitos

Entre 2005 y 2015, decenas de pilotos soñaban con deshacer el mano a mano entre Marc Coma y Cyril Despres. Una de las más históricas rivalidades del Dakar: iniciada en África, trasladada a Sudamérica y concluida en tablas (5-5); polarizó a los aficionados y dejó al resto de pilotos luchando por el tercer puesto. O el segundo, si uno de los dos fallaba.

A la sombra de esa dualidad vivían los demás. Uno de ellos era el joven Gerard Farrés, cuyo debut fue con Yamaha en África en 2006, siendo 16º el año que Coma ganó su primer Dakar.

Antes ya había sido campeón del mundo junior de enduro en el 2000 y se había llevado tres medallas de oro –una de ellas con el propio Marc Coma en el equipo- en la categoría junior de los ISDE. A nivel nacional había sido campeón de España de enduro junior en 80cc en 1995.

Pero ya tenía dentro el veneno del Dakar, al que tardó tres años en volver. Mientras, en 2007 logró el Campeonato de España de Rally TT y su primer triunfo en la que se convertiría en su prueba fetiche: la Baja Aragón. Por contra, se quedó sin ir al Dakar cuando el equipo Yamaha Fosil rescindió el contrato de todos sus pilotos.

Volvió en 2009 ya en Sudamérica, como mochilero de Coma en KTM, ayudándole a lograr su segundo triunfo en la prueba y sumando su segunda Baja. Su gran año no pasó desapercibido y Aprilia le reclutó para su desembarco en el Dakar junto al chileno Francisco ‘Chaleco’ López, que acabaría tercero. Tras no acabar ese año y ser 28º el siguiente, Farrés cambió de aires.

De nuevo en KTM con el equipo Bordone-Ferrari, tras ganar su tercera Baja en 2011 por fin destapó el tarro de las esencias en el Dakar 2012, al finalizar séptimo. Veía por fin refrendado su talento con el buen resultado que se le había resistido.

Sin embargo, a partir de ahí comenzó una mala racha, con equipos modestos y pobres resultados. 69º en 2013 con el Honda Wild Wolf, fichó por GasGas; donde no pudo acabar ni en 2014 –donde al menos ganó su cuarta Baja- ni en 2015.

Y entonces llegó Himoinsa. Un equipo humilde pero bien trabajado que vio en Farrés la punta de lanza ideal para su proyecto. Su relación no pudo empezar mejor, con su quinta Baja, la que le ponía a sólo una del récord absoluto de Isidre Esteve. Ganó también la Transanatolia y llegó pletórico al Dakar 2016, que finalizaría octavo.

Fue sólo un aperitivo de lo que estaba por llegar: el Dakar 2017. Con los oficiales Sam Sunderland y Matthias Walkner primero y segundo, Farrés tenía ante sí la ocasión de su vida: el podio. Enfrente, el rapidísimo Adrien Van Beveren. Por eso, ‘Farreti’ nunca olvidará aquel 14 de enero de 2017, cuando tenía que conservar los 48 segundos respecto al galo... ¡y clavó su tiempo! La etapa fue para AVB, pero él se quedó el tercer lugar del cajón. El premio a toda una vida, el momento de luz tras tantos años a la sombra de los mitos.

Después llegaría 2018, con el anuncio de que sería su último Dakar. Sin la velocidad de antaño, ha sabido tirar de veteranía para despedirse con un quinto puesto: su cuarto top ten y el tercero en tres años con el Himoinsa, el equipo que se orienta con las nubes.

Ahora, los que vienen detrás saben que, desde la sombra, pueden encontrar la luz si aprenden a orientarse con la nube 'Farreti'.