La lucha contra el cambio climático y la defensa y cuidado del medioambiente está variando -y variará aún más- en el mundo del motor. Las previsiones contemplan que para el año 2050, buena parte del parque de vehículos en Europa ya no se muevan con combustibles fósiles y hayan dado paso a otras fuentes de energía menos contaminantes.
Una de ellas es el uso del hidrógeno como combustible, ya sea formando parte de una pila, o en un futuro próximo, haciendo posible la electrólisis del agua.
Más lento que en los coches
El panorama actual es que las motos eléctricas evolucionan algo más lentas que los coches. En la ciudad se pueden ver muchas yendo de un lugar para otro, e incluso hay empresas municipales que las ponen a disposición de los ciudadanos. Sin embargo, se trata de un transporte muy concreto que nada tiene que ver con las motos que se emplean para conducir por carretera o para desplazamientos de mayor kilometraje.
La razón no es otra que el tamaño de las baterías. Si bien en los automóviles es posible instalar baterías de gran tamaño que proveen al coche de energía durante una distancia lo suficientemente larga como para que dure toda la jornada, en las motos resulta más complicado porque, literalmente, esas baterías no caben. Así pues, el principal hándicap para que la tecnología de pilas de hidrógeno se haga cada vez más popular se encuentra en conseguir una mayor energía en un espacio reducido.
Hay que tener en cuenta que si bien los coches eléctricos superan los 250 kilómetros y muchos de ellos ya llegan a los 500 e incluso más, son raras las motos que disponen de una autonomía mayor a 100 o 120 kilómetros (NdR: bien es cierto que la autonomía de las motos de combustión también es muy inferior a los coches, entre 100 y 200 km según modelo). Y a eso hay que añadir el hecho de que tampoco alcanzan velocidades elevadas, lo que lleva a muchos moteros a ni siquiera pensar en esta opción.

Hidrógeno en la ciudad
Estas carencias han provocado que el uso de las pilas de combustible de hidrógeno se prentenda aplicar mayoritariamente en el segmento de los scooters destinados a los entornos urbanos, ya que es allí donde se requieren menores velocidades y se recorre menos distancia.
Además, son las áreas más contaminadas, con lo que resulta conveniente no expulsar demasiados gases contaminantes. Un buen ejemplo fueron los scooter, equivalentes a un modelo de combustión de 125 cc., que lanzó hace un par de años la compañía taiwanesa United Renewable Energy (URE) los cuales alcanzaban una velocidad máxima de 90 km/h para una autonomía de 110 kilómetros.
El futuro del hidrógeno como combustible
Más allá de su utilización en pilas, se está trabajando en la electrólisis del agua, dado que es un método “verde” en el que se aporta velocidad al separar el hidrógeno del oxígeno. El principal problema vuelve a ser el tamaño, ya que el agua no es una gran conductora de energía y se necesita demasiada para lograr este proceso.
No obstante, la tecnología debe mejorar y hay que encaminarse hacia este tipo de combustibles para aminorar la huella de carbono y frenar así el cambio climático. No en vano, hay estimaciones que apuntan que el hidrógeno verde llegará a suponer entre el 10% y el 20% del consumo energético en todo el mundo.