Unos investigadores del Centro de Investigación del Transporte (TRANSyT) de la Universidad Politécnica de Madrid realizaron un estudio en el que analizaron las carreteras y las vías de ferrocarril de la geografía española con el objetivo de mediar cómo los cambios en el clima pueden influir en nuestra capacidad de acceso a los diferentes territorios, un trabajo que ha sido publicado en Journal of Transport Geography.
ESTUDIO: CAMBIO CLIMÁTICO EN CARRETERAS ESPAÑOLAS
"Hasta la fecha, los estándares de construcción de carreteras y ferrocarriles tienden a basarse en condiciones climáticas promedio", explica Emilio Ortega, investigador de la ETSI de Montes, Forestal y del Medio Natural de la UPM y uno de los autores de este trabajo. "No obstante, a medida que estas condiciones están cambiando, la funcionalidad esperada de la infraestructura de transporte podría verse comprometida”, prosigue.
Los investigadores han evaluado la criticidad de las infraestructuras del sistema terrestre español de transportes -tanto carreteras como vías de ferrocarril- a consecuencia de los posibles cambios futuros en los escenarios climáticos en el periodo entre 2045 y 2055.
396 tramos de carreteras fueron analizados junto a 186 de ferrocarril, todo en términos de accesibilida territorial: por esto se entiende la posibilidad de alcanzar determinados destinos, evaluando la posibilidad de que se vean afectados por cambios de temperatura, precipitación, aridez o días con precipitaciones extremas.
CONCLUSIONES: MÁS GASTOS DE MANTENIMIENTO
Los resultados del estudio concluyen una buena noticia y una mala. La buena es que el impacto en las infraestructuras analizadas es relativamente bajo y no afectará a trayectos críticos. La mala es que la erosión de los terrenos adyacentes, los deslizamientos de tierra o las inundaciones de terrenos próximos supondrán un importante incremento en los costes de mantenimiento de las infraestructuras.
Según explica Emilio Ortega, las carreteras se verán menos afectadas (un 7% de la longitud total) que el sistema ferroviario (14%), y en tramos fundamentalmente ubicados en norte, noreste, este y sur de España.
“Los problemas causados por el pandeo ferroviario, el hundimiento del cable catenario, el agrietamiento del asfalto o el ablandamiento del asfalto, entre otros, no ocurrirán en los tramos que más contribuyen a la accesibilidad global”, explica Belen Martín Ramos, otra de las investigadoras participantes en este trabajo, que subraya que "la longitud de los tramos con cambios de precipitación es de unos 925 km en total, y un poco menos de 600 y 400 km de longitud de carreteras y ferrocarriles, respectivamente, para las precipitaciones extremas".
Hasta aquí la parte buena. La mala está en el mantenimiento de las estructuras, cuyo coste se verá afectado considerablemente por los estragos de la situación meteorológica tanto en carreteras y vías de ferrocarril como en los tramos que los rodean. Así lo explica Ángel Aparicio, investigador de la ETSI Caminos, Canales y Puertos y que también ha participado en el trabajo:
“Valores de precipitación más elevados pueden agravar los fenómenos de erosión en las laderas y estructuras, afección a puentes, deslizamientos de tierra y la sobrecarga de los sistemas de drenaje debido a la gran cantidad de arrastre causado por la erosión. Las precipitaciones intensas en un periodo de tiempo corto pueden causar inundaciones en las carreteras y afectar la estabilidad de las pendientes y las superficies de las carreteras debido a la escorrentía del agua", augura.
¿Y qué se puede hacer? El estudio confirma que un enfoque de evaluación escalonada es realmente útil como instrumento para tomar decisiones estratégicas que permitan a las autoridades identificar cuáles son los tramos más vulnerables y poder tomar medidas para reforzarlos, optimizando de esta forma el aprovechamiento de los recursos.