Pese a que la KTM 350 SX-F no salió a escena hasta hace unos tres meses, su gestación se inició hace cerca de cuatro años, momento en el que Stefan Everts fue tentado por KTM para, no sólo liderar su equipo oficial de MX1, sino también para dirigir un ambicioso y arriesgado proyecto. Naturalmente, se llevó a cabo con la más absoluta confidencialidad y, tras varias pruebas, el astro belga dio el pistoletazo de salida a una montura que sería el origen de una nueva generación de unidades naranjas de cross. El principal objetivo de la SX-F 350 era poner de entredicho la supremacía de las 450 4T, motos que desde principios de siglo empezaron a superar a las, hasta entonces, todopoderosas 250 2T.
La verdad es que los directivos austriacos se lo jugaron todo a una carta y, junto al actual campeón del mundo de MX1, Antonio Cairoli, el as que tenían bajo la manga ha dado unos resultados sorprendentes. Liderar la categoría más reñida del mundial en su primer año da mucho que pensar. No sabemos los planes de los demás fabricantes, pero estamos seguros que desempolvarán toda la maquinaria habida y por haber, para hacer frente a un adversario tan poderoso.
Nuevas armas
Stefan Everts no se andó con chiquitas y tuvo vía libre para desarrollar la montura. Sorprendentemente, no quiso trabajar a partir de modelos conocidos y se fabricó un bastidor de acero de nuevas geometrías, de menor tamaño (para adoptar unas formas mucho más ceñidas al propulsor), y con tubos de mayor rigidez (perfiles de 8 mm más anchos) con el objetivo de absorber con mayor eficacia los esfuerzos provenientes de la rueda trasera. Precisamente detrás, el sistema de suspensión posterior PDS, fue sustituido por bieletas, una solución técnica demandada por los aficionados y que no se veía en una KTM de motocross desde hace más de una década. Lo cierto es que el cambio ha sido más que contundente. Se ha mejorado la precisión, el control y la seguridad encima de la moto, pero, en contrapartida, hay un aumento de peso, más mantenimiento y una menor rigidez lateral. Asimismo, este sistema de bieletas sólo se ha montado en los modelos de 4T. Y es que tras muchas pruebas, el PDS se ajusta mejor a las características de los motores de 2T, debido a la ligereza de éstos y a su distinto centro de gravedad.
Justa medida
El motor sigue la misma filosofía y destaca por su ligereza –sólo 27 kg–, y tamaño extremadamente contenido, muy similar al de la 250 4T. Pero donde realmente radica su excelencia es en la alimentación, pues KTM ha prescindido del tradicional carburador para dar paso a la inyección electrónica –sistema del que también se ha beneficiado la 250 SX-F–. Su comportamiento es preciso y, pese a que tiene potencia suficiente para dar rienda suelta a nuestras expectativas, la curva nos garantiza un mayor tiempo encima de ella sin sufrir el mismo desgaste que en una 450 4T. No obstante, nos sorprendió la excesiva retención de su propulsor, independientemente de la velocidad a la que circulábamos. Cierto que nos acostumbramos a su retención a las pocas vueltas, pero fue algo que, personalmente, nos desagradó.
Los parámetros de toma de datos son los habituales en este tipo de alimentación y su bomba funciona con la energía de la batería incorporada para alimentar también el arranque eléctrico, otra de las características del modelo. Los que no confíen en este método, pueden optar por la clásica palanca de arranque y ahorrarse así 1,5 kg.