La marca de los diapasones mantiene el alto ritmo de evolución que viene aplicando a sus modelos de motocross en los últimos años. Con su lanzamiento en 2001, la YZF 250 fue la pionera entre las modernas 250 4T de motocross, y en 2014 experimentó una auténtica reconstrucción al adoptar el motor con la culata invertida procedente de su hermana mayor, la YZF 450. Una disposición, con la admisión en la parte frontal del motor, y el escape en la trasera, que actualmente sigue siendo única entre las motos de cross en particular y las off road en general.
En 2019, se estrenó una nueva remodelación de la MX2 azul, y ahora, dos años después, Yamaha vuelve a aplicar una considerable actualización que, si bien no supone una nueva generación, sí ha implicado considerables cambios en todos los apartados. La intención de los técnicos de Iwata ha sido la de mejorar el rendimiento en altos del motor, la agilidad del chasis en curva y la capacidad de frenada, mediante unos cambios que ya hemos detallado en un artículo específico hace unas semanas. Ahora os contamos su verdadera influencia en la práctica tras haber podido probar la nueva Yamaha YZF 250 2021 en primera persona, tanto la versión estándar, como la nueva edición Monster y una unidad equipada con kit de potenciación GYTR.

Yamaha YZF 250 2021, primeras impresiones
La nueva MX2 apuesta por una estética casi monocolor de cara a la temporada 2021, con mayor protagonismo del azul en la versión estándar y del negro en la edición Monster, que simplemente se diferencia de la primera en la decoración, buscando imitar la imagen de las Yamaha oficiales del Mundial de MX2 y el Supercross de Estados Unidos.
El puesto de mandos apenas varía, y los usuarios se encontrarán el mismo conjunto conocido, marcado por el excelente accionamiento de todos los mandos y una carrocería de buena ergonomía, aunque con la conocida anchura en la parte frontal debido a la caja del filtro. Las estriberas mantienen una posición tirando a elevada y el manillar resulta un poco más cómodo al estar ahora más bajo. Eso sí, se mantienen los puños de alta resistencia que aseguran una “vida eterna” de los mismos, pero más efímera para la piel de nuestras manos. El nuevo escape consigue, en efecto, uno sonido ligeramente diferente, con un tono más grave y bajo, aunque sin borrar del todo en “agresivo ronquido” que caracteriza al motor invertido de la YZF 250.

Los cambios realizados en la mecánica consiguen los objetivos marcados por los ingenieros, afinando acertadamente un motor que ya estaba entre los más completos de su clase -sino el que más…-. En primer lugar, la respuesta en bajos gana tanto en suavidad como eficacia. El modelo anterior se mostraba a un poco reactivo de más en esos pequeños gestos de gas al redondear las curvas, que podían llegar a descolocarnos al abordar largas roderas. Ahora, el empuje llega antes, casi desde el ralentí, pero de forma más suave, lo cual nos permite actuar más confiados con el gas y salir de las curvas con más eficacia, consistencia y sensación de control.
El nuevo motor ofrece un alto régimen más enérgico y elástico
El medio régimen mantiene sus virtudes conocidas, patentes en una generosa sensación de par motor y una fulgurante subida de vueltas, que permite circular con esta 250 como si fuera una moto de mayor cilindrada, apoyándonos en la tercera marcha a la salida de las curvas con una facilidad pasmosa.
El mayor cambio del renovado motor lo encontramos sin duda de medios en adelante, en forma de una estirada más enérgica y puntiaguda. La curva de potencia se percibe claramente más llena: corre más y durante más tiempos. Con estas mejoras el motor de la YZF 250 2021 resulta todavía más versátil que antes, pues permite aprovechar más las marchas cortas para los que gusten de estrujar el motor hasta el corte, pero todavía permite apoyarse en su gran par motor para los que prefieren circular en relaciones más largas. Más potencia, mejor distribuída y más facilidad de uso: ¡chapeau!

La mecánica japonesa no flaquea en otros aspectos, como la suavidad y precisión del cambio y el embrague, la eficacia del arranque eléctrico y su avanzada electrónica, que incluye cambio de mapas en marcha mediante un botón en el manillar y la personalización en detalle de los mapas mediante la APP YZ Power Tuner gratuita para todos los propietarios.
Apartado ciclo
En la ciclística encontramos dos apartados claramente mejorados con respecto al modelo anterior de la YZF 250. Por una parte, los nuevos frenos aportan, ahora sí, una actuación más directa y precisa, con un tacto bastante menos esponjoso que antes.
Igualmente, las suspensiones consiguen un comportamiento más acertado, siendo un ejemplo de que mayor firmeza a veces puede suponer un mayor confort de marcha. En efecto, el nuevo setting resulta más duro, haciendo trabajar a la horquilla y el amortiguador en la parte alta del recorrido, sin hundirse tanto como antes. No obstante, en contra de lo imaginado, esto se traduce en una mayor suavidad de respuesta, sin el tacto seco que se sentía antes, lo cual se percibe a la caída de los saltos y en ese primer impacto con los baches de frenada. Nuevamente, Yamaha ha conseguido pulir un apartado, el de las suspensiones, en el que su YZF 250 ya era la referencia de la clase.

Menos diferencias encontramos en el modificado chasis, que mantiene una manejabilidad en curva buena, más que correcta, pero sin ser todavía tan “felina” como alguna de sus rivales, y sin experimentar la mejora que sí mostraba la YZF 450 en 2020. Se percibe sobre todo en el momento inicial de inclinar la moto en los ángulos. Aquí la YZF 250 está condicionada por la anchura frontal de la carrocería, que exige cierto hábito para marcar bien el gesto de sentarse muy adelantados, ya que si nos despistamos terminamos sentados un poco más atrás de lo ideal. También pensamos que esto lo acusan más los usuarios de talla baja que los que tienen piernas largas que les permitan salvar la mencionada anchura de la caja del filtro.
En cualquier caso, el nuevo chasis sí transmite un comportamiento más natural una vez iniciada la trazada, con mayor precisión y sin tanta tendencia a cerrarse la dirección en situaciones de bajo agarre. De hecho, también hemos notado que la nueva YZF 250 2021 resulta más aplomada y segura en apoyos rápidos y en rectas largas.
Kit GYTR
En este test hemos tenido la oportunidad de probar una unidad de la MX2 azul equipada con el kit GYTR, que incluye culata modificada, árboles de levas diferentes, pistón de alta compresión, mapa de motor reprogramado y, como novedad en 2021, una nueva caja del filtro y un nuevo sistema de escape GYTR.

Todas estas piezas consiguen sacar lo mejor del motor de la YZF 250, exhibiendo unas prestaciones claramente más competitivas. Se aprecia sobre todo en altos, con mayor sensación de caballería, aunque también en bajos se aprecia un tacto de gas más agresivo. No obstante, hemos de señalar que los cambios realizados en el motor de serie hacen que las diferencias con el kit GYTR parezcan menos grandes que en otras temporadas.
Para finalizar, os informamos que las nuevas Yamaha YZF 250 2021 ya están a la venta en los concesionarios, a un precio de 8.699 euros, la versión estándar, y de 8.849 euros, el acabado Monster.