Hace apenas un año, Álex Rins estaba dispuesto a darle otra vez el sí quiero a Suzuki, marca con la que debutó en MotoGP en 2017 y con la que compitió durante sus seis primeras temporadas en categoría reina; toda una lección de fidelidad especialmente tras venir de un 2021 para olvidar en el que había acabado 13º con un solo podio tras tres años seguidos en el top 5 final.
De repente, el cielo azul Ecstar cayó sobre las cabezas del paddock y el piloto español se quedó a la intemperie, con un mercado casi cerrado para 2023. De las pocas plazas que quedaban por repartir estaban dos en Honda, una en el equipo oficial y otra en el LCR… y ya de inicio se vio que su compañero Joan Mir se le había adelantado en la carrera por vestirse de Repsol.
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Se confirmó poco después su fichaje por el equipo de Lucio Cecchinello para llevar la Honda RC213V en el peor momento de la historia reciente de la marca. Posiblemente, de haberse conocido la espantada de Suzuki unos meses antes, su mánager se hubiese afanado por peinar el mercado en busca de un destino más halagüeño, pero las cosas salieron así.
Salieron así y, desde ese momento, Rins decidió hacer gala de su positividad para encarar este nuevo reto tras despedirse por todo lo alto de Suzuki ganando dos de las tres últimas carreras de 2022 para llegar con la mejor inercia posible a los test de post temporada en Valencia, donde se subió por primera vez a su nueva moto.
El shock tuvo que ser duro, desde luego. Después de seis años con la dócil GSX-RR, tocaba empezar de cero con una moto que en los últimos años suma más leyendas retiradas que victorias logradas por pilotos que no sean Marc Márquez. De hecho, los últimos 24 triunfos de Honda en clase reina pertenecen al de Cervera y va a cumplirse un lustro desde que lo hiciese otro piloto.
Ese piloto fue Cal Crutchlow en Argentina 2018 con el LCR, curiosamente el día del primer podio de Rins en MotoGP. Es decir, desde su estreno en el cajón de la clase reina no ha visto ganar a una Honda que no sea Márquez. He ahí la magnitud de su empresa.
Lejos de dejarse llevar por el miedo al fracaso y empezar ya derrotado, Rins ha decidido hacer suyo el sueño de Cecchinello, que en los noventa creó su propio equipo cuando todavía era piloto y lo hizo crecer hasta convertirse en la estructura satélite de la marca más grande del campeonato.
Un sueño cimentado en su propio talento, en el de que un equipo consolidado como es el LCR y en la confianza de que Honda podrá encontrar algunas décimas para que pueda hacer gala del consistente ritmo que siempre le ha caracterizado y que ya ha podido enseñar en pretemporada aprovechando que pudo centrarse en lo que tiene mientras los oficiales se enredaban en decenas de probaturas.
Así, pese a que las circunstancias no parecen remar precisamente a su favor en un cambio de aires que nunca buscó, Álex Rins arranca la temporada 2023 de MotoGP sin miedo a soñar a lo grande.
