Lo tenía absolutamente todo para triunfar. Había ido brillando en todas las categorías de acceso al Mundial de Moto3, estaba en un equipo conocido por su capacidad para sacar futuras estrellas y, de propina, esa carta de presentación que es el nombre destilaba olor a gasolina y sabor a motorsport como ningún otro en España. Estaba en el buen camino.
Sexto en su segunda carrera mundialista, Alonso López rozó el podio en la cuarta. De hecho, el piloto del Estrella Galicia 0,0 cruzó tercero la meta de Jerez 2018… pero una sanción le dejó cuarto y su único podio en Moto3 no llegaría hasta Tailandia 2019. Tras dos años en el equipo, se marchó al Max Racing Team con la Husqvarna y tampoco le fue mejor.
De repente todo iba mal. Y, como a perro flaco todo son pulgas, antes de comenzar 2021 se quedó sin sitio en parrilla cuando todo estaba cerrado. No había cumplido los 19 y su futuro se fundía a negro. Hasta que apareció un brote verde, concretamente color Boscoscuro, que confío en su talento para entregarle una de sus Moto2 en el Campeonato de Europa.
Tuvo que adaptarse durante el curso, siempre a la sombra de su compañero Fermín Aldeguer, al que solamente pudo doblegar a final de temporada. En otro revés del destino, ni siquiera ser subcampeón continental en su año de rookie aseguró su continuidad. El equipo abandonó el FIM CEV y López se quedó compuesto y sin moto para el presente curso.
En esas circunstancias, el camino fácil era el de tirar la toalla. Sin embargo, López eligió el camino de la fe. Desoyó a su cabeza y escuchó a su corazón, que le decía que la oportunidad terminaría llegando. Así que hizo lo único que estaba en su mano: entrenar más que nunca para que, si finalmente esa ocasión llegaba, le pillase preparado.
Llegó. Pronto y, de nuevo, de la mano de Boscoscuro. Los resultados de Romano Fenati no convencían y, de alguna forma, el expiloto italiano también tomó el camino de la fe al tomar la decisión de sustituirle -después de tan solo seis carreras- por el español, seis años más joven… pero con apenas cuatro grandes premios de experiencia en la categoría.
Su rendimiento fue escandalosamente inmediato, avanzando posiciones hasta que el 7 de agosto, día de ‘su’ San Cayetano, logró su primer podio en Silverstone. En Moto3 había tardado 33 carreras, en Moto2 apenas 10 y sin pretemporada. Había elegido creer en su suerte y, sobre todo, creer en sí mismo. Sabía que no iba a desperdiciar una segunda oportunidad en el Mundial.
La experiencia religiosa de Alonso López con la Boscoscuro en este 2022 no terminaría ahí: apenas un mes y dos carreras después ganaba su primer GP en Misano, para redondear su temporada con una gira asiática memorable en la que fue tercero en Japón, primero en Australia y segundo en Malasia. Ahora cree que, disputando la temporada completa, puede ser campeón. De fe va sobrado.
