La primera carrera del año siempre deja un poso de paradoja. Por un lado, el mono de carreras lleva a celebrar cada adelantamiento como si nunca antes hubiera existido otro. Por el otro, el banderazo final siempre deja con ganas de más, como si hubiese llegado demasiado rápido.
En la carrera de Qatar que ha dado inicio al curso mundialista 2019 en la categoría reina han confluido ambas cosas. Las carreras de Moto3 y Moto2 se habían decidido a la milésima, y sobre el imaginario del paddock se dibujaba la imagen de un final semejante en MotoGP, evocando lo sucedido un año atrás. Una posibilidad entre miles, dados los incontables escenarios que podían esbozarse a tenor de la multiplicidad de candidatos.
Al final, la inevitable sensación de déjà vu. La incapacidad del ser humano para distinguir una diferencia de cuatro milésimas –las que variaron de 2018 a 2019- llevaban a la afición a frotarse los ojos para cerciorarse de que no había sido un recuerdo: el rojo de la GP19 lo delataba. En efecto: Andrea Dovizioso había vuelto a superar a Marc Márquez.
Fue la guinda de un pastel de ocho capas: los ocho pilotos que rodaron juntos durante buena parte de la carrera, con doble representación de las cuatro marcas que ni tienen ni hacen concesiones. Cada uno con algo que demostrar y mucho que demostrarse, lo que permitió ver una carrera notable, animada especialmente por un Álex Rins con ganas de una doble reivindicación: dejar claro que sus aspiraciones de título no son –ni de lejos- una bravuconada al micrófono; y que luchaba en inferioridad de condiciones ante Honda y Ducati.
¡Qué bonita la batalla final entre @AndreaDovizioso y @marcmarquez93! ¿Os recuerda a algo? #QatarGP 🇶🇦 #MotoGP 🏁
— DAZN España (@DAZN_ES) 10 de marzo de 2019
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Y si el nudo de la carrera fue notable, al desenlace había que exigirle el sobresaliente. Que Joan Mir se cortase era casi parte del ritual tributo del novato a la categoría, y cuando lo hicieron Maverick Viñales y Danilo Petrucci -que sí aparecían en algunos pronósticos-, ya todo parecía abocarse al mano a mano de los dos de casi siempre en estos años: Marc y Dovi, Dovi y Marc.
Se puede decir que, en efecto, el desenlace fue sobresaliente. Ayudó la presencia de tres pilotos tras ellos como Cal Crutchlow, Álex Rins y Valentino Rossi. Tres pares de ojos dispuestos a sacar tajada del mutuo envite que se adivinaba obligaban a los dos contendientes a pensar sin aflojar. No había tiempo para juegos ni lugar para el estudio. Decidir y actuar, sin proceso intermedio, conscientes de que un fallo de un segundo les podría costar incluso el podio.
Daba igual. Ambos han hecho de sus luchas de última vuelta poco menos que una rutina. Qué más da si hay otros mirando. El juego de MotoGP 2019 estaba en marcha y los dos tenían ganas de jugar. Dovi sabe que en Qatar tiene que ganar sí o sí. Márquez sabe que es un circuito donde puede no ganar, pero el chip que le enciende esa opción está desactivado hasta otoño.
En marzo no se regala nada, salvo espectáculo.
Fue un espectáculo de 10. De 10 como nota y, sobre todo, de 10 puntos. Los cinco que gana uno y los cinco que pierde el otro. Al final, se repitió el guion de ese 10: 1-0. Dovi 1, Marc 0.
Todo esto si no prospera la apelación, claro. En cualquier caso, en lo que importa –que es la acción en pista-, Qatar ya es historia. Thank you, next.