La argucia que convirtió a Ángel Nieto en 12+1 veces campeón del mundo

Su último título llegó después de una curiosa anécdota, muy propia del carácter del campeón.

Nacho González

La argucia que convirtió a Ángel Nieto en 12+1 veces campeón del mundo
La argucia que convirtió a Ángel Nieto en 12+1 veces campeón del mundo

Silverstone, 5 de agosto de 1984. A sus 37 años, Ángel Nieto sumaba 12 títulos mundiales y se disponía a certificar uno más. Llevaba una temporada inmaculada en 125cc, con cinco victorias en cinco carreras.

Sin embargo, la regularidad del italiano Eugenio Lazzarini, que no se había bajado del podio en esas cinco citas –tres segundos y dos terceros- obligaba a Nieto a no fallar en el Gran Premio de Gran Bretaña si quería proclamarse campeón a falta de dos carreras y adelantar sus vacaciones.

Allí, como siempre, puso en marcha una de sus supersticiosas prácticas. Amén de su archiconocida triscaidecafobia, otra de las peculiares costumbres de Nieto es que siempre daba unos golpecitos al semimanillar de su moto. Era su manera de asegurarse de que todo estaba en orden, adquirida a raíz de que, en los inicios de su carrera, sufrió un accidente al romperse un manillar.

Aquel día, lo que parecía una simple manía, se tornó en algo decisivo. En uno de los golpecitos rituales durante la vuelta de reconocimiento, el manillar de su Garelli se rompió. “En la vuelta de reconocimiento he roto un manillar”, reconocería después, jactándose de que siempre los probaba antes de salir. “Le he dado un golpe y lo he partido”, decía.

Lo cierto es que, ya en parrilla, no había tiempo para repararlo: la salida de la carrera era prácticamente inminente y sus mecánicos le dijeron que era imposible ir al camión del equipo a por un recambio y volver.

 

A Nieto, que salía séptimo tras la lluvia del sábado que le había impedido luchar por la pole, se le ocurrió una argucia para retrasar la salida: tirar al suelo la caja de herramientas, para esparcir las mismas por el asfalto. De esa forma, la salida tuvo que retrasarse irremediablemente, mientras recogían las herramientas.

Además, el piloto zamorano contó con la ayuda de los periodistas españoles, así como de pilotos de otras categorías como Carlos Cardús, que entraron a parrilla para ayudar a crear una mayor confusión y posponer lo máximo posible el inicio de la carrera del octavo de litro. La artimaña funcionó, y los técnicos de Garelli pudieron cambiar el semimanillar.

Ya en carrera, realizó una buena salida e incluso se permitió el lujo de llevarse a su rueda hasta el grupo cabecero a su protegido, Fausto Gresini, al que iba dando órdenes en la propia carrera. Y todo ello mientras apretaba a mano el semimanillar, que había quedado algo flojo.

Lo sucedido después es historia del deporte español. La rotura de motor de Lazzarini ya otorgaba el título 12 1 a Ángel Nieto, que no quiso conformarse y, mientras festejaba el título levantando el puño cerrado cada vez que pasaba por meta, se escapó de Gresini para lograr su sexta victoria consecutiva y proclamarse campeón por última vez en su trayectoria.

Quedaban dos carreras tras aquello (Anderstop y Mugello), pero –y aunque acabaría yendo a Italia por petición de Garelli-, sus últimas palabras en la entrevista que concedió tras certificar el título dejaban patente su intención de irse de vacaciones: “Ya no voy a Suecia”, sentenció. Dicho y hecho: una caja de herramientas le ahorró un cansado viaje a la cita escandinava.