¿Qué parámetros se deben emplear para catalogar un adelantamiento como ‘sucio’? El añorado Marco Simoncelli se granjeó la ira de periodistas, pilotos, y aficionados por realizar varias acciones ‘al límite’ que generaron bastante controversia. Algo similar sucedió con Marco Melandri en el Gran Premio de Argentina de 1999, cuando tristemente intentó desestabilizar a Emilio Alzamora. Al italiano la jugada, catalogada por muchos como una de las más bochornosas del Mundial, no le funcionó y su adversario se proclamó campeón.
Un año antes, ese mismo escenario había sido testigo de otro incidente polémico, aunque a diferencia de Melandri, el protagonista de esta historia sí salió victorioso. Pongámonos en situación. Autódromo Óscar A. Gálvez (renombrado posteriormente como Óscar y Juan Gálvez). Domingo, 25 de octubre de 1998. Loris Capirossi y Tetsuya Harada están a punto de disputar una de las carreras más importantes de sus vidas. No es para menos, en juego está la corona del cuarto de litro. El primero parte con ventaja, pues domina la clasificación general por cuatro puntos; el segundo, sin embargo, ya sabe lo que es ganar el título en una última carrera. Cinco años antes, se había impuesto en el Jarama, adjudicándose el entorchado de dos y medio. Curiosamente, lo consiguió por cuatro puntos, los mismos que ahora le separan de su rival.
Durante la carrera, la lucha fue intensa. Los dos pilotos de Aprilia se enzarzaron en una bonita pelea, a la que también quiso unirse en las últimas vueltas Valentino Rossi. El giro decisivo lo inició Capirex en cabeza, pero pronto cedió el liderato al 46 y, lo que es más importante, la segunda posición al nipón. A dos curvas de del final, la historia se repetía y Capirossi perdía de nuevo un título mundial en favor de Harada. En la última de derechas, sin embargo, el italiano gastó su último cartucho y realizó una maniobra bastante arriesgada. Las dos motos chocaron y el japonés, que circulaba por el exterior, acabó en la graba. Capirossi pisó la hierba, pero pudo continuar y finalizar segundo, por detrás de un exultante Rossi que conquistaba la quinta victoria del año.
Con posterioridad, Harada interpuso una reclamación por ‘comportamiento antideportivo’. En un primer momento, la demanda fue aceptada, pero más tarde el tribunal de apelación la rechazó. Capirossi se proclamaba campeón y a Harada no le quedó más remedio que expresar su indignación mediante palabras: “La acción de Capirossi en Buenos Aires no tiene defensa. Es evidente que su maniobra fue ilegal. Por mucho que diga lo contrario, fue a tirarme. Yo creía que Loris era un amigo porque siempre ha sido amable conmigo, pero un amigo no se porta como lo hizo él en Argentina. No sé qué haré el año que viene, pero sí tengo claro que no quiero estar en su mismo equipo", declaró Harada. Capirossi, por su parte, alegaba que su adelantamiento fue lícito: "No creo que fuera una maniobra ilegal. Siento que se haya acabado así, pero tenía un hueco, era mi última oportunidad y la he aprovechado".
En defensa de Capirossi hay que resaltar que Harada no fue precisamente un adalid del juego limpio aquel año. Unos GGPP antes, en Jerez, el nipón estorbó a Rossi para, irónicamente, favorecer que Capirossi se hiciese con el triunfo. La situación fue rocambolesca: pese a que un problema le obligó a retirarse en la vuelta dos, el japonés volvió a salir a carrera con ánimo de guerra. No tenía opción alguna de victoria (ni si quiera de puntuar), pero aún así esperó la llegada de sus dos compañeros de marca, quienes se encontraban luchando por la primera plaza. Se inmiscuyó en la pelea y propició que Rossi perdiese unos metros preciosos que ya no conseguiría recuperar.
“Harada es un canalla y Loris un tipo sin personalidad que se deja llevar por Tetsuya", aseguró el doctor después de la prueba. A final del curso, se reafirmaba en sus palabras: “Comencé el año con una relación de casi amistad con Tetsuya y Loris, pero con su actitud ellos me abrieron los ojos. En Jerez, Harada salió de pista con la única intención de fastidiarme, y en Italia ambos se unieron para lo mismo. Me dio mucha rabia su actitud pero aprendí que así es como se juega".
Los incidentes a los que aludió Rossi sacudieron la clase intermedia aquel curso, pero fueron ‘peccata minuta’ en comparación a lo sucedido en la cilindrada menor en Buenos Aires, donde el campeón, Kazuto Sakata, y su compatriota Tomomi Manako incluso llegaron a las manos. Triste final para una campaña que fue de todo menos tranquila.