El duelo final está servido. En Valencia, la categoría de MotoGP tendrá su ‘Grand Finale’, que parece ser el nombre moderno para el último acto de un campeonato. Allí, entre las 14:00 y las 14:40 del domingo 6 de noviembre, se conocerá por fin el nombre del campeón de la temporada 2022 del Campeonato del Mundo de MotoGP.
A Malasia llegaban cuatro pilotos con opciones matemáticas. Ya solo quedan dos.
Pecco Bagnaia y Fabio Quartararo.
Será el cénit del duelo entre los dos mejores pilotos de los dos últimos cursos. Un duelo que hace unos meses se hacía impensable por el mal inicio de curso de Bagnaia, y que hace unos pocos días parecía poco probable por las serias opciones de que el italiano sentenciase de forma matemática el título en Sepang ante el mal momento en que llegaba Quartararo.
Valencia será testigo del final de dos sequías (la italiana y la de Ducati); o del inicio de la era del galo y Yamaha. Y lo será gracias a que, en Malasia, los dos pilotos volvieron a poner en práctica lo que les ha llevado a poder jugarse el título en el Circuit Ricardo Tormo.

LA CABEZA DE BAGNAIA
Tras una salida estratosférica en la que pasó de noveno a segundo en un abrir y cerrar de ojos, Pecco Bagnaia utilizó la cabeza para explotar una de sus principales virtudes, la gestión de la degradación de neumáticos, y manejar a la perfección el mano a mano con el siempre correoso Enea Bastianini, cuya beligerancia provocó más de una mueca en el box de su futuro equipo.
A diferencia de lo que sucedió en Le Mans, donde se fue al suelo tras ser superado por la Bestia, Bagnaia mantuvo la cabeza fría y le estudió durante tres vueltas. Al darse cuenta de que el ritmo del piloto del Gresini Racing era inferior al suyo, le devolvió el adelantamiento y tapó bien todos los huecos en la última vuelta para hacerse con la victoria por 270 milésimas.
Esa misma cabeza que transformó su errático inicio de curso -donde pasó de resultados mediocres a combinar victorias con ceros- a convertirse en una máquina de ganar y de saber perder a partes iguales. Salvo el error de Japón, donde él mismo se señalaba a la cabeza por no haberla utilizado, no se ha bajado del podio: ocho en las nueve últimas carreras.
Y es que, cuando tienes una máquina perfecta como la Desmosedici GP22, y además la sabes llevar como ningún otro piloto, la cabeza es el factor diferencial que separa tocar el cielo de bajar al infierno.

EL CORAZÓN DE QUARTARARO
Por el contrario, cuando la máquina no acompaña y te ves en medio de una jauría con poco más que un tirachinas, tienes que poner todo el corazón al servicio de tu talento para intentar compensarlo.
Eso es lo que hizo Quartararo en Sepang, donde replicó la extraordinaria arrancada de su rival para ganar siete posiciones y pasar de duodécimo a quinto. Pasó a Marc Márquez cuando vio que el de Honda no podía sostener el ritmo y ascendió a la tercera posición cuando Jorge Martín se fue por los suelos mientras lideraba.
Aunque seguir a Bagnaia y Bastianini era misión imposible, apretó los dientes para permanecer lo más cerca posible, llegando incluso a acercarse a ellos cuando la Bestia se puso en cabeza y aflojó el ritmo. Y, sobre todo, tiró de corazón para contener a Marco Bezzecchi, que venía por detrás dispuesto a sacarle del podio y convertir a Pecco en campeón.
Ese corazón es lo que le llevó al podio y le permitirá llegar con opciones a Valencia, pero no solo por lo logrado en Sepang. Ese mismo corazón le llevó a ganar en Portimao, Catalunya y Sachsenring, o a ser segundo en Mandalika, Jerez, Mugello y Red Bull Ring; yendo mucho más allá de lo que decía la lógica de la diferencia mecánica.

EL DUELO FINAL
Valencia asistirá al duelo final, que se presenta desigual por los 23 puntos que separan a Bagnaia de Quartararo. El italiano roza el trofeo con la yema de los dedos y el francés se aferra a un resultado que se antoja milagroso: ganar y que su rival acabe 14º ó peor.
En esas condiciones, Bagnaia tendrá que ser más cerebral que nunca, ya que le bastará con terminar la carrera sin contratiempos. Sobre todo, tendrá que conseguir que su cabeza no le juegue una mala pasada y olvidarse de que, durante este 2022, hasta en seis ocasiones ha acabado por debajo de ese 13º puesto que le garantiza el viaje directo hacia la eternidad del motociclismo.
Por su parte, Quartararo deberá afrontar la carrera de la única forma que se puede encarar una utopía: con el corazón como única bandera. Como solo le vale ganar y esperar, lo único que puede hacer es intentar ganar. Algo que lleva medio curso sin hacer y que se antoja imposible… pero el corazón tiene razones que la razón no entiende.