El caramelo agridulce de Álvaro Bautista

El piloto español ha demostrado cuál es su sitio cuando tiene moto: peleando por todo.

Nacho González

Álvaro Bautista con la Ducati Desmosedici GP18 oficial en Phillip Island (Foto: Gold & Goose)
Álvaro Bautista con la Ducati Desmosedici GP18 oficial en Phillip Island (Foto: Gold & Goose)

Más allá de la victoria de Maverick Viñales, especialmente importante por poner el final a la sequía de Yamaha en el mismo sitio donde acabaron con su sequía de títulos hace 14 años; un nombre acaparó titulares y comentarios en la carrera del Gran Premio de Australia: Álvaro Bautista.

El piloto talaverano se había subido el viernes por primera vez a la Ducati Desmosedici GP18 de Jorge Lorenzo, operado de la muñeca izquierda y baja para Phillip Island. Pese a rodar sin presión y para disfrutar, desde el primer momento Bautista se centró en aprovechar la ocasión y exprimir al máximo la nueva máquina después de una temporada con la GP17 en la que sufrió para adaptarse durante las tres primeras carreras.

Los tiempos fueron mejorando pero con tres caídas como precio, y con algunos problemas con el cambio, distinto al de su máquina habitual. Tuvo que pasar por la Q1 pero allí no tuvo problemas para marcar el mejor tiempo y acceder a la Q2, donde sufriría una aparatosa caída al fallar una marcha –de nuevo a raíz de sus problemas con el cambio- que por suerte no tuvo consecuencias, pero que le relegó a la duodécima posición de parrilla.

El caramelo agridulce de Álvaro Bautista

Álvaro Bautista en el GP de Australia (Foto: Gold & Goose)

Ni eso le borró la sonrisa: enfundado en su chaqueta roja Ducati, seguía empeñado en disfrutar de un fin de semana inolvidable. Repetía una y otra vez que no estaba pensando en hacer ningún resultado concreto: “Hacerlo lo mejor posible, dar lo mejor de mí", insistía el manchego en los micrófonos de Movistar. “Y a medida que vaya pasando la carrera iremos viendo", añadía.

Vaya si lo vimos. Sin prisa pero sin pausa comenzó a escalar posiciones y en la quinta vuelta ya era séptimo. A partir de ahí, y ya viéndose en el grupo cabecero, dejó pasar algunos giros antes de empezar a adelantar a algunos pilotos más, incluido su compañero Andrea Dovizioso. Para entonces Viñales ya se había ido, pero quedaban dos puestos en el podio y, desde luego, a Bautista ya se le había olvidado eso de no pensar en los resultados: era una ocasión única para luchar por su podio número 50.

Luchó hasta el final y se pegó a Andrea Iannone y Andrea Dovizioso, dejando atrás a Valentino Rossi, Álex Rins y Jack Miller. Sin embargo, de nuevo el cambio le jugó una mala pasada, y un pequeño error en el peor momento le dejó sin poder luchar. Fue en la penúltima vuelta cuando perdió contacto con Dovi y tuvo que conformarse con ser cuarto.

El caramelo agridulce de Álvaro Bautista

Álvaro Bautista seguido por Andrea Dovizioso, Valentino Rossi y Andrea Iannone (Foto: Gold & Goose)

Es su mejor resultado de un año y que le sitúa con 96 puntos, por lo que ya es el tercero mejor de su trayectoria en la categoría reina, sólo por detrás de 2012 y 2013 con la Honda del Gresini Racing. Sin duda, los años que más cerca estuvo de tener la moto ganadora con la que lleva soñando desde que llegó a MotoGP en 2010 de la mano de Suzuki.

Al fin la ha tenido, pero por una sola carrera. Un caramelo que ha disfrutado como un niño pequeño pero que deja un regusto claramente agridulce en su paladar: por haberse quedado tan cerca del podio y por saber que en Malasia volverá a su GP17.

Él insiste en que quiere disfrutar al máximo las carreras que le quedan en MotoGP, pero ya lo dejaba claro al término de la carrera: “Aquí es donde tengo que estar", en referencia a la lucha que había vivido en el grupo delantero. También dejaba otra frase significativa, asegurando que él no había hecho nada que no hiciera en otras carreras y que la única diferencia era la mecánica: “Si no tienes las mejores armas, por muy bueno que seas nunca vas a poder demostrar nada", sentenciaba el manchego.

El caramelo agridulce de Álvaro Bautista

Álvaro Bautista durante los libres en Phillip Island (Foto: Gold & Goose)

Ahora, tras Malasia y Valencia llegará Superbike, donde es la gran apuesta de Ducati para plantar cara al mejor piloto de la historia del campeonato, Jonathan Rea. Una tarea increíblemente difícil que Bautista transforma en motivación, y para la que Australia le ha dado un impulso. No sólo por el resultado, sino porque trabajar directamente con la fábrica le ha hecho consciente del gran potencial de los de Borgo Panigale.

Y, sobre todo, porque muchos años después ha recordado lo que es pelear con los mejores, saber que tienes armas para luchar por todo. Y eso es exactamente de lo que espera disponer en Superbike, un campeonato que claramente sale ganando con la llegada del piloto español.

Lo que hizo Álvaro Bautista en Phillip Island con una moto a la que se había subido por primera vez dos días antes fue, sencillamente, demostrar dónde podría haber estado todos estos años si hubiera tenido una moto ganadora. De ahí que el regusto agridulce del caramelo rojo de Bautista en Philipp Island se haya instalado también en MotoGP y sus aficionados, que le perderán en 2019. A cambio, Superbike gana un piloto ganador.

Álvaro Bautista: “Aquí es donde tengo que estar”

Relacionado

Álvaro Bautista: “Aquí es donde tengo que estar”

Maverick Viñales se ha reencontrado con la victoria en Phillip Island (Foto: Gold & Goose)

Relacionado

Maverick Viñales arrasa en Australia y pone fin la histórica sequía de Yamaha en MotoGP

Álvaro Bautista: “El motor de la Ducati GP18 es mucho más fácil de llevar”

Relacionado

Álvaro Bautista: “El motor de la Ducati GP18 es mucho más fácil de llevar”

Álvaro Bautista: “Haga lo que haga, no cambiará nada la película en 2019”

Relacionado

Álvaro Bautista: “Haga lo que haga, no cambiará nada la película en 2019”