Hace unas semanas tuvimos el placer de compartir con todos vosotros una de las mejores piezas que se hayan realizado sobre Dani Pedrosa, “El Silencio del Samurai". Como parte del paquete de contenido planeado sobre su figura, Red Bull realizó también una amplia y franca entrevista con Dani en la que han repasado su vida, su carrera y su personalidad.
“La pasión por las motos me viene de mi padre, porque desde que soy bebé estoy montado en una moto, lloraba cuando me bajaban de ella, siendo más mayor la ilusión de los fines de semana era ir a ver alguna carrera, o por la tele. Todo giraba en torno a eso".
Así comienza una conversación que se lanza de lleno en los recuerdos del ahora ya piloto de pruebas de KTM. Dani recuerda, por ejemplo, cómo tenían que convencerle de que podía llegar a ser tan bueno como sus rivales, si no mejor.
“Yo era más dudoso o temeroso que valiente. Me tenían que decir que sí que podía, que yo era tan bueno como el otro. Yo necesitaba más para poder explotar y sacarlo todo. Cuando me ponía el casco, me iba mejor de lo que me imaginaba".
“La competitividad me vino porque había siempre un chico que siempre me ganaba, que era claramente mejor que yo y me lo ponía difícil".
Quizás uno de los puntos más importantes en su carrera deportiva fue el día en que coincidió con un amigo que le habló sobre la copa de promoción que estaba desarrollando Dorna junto a Movistar. Aquella solicitud sin miedo a ser rechazados acabaría transformándose en el trampolín que le impulsaría al mundial y, finalmente, a MotoGP:
“A los 12 años gané el campeonato de España de mini motos y había que plantearse dar un paso más importante. Económicamente no podíamos, pero no me lo tomé muy mal y entendí la situación. Quizás porque veía el sacrificio de mi padre en el trabajo, en los viajes y en las horas".
“En aquel momento no esperaba que mi carrera deportiva estuviera en juego. Yo estaba siendo feliz, disfrutando. En ningún momento me planteé que yo sería piloto de motos de carreras.
Me encontré a un amigo, un día en un sitio que no tenía por qué pasar, y le hicimos caso. Mandamos la solicitud aunque no estaba dentro del rango de edad que exigían.
Alberto Puig, Dorna, Movistar… fueron ellos los que me dieron la oportunidad de desarrollarme. No tenía experiencia ni sabía llevar marchas, estaba muy verde. Ellos lo entendieron y me dieron ese tiempo".
Y ya dentro del circo que suponía verse dentro del mundial, Dani volvía a luchar con las mismas sensaciones que le invadían cuando todavía iba al colegio:
“Al llegar al mundial era un poco como cuando era pequeño, todo me iba grande. Ahí estaba Lui, Poggiali, los grandes nombres de la tele. Viajes, circuitos… yo no había salido de mi pueblo.
A la competición vas encogido, todo es nuevo y tienes que aprender muchísimo, sin tiempo para que tu cuerpo lo asimile. Cuando empiezas a cogerle el tranquillo, ya ha pasado medio año".
Recuerda también cómo se sintió cuando logró su primer título mundial… y cómo el destino le tenía preparado un duro golpe pocos días después:
“Cuando gané el primer mundial fue el mejor momento. Hacer un podio era algo casi imposible, aunque dentro de esa imposibilidad se podía hacer pero, ¿campeón del mundo? Llevas toda la vida viéndolo en la tele y, de repente, ¡tac! Ese momento crea una emoción que no te puedo explicar. Yo empecé a llorar de felicidad y no podía parar.
A los cinco días, después de tanto tiempo, cuando empiezas a recoger la cosecha… me caí y me hice mucho daño. Estaba lejos de casa y no entendía por qué si hacía bien las cosas, con humildad, trabajo y esfuerzo, sin tramas y respeto… por qué tenía que recibir ese tipo de castigo. Le buscaba un sentido a todo lo que me ocurría.
Cuando llegué a 250 tenía prisa, sentía que iba con retraso. Era categoría nueva, nunca me había subido en la moto, me faltaba entrenamiento… me presenté y llegué con prisa, y como tenía prisa, corría".
Cuando Dani, después de una fructífera carrera en dos y medio, tomó la decisión de dar el salto a la categoría reina, volvieron a escucharse voces que ponían en duda sus capacidades. Sólo que esta vez, él tampoco estaba seguro de poder hacerlo:
“Mis pasos en el campeonato del mundo han sido tema de conversación, de opiniones. No sólo en MotoGP, en 250 ya no podían aguantarse: no puede, no puede, gana por otras cosas.
Yo pasaba a MotoGP con el Repsol Honda. Yo creía que en 250cc sí podía, pero en MotoGP tenía mis dudas, era una moto gigante con mucha potencia. Yo estaba hecho para quedarme en categorías más pequeñas. Fue un reto muy fuerte pero cualquier cosa que hubiera hecho en MotoGP estaba, para mí, más que bien.
Es algo que siempre me ha acompañado toda la vida. Me decían que no podía hacer esto o lo otro, que era demasiado bajito. Yo no noté aquí diferencia, sólo más difícil pero animaba saber que Honda me había dado la oportunidad y que gente que de verdad sabía de motos creía en mí".
Pero su carrera a bordo de la Honda RCV no ha sido un camino de rosas, con períodos en los que tocó sufrir, aunque no siempre estuviera relacionado con su rendimiento en la pista:
“En 2007, 2008, 2009… no hicimos una moto ganadora y no entendimos los neumáticos. En Honda estaban haciendo muchos cambios internos y era muy difícil, desde el equipo de carreras, comunicarse con Japón. Había como una pelea con las ideas de allí y no conseguíamos avanzar.
Hay un momento en el que crees que lo controlas todo. Y no es así. Hay cosas que ocurren por consecuencia de otras, van pasan, pero están fuera de tu control. A veces piensan que está en tus manos pero es una confusión.
Es muy fácil entrar en la rutina de querer ganar. Normalmente con un buen deseo, buen trabajo, una visualización… puedes empezar a crear y que todo se ponga de cara. Pero hay veces en los que eso lo ha trabajado otra persona y por más que quieras quitárselo, no puedes porque no has llegado a cosecharlo bien".
“Es como cuando te quedas en una ola, con la corriente. Y tú nadas, y nadas. Quieres salir del agua. ¿Quién va a ganar?¿tú o el mar? Al final te dejas llevar y acabas en otra corriente y sales".
Uno de las cuestiones que aparecen siempre que se habla del Samurai son las lesiones con las que ha tenido que lidiar, pero él se ha empeñado en sacar siempre lo mejor de cada momento de la vida:
“Las lesiones en momentos clave son más profundas. Son más difíciles de borrar y te marcan mucho, pueden cambiar un poco tu carácter y tu enfoque en el futuro. Pero son experiencias de la vida y sacarle la lectura más positiva. La de Alemania, por ejemplo, fue un error mío pero aprendí de ello y es algo que después me ayudó a ganar carreras en lluvia, que antes sufría muchísimo.
Aquel día me dije que no podía seguir sufriendo así en mojado, que eso no me podía quitar el campeonato del mundo. Y salí, y en pocas vueltas le había metido siete segundos al mejor en agua, Stoner. Y lo que pasó es que pasé por meta, vi la diferencia y quise más. Y me caí. No supe controlar mi emoción y me vi superado por verme haciendo algo que no me creía capaz.
Hubo momentos en los que he sufrido más que disfrutado. Pero no son del todo reales, son creados por circunstancias. Pero yo siempre he tenido dentro un sentimiento de saber que no estoy obligado, que lo hago porque me han dado este don y esta oportunidad. Cuando he llegado sólo a sufrir, he visto que ese momento era importante vivirlo y no apartarlo de tu vida".
Antes de cerrar la entrevista, Dani hablaba abiertamente sobre sus miedos y sus sueños:
“Uno de mis mayores miedo era decepcionar a mi gente. Yo quiero ser alguien en el que puedas depositar tu confianza, y que puedas tener fé. Tardaré más o menos pero me gusta que entiendas que no te voy a decepcionar.
¿Mi sueño? Mi sueño es una constante, es sentirme realizado. Hoy son las motos, luego será la familia, luego otra cosa nueva. Es la realización personal".