Tras haber estado posponiendo semana a semana la noticia de que Marc Márquez no estaría en los siguiente grandes premios como quien pospone la alarma del despertador en un estéril intento de prorrogar el inevitable contacto con la dura realidad, el pasado 22 de agosto Honda Racing Corporation por fin comunicaba la noticia: lo del 93 iba para largo.
Se lesionó, hizo la machada del retorno exprés y salió mal. Volvió a pasar por el quirófano y vio las orejas al lobo: estaba en juego su carrera deportiva. A sus 27 años y con el nivel exhibido en los últimos tiempos, sabe mejor que nadie que va a ser el gran favorito al título durante un buen puñado de años, ya que por el momento no se vislumbra en el horizonte un rival claro que pueda disputarle el título a 20 carreras.
LA PRIMERA DECISIÓN
Si está sano, claro. Para extender su era más allá de 2020 y convertir este extraño año en una anomalía, necesita a su cuerpo. Por eso, cuando el hueso en el que se apoyaba la placa colocada en su primera operación hizo ‘crack’, su cerebro hizo ‘click’. Acostumbrado a jugar con los límites de la física, se dio cuenta de que hacerlo con los límites de su físico era un riesgo que le podía costar caro.
Ahí tomó la primera decisión, la que en principio parecía la más difícil: renunciar al título. Dejar de mirar los puntos necesarios para acometer una remontada histórica y asumir que en 2021 tendrá que reconquistar el trono después de varios años teniendo que defenderlo.
Asumir eso tuvo que quitarle un peso de encima. Por poco tiempo. La falta de plazos exactos y de un objetivo concreto de retorno puede ser liberadora de inicio, pero a partir de ahí una mente como la de Márquez no podrá evitar en dibujarse sus propios plazos. En su reaparición en forma de entrevista en DAZN ya se agarró al mantra de recuperarse bien y volver más fuerte, pero también deslizó que le gustaría poder regresar esta misma temporada. Ahí entra la segunda decisión.
LA SEGUNDA DECISIÓN
Correr los últimos grandes premios le vendría bien a modo de pretemporada para 2021, claro está. Desde ese prisma se podría pensar en un retorno comedido, con el objetivo de acumular kilómetros y dejando los resultados en un segundo plano.
Eso no va a pasar en el caso de Marc Márquez.
Ya lo dejó caer: cuando vuelva, será para arriesgar en pista. Que haya transigido con respetar los límites de su físico no significa que vaya a hacer lo propio cuando toque burlar los de la física subido a su RC213V.

A eso se suma el drama profundo que vive Honda sin él, que ocupa la quinta posición de seis en el Mundial de constructores, con el Repsol Honda en el farolillo rojo de la clasificación de equipos. Una situación que a buen seguro le hará pensar en poder disputar algunas carreras para tratar de minimizar semejante desastre, después de haber visto cómo Honda le encomendaba su futuro al renovarle hasta 2024.
Ahora mismo quedan nueve carreras, separadas en tres trípticos a uno por mes. Para el de septiembre (2x Misano + Catalunya) se entiende que está totalmente descartado. Para el de octubre (Le Mans + 2x Motorland) se antoja realmente complicado, pero si empieza a sentirse mejor tampoco se puede descartar que reaparezca en el trazado galo o en el aragonés, el que contiene una curva a su nombre. La última opción sería volver en noviembre (2x Ricardo Tormo + Portimao).
Acostumbrado a decidir en pista en milésimas de segundo, en este 2020 las decisiones de Marc Márquez están teniendo que ser mucho más reposadas y en un hábitat que no es el suyo: el sofá de su casa en Cervera.
La primera decisión fue decir adiós al título de 2020, y pese a que tuvo que ser dura, supo hacer imperar la cordura, aunque fuese en diferido. La cuestión es que esa fue la decisión ‘fácil’: en la segunda se puede estar jugando mucho más que un título: se puede estar jugando el título de 2021 y los de los años venideros.