En los últimos años, las principales marcas de MotoGP están aumentando el número de motos de fábrica que ponen en pista con el objetivo de tener más posibilidades de victoria en un contexto de creciente igualdad. En este 2020, Yamaha ponía por primera vez una tercera moto exactamente igual que las dos oficiales, esta vez con los colores del Petronas Yamaha SRT.
Su dueño no era otro que Fabio Quartararo, gran sensación de 2019 y que para este curso iba a contar con una Yamaha YZR-M1 como las de Maverick Viñales y Valentino Rossi; un curso que arrancaba con el contrato firmado para ser oficial en 2021 y 2022. Al otro lado del box quedaba el italo-brasileño Franco Morbidelli, con una moto ligeramente inferior.
Ya el año pasado había llevado una moto A-Spec, inferior a las de fábrica pero superior a la B-Spec de Fabio. Sin embargo, en este 2020, su A-Spec era, a priori, la peor de las cuatro Yamaha. Por eso no extrañó que tuviese que ver desde abajo el triplete de las Yamaha en Jerez, y muchos le dejaban fuera para 2021 cuando se rumoreaba un posible retorno de Jorge Lorenzo.
Sin embargo, 2020 lo ha cambiado todo. Lorenzo no seguirá ni como probador y Morbidelli no solamente se ha ganado la renovación del Petronas, sino que ahora mismo parece una injusticia que no vaya a tener moto oficial en 2021, donde tendrá como compañero a Rossi pero repetirá con una M1 inferior a las de fábrica.

Después del doblete de Quartararo en Jerez, Yamaha ganó cinco carreras más… pero solo dos fueron a cargo de las M1 2020. Las otras tres corrieron a cargo de esa A-Spec de Franco Morbidelli, que sorprendió en Misano y venció en el segundo fin de semana tanto en Aragón como en Valencia hasta acabar el año como subcampeón del mundo de MotoGP.
No solo eso: Morbi, campeón de Europa de Superstock 600 en 2013 y campeón del mundo de Moto2 en 2017, también salvó en numerosas ocasiones los muebles de Yamaha cuando los tres pilotos con moto de fábrica se hundían de forma irremediable con la misma facilidad con la que en otras carreras habían dominado todas las sesiones sin despeinarse.
Fueron varias las veces en que Morbidelli salvo a la marca de monumentales descalabros. Es difícil saber si se debe a su estilo de pilotaje, a su talento innato, a la diferencia de moto, a la experimentada mano de Ramón Forcada o (lo más probable) a una conjunción de todo eso. Da igual: mientras salvaba a Yamaha, se ha convertido en una de las referencias de MotoGP.
Su eclosión llegó tarde para que Yamaha le dé la moto de fábrica que por resultados merece, pero tras lo visto en este 2020, quizás le vaya mejor siendo el verso suelto en el organigrama de Yamaha en MotoGP, donde mientras los demás pilotos se enredan en el desarrollo de la M1, Morbidelli se limita a hacer lo que mejor sabe: correr.