Año 3018. Un piloto de motociclismo se enfrenta a un desafío inaudito: un impacto, una muñeca biónica y una misión en un tiempo récord. La acción se desarrolla en tres actos y tres escenarios: República Checa, España y Austria.
ACTO PRIMERO: LA MUÑECA
Viernes, 3 de agosto de 3018. Autódromo de Brno, República Checa
Se abre el telón. Jorge Martín, nuestro protagonista, empieza los libres como líder del Mundial de Moto3. Una caída tonta y una fractura en la muñeca. El Doctor Ángel Charte toma la palabra.
Ángel: Tiene una fractura distal intra articular de radio que requieren la fijación de una placa.
Jorge: Espero volver pronto. El objetivo es el Red Bull Ring.
Sábado, 4 de agosto de 3018. Hospital Universitari Dexeus, Barcelona, España
Tumbado en una cama de hospital con una media sonrisa reveladora, una escayola envuelve el maltrecho brazo de nuestro protagonista, que ahora cuenta con un inquilino metálico para fijar el hueso. Su equipo da la noticia.
Gresini: La cirugía ha ido bien.
Jorge: Preparado para lo que venga. Volveré más fuerte.
ACTO SEGUNDO: EL VUELO
Miércoles, 8 de agosto de 3018. La red
Han pasado tres días sin noticias. Nuestro protagonista tuvo que ver por la tele la victoria de su compañero, Fabio Di Giannantonio. Dos días después, la desolación le invade. No puede mover la mano y sus esperanzas se desvanecen. De pronto, se dibuja un punto de luz en el horizonte de los Alpes. Una charla con el Doctor Xavier Mir y una noticia: se vuela.
Jorge: Vamos a intentarlo.
Jueves, 9 de agosto de 3018. Red Bull Ring, Austria
Llegada a Spielberg con suspense a lo Alfred Hitchcock. Nuestro protagonista y su padre están a punto de perder el vuelo. Lo cogen, aterrizan y, directamente, al médico. Una palabra se eleva por encima de todas: APTO.
Jorge: Lunes y martes lo veía imposible. El miércoles mejoré y me motivé. El objetivo: intentar coger puntos y salvar la situación.
ACTO TERCERO: LA HAZAÑA
Viernes, 10 de agosto de 3018. Red Bull Ring, Austria
El dolor de nuestro protagonista sigue ahí, pero ya no se refleja en su cara. Las muecas de decepción han sido sustituidas por la sonrisa de volver a verse subido encima de su moto. El test más importante está superado. Las cámaras le buscan, los médicos le supervisan. Él disfruta. Ni mira los tiempos, está en pista y eso le basta.
Jorge: ¡Muy contento con mis sensaciones 6 días después de la operación! Gracias a todos los que han hecho posible que esté aquí.
Gresini: Ha vuelto.
Sábado, 11 de agosto de 3018. Red Bull Ring, Austria
Día Q. Su especialidad. La muñeca biónica parece funcionar, pero ahora se enfrenta a la prueba decisiva: el cronómetro. Por si fuera poco, el clima en Spielberg está juguetón. Ahora lluevo, ahora me seco. Cuando llega el momento de la verdad, los tiempos no dejan de caer una y otra vez. Nuestro protagonista, que hasta entonces apenas había salido a probarse, se enfrenta al doble desafío de prolongar su estancia en pista y hacerlo bajando sus tiempos.
Se pone en lo alto de la tabla de tiempos y se le escapa la pole por 78 milésimas. El rebufo que se encontró su gran rival, Marco Bezzecchi, inclina la balanza. Aun así, todos se inclinan ante Martín. Su propio rival le define como toro. Su equipo estalla en una mezcla de alegría e incredulidad y le renombra como Martinator. El público intenta dilucidar si está presenciando algo real. Él, también.
Jorge: Increíble. Ya ha merecido la pena.
Domingo, 12 de agosto de 3018. Red Bull Ring, Austria
Llega la hora del desenlace. El momento en el que todo lo anterior ha de adquirir sentido. La proeza ya está hecha, pero nuestro protagonista no ha venido por la heroica. Ha venido a por los puntos, que importan más. Últimos preparativos en la clínica móvil (pinchazo en el culo) y a parrilla. P2. Bezzecchi a su lado. Un semáforo se apaga y la escena queda a oscuras.
A partir de ahí, se suceden las imágenes a toda velocidad. Vueltas y más vueltas a un idílico decorado. Nuestro protagonista aprieta los dientes. Por momentos olvida su nuevo estatus metálico. El dolor se transforma en casta y, finalmente, sólo dos pilotos cruzan la meta antes que él: Marco Bezzecchi y Enea Bastianini. Se baja de la moto y, con la misión cumplida, llora.
Jorge: ¡Somos gladiadores!
Son las lágrimas de un héroe. Un final feliz que es, a su vez, preludio de nuevas y trepidantes historias. Se cierra la última página y, en el calendario, se despega un 3 y cae al suelo. Para sorpresa de todo el público, que no deja de vitorear a nuestro protagonista, se destapa la realidad: es el año 2018. No es futuro ni ficción. Nada ha sido un sueño.