Marc Márquez amuralla MotoGP 2018

El corazón no sabe sumar ni restar, y Motorland es el castillo en el que no existen calculadoras.

Nacho González

(Fotos: Gold & Goose)
(Fotos: Gold & Goose)

No se llega a ser hexacampeón mundial pilotando por la trazada del conformismo. Tercero en Brno, segundo en el Red Bull Ring y segundo en Misano; Marc Márquez llevaba demasiado tiempo obligando a su cabeza a prevalecer sobre su corazón. Lo hacía porque sabe que el corazón da tantas victorias como disgustos, y que es la cabeza la que acumula los títulos. Por necesidad, no por gusto.

La cabeza seguía erre que erre, diciéndole que había que seguir con el plan de acabar carreras y minimizar riesgos. Él, solícito, transmitía así la información ante los micrófonos. Su corazón tenía otros planes, y el jueves dio una pista cuando inauguró su propia curva: la 10. Una curva en la que, según sus palabras, la cabeza te pide frenar y el corazón derrapar mientras das gas.

A partir de ahí, el fin de semana de Márquez fue una suerte de proyección astral: ante los micrófonos mantenía el discurso del conformismo; y en pista buscaba los límites incluso cuando estaba al filo: en la Q2, sin moto de repuesto (la había destrozado en el FP4), se la jugaba por completo en el primer intento, arriesgando una caída que le hubiese situado duodécimo en parrilla.

Marc Márquez amuralla MotoGP 2018

Marc Márquez amuralla MotoGP 2018

Una parrilla en la que volvió a imponerse el corazón a la hora de elegir neumático. La lógica decía neumático trasero duro, su instinto pedía blando. Blando fue, discusiones internas mediante. Ahí fue cuando dejó de engañarse a sí mismo y supo que no iba a ser un día para ser segundo ni tercero.

Con su curva a estrenar, delante de los suyos y un margen de maniobra considerable en la general, era imposible acallar a su corazón, así que se otorgó a sí mismo la licencia para arriesgar. Cada vez que pasaba por la curva Marc Márquez, sentía el cosquilleo que le pedía darlo todo, propio de un piloto cuyo talento sólo encuentra parangón en su sentido del espectáculo.

Era el día perfecto para arriesgar, aunque para poder hacerlo, era necesario contenerse durante la primera mitad de la carrera. Una cosa es arriesgar y otra quemar las naves antes de tiempo. Lo más importante era la selección de riesgos, que había que limitar a la fase decisiva de la carrera.

Marc Márquez amuralla MotoGP 2018

Marc Márquez amuralla MotoGP 2018

Como un caramelo, el destino le puso a Andrea Dovizioso como rival. El piloto que le llevó al límite el pasado curso, batiéndole en Austria y Japón, así como en la inauguración de este 2018 en Qatar. Es cierto que no fueron derrotas especialmente dolorosas, debido a que tuvieron lugar en circuitos propicios para Ducati en los que bastante hizo con llegar a la última curva con opciones. Tan cierto como que una derrota en Motorland ante Dovi se le hubiese clavado en el alma.

Motorland es su castillo, su fortaleza. Un feudo inexpugnable en el que no pierde desde el fatídico 2015, y donde este año ganar era más obligado que nunca. Puede que Austin y Sachsenring sean los escenarios donde tiene la racha inmaculada, pero son territorios que él ha tenido que conquistar. Motorland lo siente como suyo desde siempre, tan suyo que llegó al Mundial en 2010, el año de su primer título.

Además de eso, la pelea con Dovizioso suponía diez puntos. Ganarle equivalía a amurallar el quinto título de MotoGP, séptimo en total. Eso fue lo que hizo en las últimas vueltas. Primero brindaron un grandioso espectáculo de adelantamientos, con Dovi replicando cada pasada de Marc y con el cameo de Andrea Iannone a cinco vueltas del final.

Después, el de Honda estudió varios puntos con un objetivo: levantar una muralla a su espalda. No dejar opción a réplica. Escogió la curva uno, que le permitía irse un poco largo y, aun así, conservar el interior para trazar en cabeza la segunda e intentar coger un par de décimas antes de llegar a la zona donde la aceleración de la Ducati le podía poner en dificultades. Llegar en cabeza al tercer sector, y ahí marcar la diferencia. Funcionó.

Marc Márquez amuralla MotoGP 2018

Marc Márquez amuralla MotoGP 2018

Una táctica brillante, prueba de que el corazón también piensa. Que dejarse llevar por los instintos no implica desconectar el cerebro, porque eso nunca acaba bien. Por eso, Márquez asumió los riesgos precisos para poner un nuevo muro al título de MotoGP 2018, que tiene prácticamente cercado.

Lo ha amurallado con 25 puntos en los que no pensó en ningún momento, que no son más que la consecuencia de dejarse llevar por su propio corazón en el día indicado.

El corazón no sabe sumar ni restar, y Motorland es el castillo que encierra el corazón de Marc Márquez. Un castillo con un aura un tanto medieval, y en el que por lo tanto no existen las calculadoras. Allí todavía no se han inventado.