MotoGP necesita a Marc Márquez

Hay veces, cuando las cosas se ponen difíciles, que resulta inevitable caer en el pesimismo y la desilusión, un ambiente que parece envolver a MotoGP en estos momentos tras anunciarse el forzoso parón que tiene que realizar Marc Márquez.

Juan Pedro de la Torre

Marc Márquez
Marc Márquez

MotoGP vuelve a quedarse, y esperemos que sea solo de forma momentánea, sin su referente más importante del último decenio. Porque desde que Marc Márquez aterrizó en la “categoría reina” en 2013 se convirtió en la máxima referencia de la competición, pasando por encima de un mito como Valentino Rossi, que todavía entonces tenía mucho que decir, y de la generación que llegó para destronarle, que formaron Jorge Lorenzo, Casey Stoner y Dani Pedrosa. La rabiosa juventud de Márquez hizo que todo fuera prematuro, desde su primer título en el año de su debut, como su absoluta consagración en 2019, al ganar su sexto título en la categoría en solo siete temporadas.

Pero desde hace casi dos años, desde que Márquez sufrió ese terrible accidente en Jerez, el campeonato se ha quedado sin la referencia a seguir. Por si fuera poco, el mito que ha tirado del campeonato en los últimos 25 años tampoco está en pista. Hay un vacío enorme. Es indudable. Un vacío que sufren todos: el promotor, los aficionados, los medios de comunicación y los propios pilotos.

Es cierto que el elevado nivel de la competición que ha alcanzado MotoGP, gracias a una acertada reglamentación que se ha ido conformando en los últimos años, ha conseguido la absoluta democratización de la categoría, y permite disfrutar de una igualdad que nunca se había dado, llegando a que resulte casi imposible hacer cualquier pronóstico. “¿Quién ganará el domingo?”, nos preguntamos. “Cualquiera sabe”, es la respuesta más común. Porque así es, puede ganar cualquiera. Echa un vistazo a las clasificaciones: lidera un piloto de Yamaha, el líder en la clasificación de fabricantes es Ducati, y el de escuderías, el equipo Aprilia.

Lo que quiero decir con esto es que a pesar de la evidente emoción que transmite MotoGP por esta temporada tan abierta, contrasta con la añoranza de un líder sólido, de una referencia, algo que siempre es imprescindible en toda competición. Es una contradicción inherente al ser humano, querer una cosa y al mismo tiempo lo contrario. Porque queremos un campeonato abierto, imprevisible, pero también nos gusta ver a un líder sólido, algo que no se da en MotoGP desde 2020.

Marc Márquez anuncia su próxima operación
Marc Márquez anuncia su próxima operación

En los últimos años todos los pilotos de MotoGP –o casi todos- veían a Marc Márquez como el hombre a batir, como la referencia, como una motivación para plantarse cada domingo en la parrilla de un Gran Premio. Pero ahora que las circunstancias impiden que Marc sea ese objetivo, todos los pilotos de la parrilla se ven como iguales. Ganar a Quartararo, a Bagnaia, a Espargaró, a Bastianini, a Mir... no es nada especial porque ya han pasado por eso en Moto2 o Moto3, y hasta hace poco era el día a día de muchos pilotos de MotoGP. Ahora se pelea por una posición más arriba en la tabla, a veces por ganar carreras, pero la victoria, que siempre tiene un regusto dulce, aunque se ha desposeído del placer de arrebatarle el triunfo a un mito.

Esta desilusión, que más que desilusión es una desgana, se ve en las gradas. En Jerez tuvimos menos público de lo habitual. Algunos lo achacan a la amplia oferta de grandes premios que disfrutamos en nuestro país, pero desde 2010 gozamos de esta privilegiada situación y las carreras españolas han contado con una audiencia excelente, sobre todo Jerez. Le Mans fue un punto y aparte, porque por primera vez tienen un campeón en MotoGP, y la afición gala acudió entregada al circuito con la ilusión de ver ganar a su ídolo Quartararo. En Mugello, la rossimania ha acusado la ausencia del mito, y ni siquiera el reclamo de su presencia en la jornada del sábado para asistir a la retirada de su dorsal fue suficiente para que se viviera el ambiente del pasado. Veremos que nos deparan las siguientes carreras.

Italia busca un heredero, como lo buscó a finales de los años setenta cuando Giacomo Agostini dejó el campeonato. Entonces, Marco Lucchinelli, Franco Uncini, Virginio Ferrari, e incluso Graziano Rossi, se postularon como sus herederos. El motociclismo era diferente entonces, y había otros campeones, en categoría menores, que gozaban de igual cariño y reconocimiento, aunque sin el palmarés del glorioso Mino. Ahora, tal como está concebida la competición, MotoGP ensombrece a las demás categorías, y el fulgor de Rossi ha quitado lustre a todos los títulos que han llegado después de su última corona, incluso en el periodo más discreto de su carrera.

Cuando Agostini dijo adiós al concluir la temporada 1977, no hubo drama. El campeonato tenía un nuevo rey, Barry Sheene, y se preparaba para la llegada de Kenny Roberts, preludio a un periodo de dominación y alternancia en la categoría de 500 que no tuvo parangón. Entre 1980 y 1995, solo hubo un piloto capaz de ganar dos títulos consecutivos: Eddie Lawson, en 1988 y 1989. Es decir, que había una renovación constante basada en pilotos que crecieron en el campeonato con un único objetivo: derrocar al campeón reinante. Así hizo Roberts con Sheene, y otro tanto Spencer con Roberts. Y el vacío que dejó el de Honda en 1986 por su tendinitis y sus problemas físicos no fue tan grande porque ya había pilotos consolidados luchando por el campeonato como Lawson, que ya había sido campeón, o Gardner, el número dos de HRC, que se había hecho ya un hueco en la élite de la categoría con Roberts y Spencer. De aquella generación excepcional de estadounidenses y australianos también resultaba casi imposible distinguir a uno por encima de los demás. Todos se encontraban al mismo nivel, pero todos tenían una entidad colosal. El objetivo del resto de la parrilla era llegar a estar con ellos.

Como sucedió con la generación de Stoner, Pedrosa y Lorenzo, formada tras una amplia y laureada trayectoria en las categorías previas, cuyo objetivo era batir a Valentino Rossi. Pero entonces, si hay cierta similitud con la situación actual, ¿por qué existe ahora esa sensación de desgana, de falta de atractivo por lo que estamos viendo en MotoGP?

Menos interés

Seamos sinceros, lo miremos como lo miremos, hay un retraimiento en las audiencias. Se ve en los circuitos, se ve en el seguimiento del campeonato, lo vemos en el menor interés que despiertan las carreras en los medios de comunicación. Quizás nosotros mismos, los medios de comunicación, somos responsables porque hemos caído en el hábito de dar la máxima repercusión a MotoGP frente a las demás categorías, cosa que en el pasado también sucedía pero no de la misma manera que ahora. Quizás es el curso de los tiempos: se sabe mucho del ídolo de turno pero se conoce poco su deporte. Se hace poco por cultivar la cultura de la moto y se apuesta por el culto al personaje.

Hay espectadores que han dejado de sentirse atraídos por MotoGP con la marcha de Rossi, como los hay que encuentran menos atractivo el campeonato ahora que Márquez no está delante. Supongo que Dorna podrá rebatir esta afirmación con cifras, pero hay signos indudables. MotoGP Unlimited no ha enganchado como sí lo hizo Drive to survive con la F1. Y se ha suspendido su producción a la espera de un nuevo enfoque.

Fabnio Quartararo lidera en Jerez
Fabnio Quartararo lidera en Jerez

Hay un hecho indudable y tiene que ver con el ritmo de vida de la competición actual. Se ha hecho común entre los pilotos el objetivo de llegar cuanto antes a MotoGP. Lo podemos llamar “el efecto Quatararo”, esa valiente decisión del entonces equipo Petronas Yamaha de fichar en 2019 al piloto francés a pesar del discreto palmarés que atesoraba en sus cuatro temporadas en los grandes premios. Esto es extrapolable a muchos pilotos. La política de las fábricas de subir a jóvenes talentos a MotoGP, tras una breve parada en Moto2, con o sin título, hace que la parrilla se haya rejuvenecido notablemente, y algunas, como Ducati o KTM, cuentan con una cuadrilla de pilotos a los que promocionar llegado el momento. Algunos experimentos salen bien, como el de Quartararo, y otros no tanto, como el de Iker Lecuona, al que se promocionó a MotoGP con premura y no se le dio el tiempo necesario para acumular experiencia y consolidarse en la categoría.

Esta insana costumbre de meter en el ascensor a pilotos desde Moto3, aunque todavía no hayan ganado un título, lleva a que progresen hasta la máxima categoría con el sambenito de ser la nueva promesa, con toda la presión que ello supone, sin darles tiempo a madurar –no olvidemos que muchos son adolescentes-, sin dejarles encontrar su sitio, cargando con enormes responsabilidades. Y cuando llegan a MotoGP la exposición es tan grande y la exigencia tan elevada que el resultado no es, por lo general, exitoso. Tenemos el ejemplo de Pedro Acosta, excepcional campeón de Moto3, un talento indiscutible que, algunos, ya situaron en la casilla de aspirantes a la corona de Moto2 antes de que se apagara el semáforo en Losail. Ha necesitado ocho carreras para sacudirse esa presión. Y había quien ya lo quería ver subido en una MotoGP esta misma temporada… Menos mal que cundió el sentido común.

Muchos de los que están ahora en MotoGP han llegado con el título de la categoría intermedia debajo del brazo, como Franco Morbidelli, Pecco Bagnaia, Alex Márquez, Enea Bastianini o Remy Gardner, algunos como consecuencia de un programa deportivo claramente definido, pero también otros subiéndose a la carrera al tren de MotoGP, no fuera a ser que no volviera a pasar... En un periodo reciente, los únicos campeones que no han dado el salto a MotoGP de forma inmediata han sido Tito Rabat en 2014 y Johann Zarco en 2015, que se quedaron un año más en Moto2, como hicieron anteriormente Simoncelli, Lorenzo y Pedrosa en 250.

Entonces, ¿por qué no emocionan los nuevos talentos llegados a MotoGP de la misma forma que sus antecesores? Porque falta un líder, así de claro. Basta con ver la diferente consideración que reciben los títulos de Mir y Quartararo en MotoGP. Parece un tema tabú, pero es indudable que la corona del piloto de Suzuki no tiene tanto reconocimiento como la del piloto francés. Partiendo del hecho de que Mir ganó en el complejo escenario de 2020, hay una cosa que le diferencia de Quartararo, y es que no se ha podido medir nunca con la referencia de MotoGP, que es Márquez.

Marc Márguez y Fabio Quartararo
Marc Márguez y Fabio Quartararo

Quartararo casi recibió más crédito por las segundas posiciones conseguidas en dura pugna con Márquez que los triunfos logrados en 2020 y 2021, todos meritorios y dignos de elogio como el que más, porque ganar en MotoGP siempre es difícil. Pero nunca batió en un mano a mano al Márquez previo al accidente.

Por eso, volviendo al inicio, es necesario que Márquez recupere su óptima condición física, y que también tenga capacidad para regresar al pilotaje con el que nos maravilló hasta el momento de su accidente. Porque MotoGP necesita a Márquez.

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