Talento, motivación y suerte, la receta de la tarta de Valentino Rossi

El italiano cumple 38 años con los ingredientes necesarios para pelear por el décimo título.

Nacho González

Talento, motivación y suerte, la receta de la tarta de Valentino Rossi
Talento, motivación y suerte, la receta de la tarta de Valentino Rossi

Valentino Rossi cumple 38 años y lo hace a decenas de miles de kilómetros de su Tavullia: en la paradisiaca isla australiana de Phillip Island, donde se encuentra enfrascado en la pretemporada de MotoGP 2017, que ha comenzado segundo y acechando al defensor del trono, Marc Márquez.

A finales de este mismo año, festejará el vigésimo aniversario de su primer título mundial, conquistado en 125cc en 1997; y en su mente no está soplar 38 velas. Ni siquiera las 20 que conmemorarían dicha efeméride, sino las 10 que supongan la suma de un nuevo título, el más ansiado de todos: el décimo.

Lejos de ser una quimera, tal como dictaría su edad, es una posibilidad real. No puede ser de otra forma para un piloto que cuenta las tres últimas temporadas por sendos subcampeonatos. Pero, ¿por qué un piloto que lo ha ganado todo y que podría sentarse a esperar su tarta prefiere redoblar sus esfuerzos en crear una tarta más grande?

Muy sencillo: porque tiene los ingredientes y conoce la receta:

BASE DE TALENTO

Sin una buena dosis de talento no se llega al mundial de motociclismo. Si una gran dosis es impensable la conquista de un título mundial. Sin una dosis extraordinaria no es posible ni soñar con ganar nueve títulos mundiales. Para optar al décimo a los 38 años la dosis de talento para crear la base tiene que ser estratosférica.

Que Valentino Rossi es uno de los mayores talentos innatos de la historia del motociclismo resulta, a estas alturas, un axioma. El esfuerzo y el tesón pueden llevar a pilotos a cotas que otros de mayor talento alcanzan más fácil, pero semejante pervivencia en la élite no es factible sólo con entrenamiento.

En una época de las dos ruedas donde confluyen genios del calibre de Marc Márquez, Jorge Lorenzo, Casey Stoner, Dani Pedrosa o Maverick Viñales; Valentino Rossi sigue ofreciendo un nivel superlativo, elevado cada temporada desafiando el predecible descenso que por su edad correspondería a su curva de rendimiento.

EXTRA DE MOTIVACIÓN

La base es la esencia de una tarta, pero no lo es todo. El talento, si no se potencia, si no se trabaja, se vuelve caduco. Valentino Rossi lo sabe, y por eso cada pretemporada llega más preparado con la anterior. ¿Cómo lo hace? Añadiendo a la base del talento un extra de motivación. No vale con una cantidad normal de motivación, esa la tiene prácticamente cualquier piloto.

Para mirar a los ojos a pilotos década y media más jóvenes y desafiarles es necesario un extra, que en el caso del italiano viene dado por una mezcla homogénea de amor por el motociclismo y ganas de ganar. Sólo hay una cosa que Rossi ame más que correr en moto: ganar en moto. Y eso se traduce en una motivación superlativa, que le permite mantener y elevar el nivel desafiando al paso del tiempo.

PIZCA DE SUERTE

Por último, el remate de una tarta es el topping. La guinda, si se prefiere. Y en la de Rossi, sobre esa majestuosa base del talento y esa dosis extra de motivación, el topping lo aporta una pizca de suerte. La suerte de no haber sufrido lesiones realmente graves en su carrera –con la excepción de 2010-, de haber escapado del infortunio que acabó prematuramente con trayectorias de pilotos como Mick Doohan, Alberto Puig o Sito Pons.

Esa es la receta. Porque cualquiera puede soplar las velas de la tarta de su 38º cumpleaños. Casi todos los campeones del mundo pueden conmemorar el vigésimo aniversario de su título. Sólo dos pilotos en toda la historia (Giacomo Agostini y Ángel Nieto) han conquistado una decena de mundiales. Y absolutamente nadie ha peleado por un décimo título con 38 años. Nadie ha cocinado nunca una historia así.