Como en Mugello no se duerme, era el escenario ideal para despertar al Mundial después de casi un mes de letargo. Los caprichos del calendario habían dado un respiro tras un frenético inicio, permitiendo además reaparecer a casi todos los lesionados. Todo ello en un circuito que, por su dificultad técnica, suele separar como casi ningún otro el grano de la paja.
Así, mientras MotoE seguía repartiendo las victorias y esta vez daba dos grandes alegrías a Andrea Mantovani, que se estrenaba como ganador, y Eric Granado, que disfrutaba la victoria como si fuese la primera tras un mes de calvario; las tres categorías principales asistían a la consolidación de las que se pueden considerar como las tres grandes rivalidades del año.

Tres rivalidades de distinta índole: una de conceptos, una de nombres y una de liderazgo. La primera es la de Moto3, donde Mugello se encargó de ejemplificar a la perfección cómo funcionan las carreras de la categoría: con la rivalidad entre rapidez y estrategia. Un piloto dominó con un margen holgado (guiño) todas las sesiones del gran premio… y otro le birló la victoria de forma magistral.
Ese uno fue Deniz Oncu, cuyo estilo trazando los rapidísimos cambios de dirección del trazado italiano dejaba al público con la boca abierta… y ese otro fue Dani Holgado, que pasó tapado casi toda la carrera y apareció en el momento decisivo para batirle por milésimas y lograr su tercer triunfo, con Ayumu Sasaki tercero. La estrategia suele dar más dividendos.

En Moto2, con Jake Dixon colándose en el cajón -y Alonso López fuera de combate tras una vuelta larga y otra larguísima-, volvió a dibujarse la rivalidad más personificada que se atisba en el horizonte de este 2023 y que casi es un cliché por países y categoría: Italia contra España, Red Bull KTM Ajo contra Elf Marc VDS. Tony Arbolino contra Pedro Acosta.
El murciano se largó desde inicio y le vieron en meta, repitiendo una exhibición de poderío que no amilanó al líder del mundial, que volvió a minimizar pérdidas para seguir gobernando la categoría con otra remontada desde una discreta posición en parrilla. Aunque quedan más de dos tercios de temporada, se vislumbra un mano a mano entre ambos por el título.

Y por fin, MotoGP, con la rivalidad más extraña de todas. Mugello hizo más honda (guiño) la brecha entre las Ducati y el resto, evidenciando (más) que la lucha por el título está entre Pecco Bagnaia y sus compañeros de marca… y que el vigente campeón es capaz de exprimir la Desmosedici -al menos y por ahora- un poquito más que los demás.
Ante un público más suyo que nunca, rozó la perfección ante los dos pilotos que le persiguen en la general: en el Sprint contuvo a Marco Bezzecchi -que se diluyó el domingo- y en la carrera a Jorge Martín, que sigue creciendo tras ser tercero el sábado, con Johann Zarco volviendo a colarse en otro cajón con su etiqueta de sempiterno aspirante.