La provincia de Kivu Norte, al este de la República Democrática del Congo (RDC), sufre desde hace tiempo un violento conflicto entre fuerzas gubernamentales y varios grupos armados. Las líneas de frente cambian constantemente y las poblaciones quedan en medio. La gente huye a refugiarse a la selva, donde queda aislada y sin acceso a atención médica y los suministros más básicos.
En un entorno tan inseguro e inestable, las necesidades médicas de la población son enormes. A pesar de los retos tan importantes que supone trabajar en una zona de conflicto, MSF gestiona un centro de nutrición terapéutica para niños desnutridos en la ciudad de Pinga y da apoyo a dos centros de salud en los alrededores. El equipo ofrece servicios de salud primaria, salud materna, atención a víctimas de violencia sexual, urgencias, referencias hospitalarias y clínicas móviles para asistir a las comunidades aisladas por el conflicto.
“La mayoría de la gente –incluso los ancianos– no saben lo que es vivir sin conflicto, siempre ha sido parte de su vida diaria. Aún así, la experiencia de las personas que viven en Pinga es totalmente distinta a la de las que viven justo a cinco kilómetros de la ciudad, al otro lado de la línea del frente. Aldeas enteras a menudo son reducidas a cenizas por las milicias no gubernamentales para disuadir a las fuerzas del gobierno de avanzar y ocuparlas. Cuando esto ocurre, los habitantes de las aldeas se ven obligados a esconderse en la selva en refugios improvisados, sin mosquiteras”, explica Tom de Kok, coordinador del proyecto de MSF en Pinga en 2010.
Para algunos, incluso viajar a la ciudad a por provisiones tan básicas como la sal resulta demasiado peligroso, expuestos como están al peligro de robos, extorsiones y acosos. “En una de las aldeas que visité no había sal. Somos una organización médica, pero resulta casi inimaginable que la gente esté desesperada por conseguir algo de sal”, añade Tom.
Cruzar las líneas de frente
Para conseguir atención médica o llegar al hospital en la ciudad de Pinga, las personas tienen que cruzar varias líneas de frente y territorios controlados por diferentes grupos armados. Según de Kok, “cada parte en el conflicto les acusa de simpatizar con la otra parte. Si van por la carretera principal toparán constantemente con controles. Y si deciden tomar un camino a través del bosque, van a tropezar o con las fuerzas gubernamentales o con cualquier otro grupo armado – viéndose entonces obligados a explicar por qué han tomado un atajo, aumentando así las sospechas que puedan pesar sobre ellos. Cuando hay combates, los militares sospechan de todo el mundo. Se trata de casos graves: padres con niños moribundos con malaria y tal vez anemia. Cuando deciden ir en busca de atención médica, serán objeto de acosos y si deciden dar la vuelta y no seguir, su hijo no logrará sobrevivir”.
Clínicas móviles en motos de montaña
En vista de las urgentes necesidades de las comunidades aisladas por el conflicto, en plena jungla y con el peligro que supone moverse para los civiles, el equipo de MSF lleva a cabo clínicas móviles, utilizando motos de montaña para desplazarse. “Las condiciones del camino son horribles, hacemos nuestro recorrido semanal con convoyes de motos porque los coches no pueden pasar por allí”, explica Tom. Los equipos móviles de MSF cruzan las líneas de frente y recorren la selva para localizar a enfermos y personas que necesitan ayuda urgente.
Referencia de pacientes
A menudo no basta con atender a los pacientes in situ y hay que trasladarlos al hospital más cercano, lo que puede significar cruzar dos líneas de frente y territorios controlados por tres grupos beligerantes distintos. En estas ocasiones, cuenta de Kok, “el esfuerzo que supone intentar trasladar a un paciente resulta tan vital como la propia asistencia. No podemos transportar a los enfermos en moto viajando durante horas por un terreno embarrado y lleno de baches; no hay forma de asegurar la sujeción de los niños ni de las mujeres embarazadas. Para estos casos, les damos un impreso de referencia e intentamos reunirnos con ellos en el control de carretera más cercano para poder cruzarlo juntos. Damos los nombres de los pacientes que van a pasar ese día a los hombres armados del control y les aseguramos que haremos el seguimiento de estas personas. Aún así, algunos nunca llegan a nuestras clínicas al otro lado de las líneas de frente.” El equipo de MSF en Pinga está buscando formas de vencer estas dificultades.
La malaria es endémica
En las selváticas colinas que rodean la ciudad de Pinga, con su clima cálido y lluvioso, la malaria es endémica. En 2010, el equipo de MSF trató a más de 6.500 personas afectadas por esta enfermedad. Los niños con malaria son especialmente propensos a padecer complicaciones que pueden hacer peligrar sus vidas, pero, de nuevo, llevar a los niños al médico en la ciudad es poco más que una odisea.
Atención a víctimas de violaciones
La violencia sexual forma parte de la guerra en el este de Congo y es perpetrada todas las partes en el conflicto. Muchas mujeres no se atreven a ir en busca de tratamiento por temor a ser estigmatizadas por sus familias. También corren el riesgo de más acosos si intentan cruzar los controles militares en busca de atención médica. MSF dispensa atención médica especializada a víctimas de violencia sexual. El tratamiento incluye profilaxis post exposición, que ayuda a proteger contra el VIH y otras infecciones de transmisión sexual. En 2010, el equipo proporcionó atención médica especializada a más de 200 mujeres y chicas que consiguieron llegar a las clínicas de MSF contra todo riesgo.
Atención de salud materna
Ofrecer atención de salud materna es otra de las grandes prioridades, puesto que las mujeres que viven en el bosque y padecen complicaciones durante el embarazo y el parto carecen de acceso a médicos o a comadronas cualificadas. En 2010, MSF realizó 4.000 controles prenatales y asistió 65 partos en la ciudad de Pinga y sus alrededores.
Cerca de 40.000 consultas en 2010
A pesar de las dificultades de viajar en moto por barrizales en la selva, de ser detenidos en los controles de carretera y de tener que negociar constantemente el acceso para cruzar las líneas de frente con los distintos grupos armados, MSF puede trabajar en estas condiciones. “Nuestra reputación en el terreno es más que buena. Disponemos del máximo espacio que pueda tenerse en estas circunstancias tan difíciles. Seguimos localizando a gente que necesita asistencia y nuestro trabajo es respetado a ambos lados de las líneas del frente.” En 2010, el proyecto de MSF en Pinga registró casi 40.000 consultas.