De verdad lo pensé, estaba convencido de que esta vez sería suficiente como para llamar la atención de todos y hacerse un hueco en las sobrecargadas portadas de nuestros medios de comunicación. Desde el equipo se facilitó material con el que montar artículos, galerías, vídeos… todo los recursos que podría necesitar un medio digital estaban disponibles. En Twitter, aprovechando que en MotoGP acababan los entrenamientos clasificatorios, hubo una explosión de júbilo traducida en decenas de retuits, de me gustas y mensajes de enhorabuena… y aparecían las primeras noticias en formato telegrama.
Toni Bou había conseguido su vigésimo título mundial, una cifra a la que jamás se ha acercado nadie en ninguna categoría del motociclismo. Por rendimiento, Toni es de los mejores deportistas que hayamos visto… bueno, “visto”. Sólo de reojillo, porque a pesar de todo, cuando al día siguiente me dispuse a revisar las portadas de los principales medios, la hazaña de Toni Bou era invisible, incluso dentro de la sección motor, o de la sección motociclismo. En su lugar, lo de siempre: los abdominales de Cristiano Ronaldo, descanso para Messi, alguien hablando de Piqué. Noticias, al parecer, mucho más interesantes para la audiencia.
20 títulos mundiales no sirvieron para desbancar el descanso de Messi o los abdominales de Ronaldo.
20 campeonatos del mundo. Toni es un adelantado a su tiempo, una bestia del deporte como podría ser Rafa Nadal o Pau Gasol. Y sin embargo, le damos la espalda y asumimos con total normalidad que gane una y otra vez. No es sólo un prodigio del equilibrio con un tacto de cirujano para el gas, es también un profesional descomunal capaz de mantenerse al máximo nivel pese a haberlo ganado absolutamente todo.
Alguien comentaba en Twitter que parece que el trial ha perdido fuelle, que ya no es tan interesante como en los tiempos de Jordi Tarrés. Pero, ¿cómo es eso posible? La cara de cualquier persona que vea a estos pilotos sobre sus monturas debería ser suficiente para justificar un hueco en televisión y prensa. Ese aficionado con la boca abierta y los ojos como platos sin dar crédito a lo que está viendo mientras piensa, "¡imposible!". Una expresión que no se repetía desde que viste por primera vez a los Reyes Magos en la cabalgata.
Tengo que asumir pues que el problema somos nosotros, los medios, que salvo en contadas excepciones hemos ninguneado una especialidad única y bellísima. No se trata de crear un circo en torno a los campeonatos in y outdoor, para nada, pero sí de darles la oportunidad de brillar. ¿No se os cae la baba pensando en lo que se debe ver desde una cámara on board? ¿o los movimientos que podríamos ver con la súper lenta?
Más nos vale empezar a sacrificar un hueco en esas apretadas portadas para hablar de Toni Bou y aprovechar que aun tiene una larga carrera por delante. Si no lo hacemos ocurrirá como con los pintores y los músicos más reconocidos, llegará el día de su retirada y sólo entonces empezaremos a valorar la obra de este artista.