No es cierto que en el motociclismo valgas lo que vale tu último resultado. De ser así, el valor de mercado de un desdibujado Dani Pedrosa -15º en Assen muy lejos de la fiesta de adelantamientos del octeto de cabeza- sería sensiblemente menor del que, de hecho, es.
De cumplirse esa manida máxima, ese Yamaha Petronas que se está gestando sobre la base del Ángel Nieto Team no estaría esperando a un piloto que viene de ser 15º. Sin embargo, no sólo le esperan: le desean. En Yamaha quieren a Dani Pedrosa con ellos, y así lo ha dejado caer Lin Jarvis en numerosas ocasiones.
Yamaha quiere a Pedrosa no tanto por su valía como piloto de carreras –que también-; sino, sobre todo, por su sensibilidad a la hora de detectar los problemas de una moto. Quieren que el 26 les diga qué es lo que está fallando en la Yamaha YZR-M1. Quizás fallar sea mucho decir. Dicho de otra forma, seguramente más precisa: quieren que les diga qué es lo que les falta para estar al nivel de las motos que se han repartido las últimas 18 carreras de MotoGP: la Honda RC213V que tan bien conoce y la Ducati Desmosedici GP18.
A cambio, Pedrosa quiere garantías de que dispondrá de una moto que, al menos de inicio, sea idéntica a las de Valentino Rossi y Maverick Viñales. Los pilotos también quieren: el año pasado el italiano ya lanzó mensajes a Yamaha pidiendo un tercer piloto ‘cuasi oficial’, y en las últimas semanas el de Rosas también ha bendecido la posible llegada de su compatriota.
Por fin, Pedrosa ha deshojado la margarita. Ha arrancado el último pétalo y ya sabe cuál será su futuro. Lo dirá en Sachsenring, el trazado del que hizo un fortín hasta que se lo arrebató Marc Márquez. Es casi poético, ya que Márquez también le arrebató el lugar como ojito derecho de Honda, marca que siempre tendrá en el 26 a uno de los suyos. Así se lo ha ganado.
Sin embargo, en un contexto en el que el presente ha sido sustituido por el futuro, Honda ya es su pasado. Dos de sus tres últimas carreras así lo demuestran. Pedrosa ha sido una sombra de sí mismo, librando batallas para nada acordes con su potencial ni el de su moto. Eso no es bueno para él, ni para sus fans, ni para ningún aficionado al motociclismo.
Es evidente que Pedrosa está afectado por el tsunami que despertó en el paddock su adiós de Honda. Solamente la publicación de su futuro podrá hacer que las aguas vuelvan a su cauce, y que el presente vuelva a serlo. Más que nada porque, pase lo que pase, todavía tiene once carreras por delante antes de cortarse las alas doradas.
Cuando lo suelte, se quitará 157 kilos de encima. Sea lo que sea. Fichaje o retirada, que no rendición. Lo importante es eso: que lo suelte y se centre en acabar el año lo mejor posible, con el nada desdeñable reto de extender a 17 su increíble racha de temporadas ganando, con lo que superaría los 12 años seguidos ganando en categoría reina de un tal Giacomo Agostini. Se lo debe.
"Ruego se respete mi decisión de esperar hasta ese momento de hacerlo público", concluía su comunicado. Así sea. Se lo debemos.